miércoles, 18 de noviembre de 2009

Micróteo


(Sustantivo. Del griego mycrós = pequeño y theós = divino)

Dios de tamaño mínimo. 

El micróteo es micropotente y su existencia es localizable en el espacio. Su tamaño es casi matemáticamente mínimo: es tan pequeño como para que no le quepa algo dentro de sí, pero tan grande como para no confundirse con un punto sin dimensiones. El micróteo es poderoso: tiene control absoluto sobre las partículas que lo rodean, aunque su alcance no va más allá de lo que está inmediatamente a su alrededor. De hecho, todo nuestro universo es obra de un micróteo: él hizo estallar en un big bang ese minúsculo e inconcebible átomo primigenio que luego se convirtió en el cosmos.
La hipótesis de un micróteo (o de varios micróteos) puede explicar mejor algunas inconsistencias de las clásicas teorías sobre lo divino. Si Dios es omnipotente, y si es todo acto, ¿por qué no actúa de todas las maneras posibles? En otras palabras, si Dios todo lo puede, ¿por qué no todo lo hace? La omnipotencia en conjunción con la actuación pura implican que cualquier cosa concebible debería existir efectivamente. Dicho en otras palabras, ¿por qué no hay milagros continuos? Un dios omnipotente debería estar actuando en el mundo, produciendo cambios visibles.
Si aceptamos la hipótesis del micróteo podremos decir: los milagros ocurren. El micróteo está actuando continuamente, pero su acción es local. Interviene provocando reacciones químicas gracias al movimiento de unas pocas partículas. O devuelve a una estrella parte de los fotones que fueron expulsadas por ella: así, actúa revirtiendo la entropía, aunque de manera parcial e imperceptible.

Por supuesto, también esta tesis tiene objeciones. Si un micróteo hizo estallar el Big Bang, ¿por qué no crea nuevos universos a cada segundo, a partir de cualquier partícula de materia? La respuesta posible a este razonamiento es que efectivamente, el micróteo crea universos, sólo que éstos se desenvuelven en una espacialidad transversal, perpendicular a la nuestra. Además, es de esperar que esos universos creados en las rasgaduras del nuestro, no tengan las propiedades físicas habituales, de modo que es muy posible que ni siquiera podamos percibirlos. Finalmente, existe una asombrosa teoría según la cual los universos creados a cada instante por el micróteo son implosivos, no explosivos. Los cuantos de materia estallarían hacia adentro, y en esa inconcebible interioridad (de tamaño negativo) se desarrollarían universos cuyas leyes físicas ni siquiera pueden conjeturarse.

2 comentarios:

Francisco Falomir dijo...

EL microteo tiene un modesto antagonista desde hace 150 años: El demonio de Maxwell, minúsculo diablillo que consigue también invertir la entropía:

http://es.wikipedia.org/wiki/Demonio_de_Maxwell

De todas formas, no es rival para el poderoso microteo

greco dijo...

Godefroy de Bouillon planteaba justamente que cada diosito (petit Dieu) era como un átomo o chispa de la divinidad. Sus poco ortodoxas ideas teológicas nunca fueron condenadas formalmente, sólo despertaban risas condescendientes y poco a poco fueron cayendo en el olvido.

La hipótesis del micróteo, un deus absconditus más, desde la Ilustración ha sido considerada supersticiosa.