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miércoles, 8 de enero de 2014

Exocarcinoma

(Sustantivo. Del griego exo = por fuera; carkínos = cangrejo y -oma = tumor)

Cáncer que se desarrolla fuera del cuerpo, en un objeto inanimado. 

Aunque los tumores malignos están asociados a las células vivientes, podrían existir casos en los que a un almohadón, a una taza o a una camisa les crecieran bultos de un material duro, fibroso y ligeramente húmedo que o bien se va secando con el paso de los días, o bien aumenta de tamaño hasta deformar e inutilizar el objeto sobre el que actúa. Estos tumores externos aparecerían sobre los objetos que ciertas personas utilizan a diario: utensilios domésticos y ropa. Algunos dirían que los exocarcinomas son proyecciones tumorales que realiza la persona que usa esos objetos, como si un cáncer que debiera tener uno mismo, lo pudiera arrojar afuera y convertirlo en algo relativamente inofensivo. Otros dirán que el exocarcinoma es, en realidad, una prueba de que todas las cosas están misteriosamente vivas.
Se podría crear una técnica para hacer crecer a los exocarcinomas de una manera ordenada y útil. Por ejemplo, si a su pantalón le sale un tumor, usted podría conservarlo, dejarlo crecer, cortarlo adecuadamente, secarlo en el momento justo y de ese modo, con el material duro y fibroso, hacer esculturas o herramientas. Quizás sirva, incluso, para emprendimientos culinarios: un exocarcinoma cultivado, disecado y rehidratado podría ser el ingrediente selecto de una cocina gourmet.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Falleciucho

(Adjetivo. De fallecido y terminación -ucho)

Dícese de la persona que se ha recuperado parcial y defectuosamente de una enfermedad. 

El falleciucho se encuentra debilitado, enflaquecido y su aspecto no es el de quien ya le ha ganado a su padecimiento, sino el de un moribundo. Los médicos y los análisis dicen que todo va bien, pero el rostro demacrado, la languidez de sus movimientos, la irreconocible voz de ultratumba y la palidez de su piel parecen decir lo contrario. El falleciucho malamente sobrelleva las consecuencias de su enfermedad y, a pesar del optimismo de los médicos, tenemos la firme intuición de que no va a durar mucho. Es que, además de su aspecto externo, el falleciucho ha cambido de personalidad. Ya no es el ejecutivo dinámico, el profesor locuaz o el padre que juega al fútbol con sus hijos: ahora es un espectro que no puede moverse con rapidez; casi no habla y no tiene fuerzas para perseguir una pelota. Su vida mental se reduce a obervaciones puntuales sobre hechos concretos: parece que no soñara, no razonara, no creyera o no deseara. Es como si hubiera perdido su alma; un zombie que se hizo zombie sin haber pasado por la instancia de la muerte.

Para volverse un falleciucho no hace falta que la enfermedad a medias superada haya sido importante. Un resfrío prolongado o una tos persistente pueden convertir al más lozano en un falleciucho. A veces, claro, el falleciucho termina falleciendo y por lo general, en estos casos, la causa es la morboncha.


lunes, 2 de septiembre de 2013

Autotruncia

(Sustantivo. Del griego autós = por sí mismo y del latín truncare = amputar, mutilar)

Mutilación espontánea.

Cuando se encuentra un cuerpo descuartizado, no siempre se debe suponer que alguien lo descuartizó. Así como aparentemente existe la combustión espontánea, es posible también que a una persona se le caigan los brazos, las piernas y la cabeza sin que haya una fuerza violenta externa que provoque tal suceso. Aunque parezca insólito, durante la edad media y parte de la moderna, en Europa, algunos acusados de homicidio alegaron la autotruncia. Era común que algunos esposos mataran a su mujer con un hacha y luego hicieran el descargo judicial, argumentando que habían encontrado el cuerpo "con signos inequívocos de autotruncia". El caso más sorprendente ocurrió en 1654 en Colmar (Alsacia, Francia): el ejército mató y descuartizó a varias docenas de personas, las apiló en un descampado y, cuando los civiles descubrieron los cuerpos, se adujo una "masiva mutilación espontánea seguida de un apilamiento post mórtem espontáneo"

martes, 6 de agosto de 2013

Amesoide

(Adjetivo. Del griego a = no; mésos = medio y terminación -oide, de eídos = forma)

Dícese del conjunto de situaciones o eventos que no tienen estado intermedio. 

Esta definición un tanto oscura se refiere sin embargo a ciertos sucesos familiares: usted va al médico porque tiene un leve dolor en el pecho. El médico lo examina y dice que no tiene nada; que su síntoma es muy difuso y que probablemente tienda a sobredimensionar sus padecimientos. Vuelve a casa sintiéndose un hipocondriaco y hasta se avergüenza de haberle hecho perder el tiempo a su doctor. Cinco días después, el dolor aumenta. Usted ve a otro médico y este dictamina que padece una gravísima enfermedad, y se lamenta de que no se haya hecho un chequeo antes. Cinco días antes, no tenía nada. Ahora ya es tarde. No hubo estado intermedio: su enfermedad y los diagnósticos médicos dieron resultados amesoides.
Consideremos otro ejemplo menos dramático. Un hombre conoce a una mujer. El hombre busca complacerla por todos los medios. Es amable, cuidadoso, atento, apasionado y tierno. Le escribe poemas; compra regalos caros; limpia la casa y cocina. Pero un día le compra un regalo un poco menos caro que los anteriores, y por ese suceso, la mujer, indignada, lo abandona para siempre. La relación fue amesoide: la mujer la planteó de modo tal que o bien el hombre mantenía un estricto patrón de conducta, o bien no valía la pena continuarla. No se planteó la posibilidad de un punto intermedio.

Las situaciones amesoides ocurren, en realidad, por concepciones humanas erróneas. Pareciera como si hubiera estados en los que se está por completo, o no se está en absoluto. Pero en realidad, siempre es posible encontrar (o inventar) un estado intermedio entre la salud y el desahucio, o el enamoramiento romántico y el despecho, o la opulencia feroz y la pobreza absoluta, o la sabiduría y la ignorancia, o la adicción al trabajo y la vagancia. Sin embargo, en algunos casos nos vemos condenados a que nos clasifiquen en alguno de los extremos de estos opuestos, sin que podamos acceder a los puntos medios que estos suponen.

miércoles, 10 de julio de 2013

Egoma

(Sustantivo. Del griego egó = yo y -oma = tumor)

Tumor que tiene el aspecto de la persona que lo posee. 

Los egomas son como pequeños hermanos gemelos de uno mismo que crecen en el propio cuerpo. Inicialmente son pequeños bultos sin forma definida. Con el tiempo, el bulto adquiere una marcada fisonomía y comienza a tener rasgos: ojos, nariz, boca, cabello. Esos rasgos son idénticos al de la persona a quien le crecen. En muchos casos no solo imitan los rasgos, sino también la voz y las opiniones de su portador. En la historia de la medicina, se cuenta que los egomas a veces crecían hasta reemplazar a la persona original: el tumor crece hasta fagocitar a su huésped, y se convierte en un ser autónomo. Dado que el egoma es idéntico a su huésped, una persona derivada de un egoma es idéntica a la persona original, de modo que no habría manera de distinguirlos. La esposa de un hombre que tuvo un egoma podría convertirse automáticamente en la esposa de un egoma, si el egoma ganara autonomía suficiente y si la persona original se desvaneciera al ritmo de crecimiento de su egoma.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Jaurícula

(Susantivo. De jauría y -ula, terminación de diminutivo)

Momentánea alianza que realizan los perros con el objetivo de ladrar y atacar a automóviles y bicicletas en movimiento. 

Literalmente, el nombre significa "jauría pequeña". Pero no es pequeña, necesariamente, por el número de sus integrantes, sino por la duración y por el objetivo de dicha jauría. Un minuto antes de que el automóvil pasara por la calle, cada perro estaba en alguna actividad individual (durmiendo, tomando agua o acicalándose). Apenas se visualiza el vehículo, todos persiguen y rodean o enfrentan (o mas bien no se sabe qué hacen) la carrocería, a la que le propinan intensos ladridos que duran dos o tres docenas de metros. Finalizada esta frenética tarea, cada animal vuelve a su actividad individual. Excepto por dos o tres que continúan en grupo, excitados, a la espera del próximo coche.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Oligopatía

(Sustantivo. Del griego oligo = poco y pathos = padecimiento. Sinónimo: oligonosia [del griego nósos = enfermedad])

Enfermedad o mal terrible que aqueja a alguien por un tiempo sumamente breve.

¿Ha sufrido una depresión profunda y severa por un microsegundo? ¿Sintió el dolor de un cuchillazo en el pecho durante el tiempo en que lleva pestañear? ¿Fue cuadripléjico o le pareció que lo habían descuartizado por un instante? ¿Tuvo esquizofrenia por cinco segundos? Si le ha ocurrido alguno de estos improbables sucesos, ha padecido la oligopatía, un fenómeno en el cual una persona siente síntomas devastadores y fulminantes de alguna grave dolencia, pero tales síntomas son tan breves que ni siquiera dejan huella en la memoria y mucho menos pueden articularse en palabras. Solo queda el resabio confuso de una sensación desagradable y triste, como de un mal sueño. Después de una oligopatía queda un inexplicable estremecimiento que suele provocar un largo suspiro y una ahogada desesperación momentánea. 

(La palabra 'oligopatía' aparece en una única entrada: aquí. Si algún lector conoce que ya tiene un uso en algún campo, le agradeceré que me lo comunique)


miércoles, 25 de abril de 2012

Culefardo

(Adjetivo. Del lunfardo "culo 'e fardo", "culo de fardo")

Dícese de quien involuntariamente golpea objetos con su trasero al caminar. 

Si el culefardo entra en un lugar pequeño, rodeado de escritorios y pilas de papeles, mesas con botellas, vasos, jarrones y adornos, seguramente hará que su culo choque con el borde de una mesa o un escritorio, haciéndolos trastabillar. El culefardo no puede calcular el ancho de sus caderas; de hecho, muchas veces, sus nalgas quedan atascadas en algún lugar insólito y bochornosamente ridículo: en las escaleras mecánicas de un shopping, la puerta giratoria de un banco o el inodoro.  
La definición puede sugerir que el culefardo tiene asentaderas demasiado grandes. Esto no es necesariamente así: hay personas de culo pequeño que no saben cómo manejarlo. Puede que no sean torpes con las manos, ni con los pies, pero sí con el trasero.

Se suele llamar "culefardo", por extensión, a cualquier persona torpe.

miércoles, 18 de abril de 2012

Anfídoto

(Sustantivo. Del griego anphi = de dos caminos y dótos = dado)

Medicamento que cura un determinado mal, pero provoca un mal similar al que curó. 

Un anfídoto es un remedio inútil. Si le duele el estómago, el anfídoto lo curará. Pero la consecuencia secundaria de haberlo tomado será un nuevo dolor de estómago. Le curará el dolor de cabeza, pero entre las reacciones adversas de ese medicamento está... el dolor de cabeza. Una pastilla contra el insomnio lo relaja y lo hace dormir. Pero en mitad de la noche se despertará, porque la pastilla activa una reacción química cerebral que le quita el sueño. El anfídoto tiene una ventaja: elimina las causas de su padecimiento. Pero tiene una desventaja: genera otras causas para sufrir ese mismo padecimiento.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Trastacular

(Verbo)

No llegar a sentarse en algún lugar y estar a punto de caer de trasero al piso.

La acción de trastabillar implica un traspié o tropezón sin caerse. El que trastabilla no cae, pero estuvo a punto de hacerlo. Lo mismo le ocurre al que trastacula, con la diferencia que el traspié no es dado con el pie, sino con el trasero.

Cuando un ómnibus o un tren tienen violentas sacudidas por pozos, el trasero de sus pasajeros no puede mantenerse firme en el asiento y trastaculan. Una persona sentada de modo inestable en el brazo de un sofá o en un lugar cuya superficie es más pequeña que su trasero, tiende a trastacular.

martes, 17 de enero de 2012

Desparido

(Adjetivo. De des y parir)

1. Dícese de quien siente que hay algo importante para hacer, pero se encuentra continuamente imposibilitado de hacerlo.

¿Imagina lo que sentiría si usted tuviera que parir, pero pasaran los años y no pudiera hacerlo? El desparido sufre esa sensación: hay algo en él que espera por liberarse, por mostrarse al mundo, pero nunca puede manifestarse. Siempre hay un obstáculo que se interpone entre lo que debe hacer y la acción efectiva. Muchas veces el desparido no sabe exactamente qué debe hacer; todo lo que tiene es la sensación de que hay algo importante, que ese algo importante se viene postergando desde hace mucho tiempo, y que cada suceso de su vida (dormir, comer, bañarse, trabajar, ganar dinero, tener hijos, vomitar, divertirse, entristecerse, nadar en el mar, respirar) es una distracción o un impedimento que sólo retrasa de manera indefinida lo que debe suceder.

2. Feto que se niega a salir del vientre de su madre.

El desparido lleva una vida completamente intrauterina. Pasa su niñez, su adolescencia y su vida adulta sin conocer la luz del día y alimentado por el cordón umbilical.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Teroftonia

(Sustantivo. Del griego pterón = ala y fthonos = envidia)

Envidia de los animales que pueden volar. 

¿Por qué algunos seres tienen alas y otros están condenados a vagar por la superficie, sin posibilidad de contemplar el mundo desde una majestuosa altura? ¿Por qué los designios de la presión evolutiva nos constriñeron a desarrollar pulgares oponibles en lugar de plumas? ¿Por qué es tan inalcanzable una estrella como la copa de un árbol? ¿Por qué una caída desde las alturas nos mata irremisiblemente, sin que podamos aletear a último momento para evitar el crudo golpe en el piso?
Los niños sienten la teroftonia con mucha angustia. A veces mueven los brazos con frenesí, emulando a una paloma, pero sólo logran cansarse (y de ese modo se olvidan y juegan a otra cosa). Es posible que alguna vez un niño haya dado -por azar, y durante unos pocos segundos- con alguna técnica para planear en el aire.

Quizás, si aleteáramos muy seguido, le podríamos comunicar a nuestros genes el deseo de volar y dentro de treinta o cuarenta millones de años haya en la tierra una especie alada que cumpla con nuestros deseos. Desde luego, no hay garantía de que esa especie se parezca en lo más mínimo a nosotros, y eso quizás es una buena noticia.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Zoolexia

(Sustantivo. Del griego zoón = animal y léksis = lenguaje)

Capacidad de habla de los animales.

Este término puede malinterpretarse con facilidad: no se refiere a la capacidad de comunicación propia de los animales, sino a la posibilidad de que un animal hable en un lenguaje humano.
Existen rebuscadas hipótesis según las cuales los animales hablan un idioma intraducible e inescrutable para la mente humana. Según estas hipótesis, nosotros no somos capaces de interpretar sus actos de habla ni siquiera como parte de un lenguaje. Pero ese lenguaje, dado que no puede proferirse en idioma humano, no sería un acto de zoolexia.
Tampoco podemos llamar "zoolexia" a las proferencias de los loros: imitar el sonido de la voz humana no es tener una capacidad de habla. Si supusiéramos (como algunos lo hacen) que en verdad los loros entienden lo que dicen, al menos desde un aspecto pragmático, sólo en ese caso podríamos decir que tienen zoolexia. 
El término se aplicaría con total propiedad si un pez, un pájaro, un insecto o un rinoceronte pudieran hablar un lenguaje perfectamente entendible en algún idioma.

Término relacionado: Zoodiaxismo.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Geochauvinismo

(Sustantivo. De geo, prefijo que significa "Tierra" y chauvin, del apellido de Nicolás Chauvin, patriota francés de la era napoleónica)

Creencia según la cual los hechos ocurridos en la Tierra marcan el parámetro de lo que debe ocurrir en todos los planetas. 

El geochovinismo tiene una vertiente ingenua y otra un poco más sofisticada.
Según la vertiente ingenua, el hecho de que el cielo en la Tierra sea celeste durante el día, o que la superficie esté cubierta por agua salada, son pautas de que en otros planetas también debe ser así. El geochauvinista considera que aquellos planetas cuyo cielo luce de otro color, o cuyos mares no contienen agua sino sulfuro, son anómalos, o escasos. Así, al geochauvinista le parece que las características físicas de nuestro planeta son ejemplares. Este sentido de geochauvinismo es apenas atendible, teniendo en cuenta que se basa en un desconocimiento elemental de la estructura física de los planetas.
En la vertiente sofisticada, el geochauvinismo se expresa en términos biológicos: el geochauvinista cree que la vida extraterrestre podrá tener grandes diferencias con respecto a la vida terrestre; sin embargo supone que toda vida debe contener ADN. No se da cuenta de que la estructura desoxirribonucleica de la vida es sólo un modelo posible de replicación, casualmente el que se dio en la Tierra. Quien, además, supone que toda vida en el universo constará de seres individuales que se replican, se alimentan y mueren, ha caído víctima de un geochauvinismo. En todos estos casos, el geochauvinista estará entendiendo la palabra "vida" de acuerdo a los parámetros terrestres, y pretenderá proyectar esos parámetros a todo el universo.
Algo parecido podría ocurrir con la palabra "conciencia". ¿Es posible encontrar seres conscientes en otros planetas? Parece plausible, pero la definición de "conciencia" deberá adaptarse para que pueda aplicársele a seres de una naturaleza completamente diferente de la nuestra. Seres conscientes cuyos estados mentales difirieran ampliamente de los nuestros, serían conscientes en un sentido todavía inexplorado. La segunda acepción del término "Melanobio" da una idea de lo que se quiere decir aquí.

El geochauvinismo se produce cuando se utilizan ciertos términos fijando la referencia únicamente con los hechos que se dan en nuestro planeta. No se tiene en cuenta que esos términos podrían utilizarse aun cuando la referencia fuese radicalmente diferente de la usual.

Términos relacionados: Biogeomorfo, Ciberchovinismo

martes, 11 de octubre de 2011

Mirinvenio

(Sustantivo. Del latín miraculum = milagro e invenio = descubrir, encontrar. Adjetivo: mirinvénico)

Tendencia a encontrar milagros donde sólo hay probabilidad.

Un milagro es un hecho puntual que contraviene a leyes físicas bien establecidas. El milagro es, por ello, una suspensión del curso natural de las cosas y la irrupción de un suceso nomológicamente imposible. Contarían como milagros la resurrección de una persona después de haber estado muerta durante mucho tiempo, la reconstrucción espontánea e inmediata de un edificio destruido o la aparición ex nihilo de un plato de comida frente a los ojos de un hambriento. Los ejemplos aducidos, sin embargo, pueden ser engañosos. Una sociedad que desconoce la electricidad puede creer que las bombillas se encienden por milagro. Alguien que desconociera una novedosa técnica de reconstrucción de edificios podría pensar que el inmueble se levantó de manera espontánea. En este aspecto, sigue vigente una de las leyes de Arthur Clarke: una tecnología perfectamente avanzada no puede distinguirse de la magia.  ¿Cómo sabemos si la resurrección de una persona obedece a un designio milagroso, o a la aplicación de una ciencia extraterrestre sumamente avanzada y desconocida?

Debe quedar claro, de todos modos, que los milagros requieren de una suspensión de las leyes de la naturaleza. Si quedan resquicios de probabilidad para que un determinado hecho ocurra, entonces no se trató de un milagro. Sin embargo, hay una enorme tendencia a creer que ciertos hechos altamente improbables (y a veces no tan "altamente") son, lisa y llanamente, milagros. Curarse de una enfermedad, conseguir empleo, comprar una casa a buen precio, presenciar una estrella fugaz, tener un hijo sano o encontrar el gusto de helado que queríamos no son milagros; sin embargo a veces se nos pide que aceptemos cada cosa buena que nos ocurre como si fuese una dádiva divina especial; como si Dios hubiese hecho una excepción con nuestro caso: "¿No es un milagro que hayas vuelto a encontrar en la calle el aro de plata que habías perdido?", nos preguntan las tías solteronas mirinvénicas. Por lo general, quien padece de mirinvenio no está dispuesto a escuchar los argumentos probabilistas, y suele tratarse de personas que tienen escaso o nulo conocimiento de los detalles de la supuesta noticia milagrosa.

Es interesante observar que la mayoría de los hechos que se suelen considerar milagrosos tienen que ver con la salud de las personas: Juan estaba muy enfermo, los médicos diagnosticaron un mes de vida y sin embargo se curó. He ahí un milagro. Sin embargo, si uno escarba en la historia real del suceso, resultó ser que sólo uno de los diez médicos vistos dio un pronóstico negativo; o incluso sólo se dijo que la muerte era una posibilidad a enfrentar que no tenía por qué darse. Desde luego, una vez que la persona está curada, el mirinvénico cuenta la historia de la manera más pintoresca que se le ocurre.

martes, 23 de agosto de 2011

Melanobio / Atrobio

(Sustantivo. Del griego mélas = negro y bios = vida, ser vivo. Puede aceptarse la variante latina: aterobio o atrobio, del latín ater = negro, oscuro y bios)

1. Ser que no posee contacto con la realidad exterior. 

Una especie que estuviera conformada por huevos que se reproducen y dan a luz otros huevos, sin ningún contacto con el medio ambiente y sin que jamás esos huevos eclosionen, sería un ejemplo de melanobio. Un cerebro que estuviera encerrado en una caja, estimulado mediante impulsos eléctricos, sin sentidos que lo comuniquen con el mundo también entraría en esta definición. El melanobio tiene estados conscientes, pero estos estados están dirigidos a su propia interioridad.

2. Ser cuyos estados conscientes son sustancialmente diferentes al de los seres vivos conocidos por el hombre.

Normalmente entendemos a la conciencia y la autoconciencia como estados en los que un ser vivo se percata de lo que ocurre en su medio ambiente y de lo que ocurre en su propia mente. Los estados mentales tienen la característica de ser intencionales y recursivos: se dirigen hacia algo (de ahí que son intencionales) y ese algo al que se dirigen puede ser ese mismo estado mental (de ahí que son recursivos). A su vez, en el estado mental existen representaciones sensoriales: es posible imaginar un color, un sabor, una forma compleja. ¿Qué ocurriría si encontramos un ser inteligente cuyos estados mentales difirieran por completo de los nuestros en esos aspectos esenciales? Quizás dudaríamos en llamarlo "inteligente" o "consciente" en el sentido usual del término. ¿Cómo sería una conciencia no intencional, no representativa y no recursiva? Si pudiéramos imaginar un ser así, habríamos podido pensar en un atrobio. La paradoja es que, para pensarlo, necesitamos representarnos de algún modo cómo es ser consciente sin tener representaciones, lo que implica que debemos representarnos el hecho de no representarnos nada.

3. Objeto inanimado que posee conciencia. 

En los cuentos de hadas las ollas, los vasos y las piedras tienen a veces algún tipo de conciencia. Como bien observa el filósofo L. Wittgenstein, en los cuentos sabemos que ciertos objetos son conscientes porque pueden hablar. Supongamos que, después de todo, los sillones tienen "pensamientos muy profundos" (el ejemplo también es de Wittgenstein) pero no pueden expresarlos. El sillón tampoco posee sentidos que lo comuniquen con el exterior. Por lo tanto, si los sillones, las mesas, las piedras, los planetas, las notas musicales, los números o los rayos cósmicos tienen algún tipo de vida consciente, los llamaremos atrobios.

lunes, 8 de agosto de 2011

Rajoso

(Adjetivo. De raja. Es voz malsonante)

Quien tiene el espacio entre glúteos demasiado largo o pronunciado. 

Ese espacio (llamado también "raya") se denomina perineo. Algunas personas lo tienen discreto, y por eso jamás se les asoma a través de esa indecisa franja entre el final del pantalón y el comienzo de la remera. Otras personas, en cambio, se enrajan con facilidad (a veces por culpa de su enchulenguizamiento) debido a que su perineo se extiende desde muy abajo hasta alguna parte casi inocultable de la espalda.
Los rajosos andan por el mundo condenados a comprobar con sus manos que el pantalón no se haya bajado cuando se agachan, dejando al descubierto la parte superior de las nalgas y el perineo.

lunes, 25 de julio de 2011

Ásteles

(Adjetivo.  Del latín a = negación y stella = estrella)

Dícese del cielo nocturno despejado en el que no hay luna ni estrellas. 

El término "ásteles" no hace referencia a la disminución de la cantidad de estrellas visibles por causa de la contaminación lumínica. En las grandes urbes, la iluminación artificial puede generar un cielo ásteles, pero esto es sólo una apariencia, porque las estrellas sí están aunque no pueden verse. La verdadera acepción del término esá pensada para otros contextos: en el universo las estrellas se apagan lentamente, y en unos treinta mil millones de años se espera que ninguna (o casi ninguna) esté brillando. En ese momento en el que la entropía se cobre las últimas víctimas, el cielo será realmente ásteles.
Si la Tierra existiera en ese hipotético futuro sin estrellas, podríamos presenciar un fenómeno desconcertante: a pesar de que el cielo será ásteles y ninguna estrella emitirá luz, desde la Tierra se podrá seguir viendo la luz de muchas estrellas muertas que recién estará llegando debido a la gran distancia.

lunes, 30 de mayo de 2011

Plusmorbía

(Sustantivo. Del latín plus = más, adición y morbus = enfermedad)

Defecto físico que aumenta la belleza de una persona. 

Una mujer moderadamente bonita se ve mucho más hermosa si padece renguera, si le falta un brazo o si tiene asma. Es posible que estos defectos despierten una perversa ternura: al atractivo físico de su belleza moderada se le suma la necesidad de protegerla y ayudarla. Sin embargo, la plusmorbía deja de funcionar si la persona debe recurrir a sillas de rueda, o sueros intravenosos: la enfermedad sólo acrecienta la belleza si la persona afectada trata de valerse por sus propios medios (es decir, si trata de apoyarse sobre sus piernas, aunque le falte un pie; o si trata de cortar el pollo con el cuchillo, a pesar de que no tenga brazos) Es necesario que la apariencia general no se vea opacada por prótesis, andadores o medicamentos visualmente distractivos o que generen rechazo.
A veces un bastón puede funcionar como incentivador de la plusmorbía, tal como ocurre con el Doctor House, cuyo atractivo parece aumentar gracias al contraste entre su personalidad intratable y su fragilidad para caminar.

martes, 17 de mayo de 2011

Chucado

(Adjetivo. De Chucky: nombre de un muñeco de ficción poseído por el alma de un asesino)

Quien posee un continuo rictus de amargura y enojo en su rostro, especialmente cuando desea manifestar una emoción de alegría y placer.

El chucado tiene los labios muy tensos, como si estuviera disimulando un intenso dolor. No es responsable de la rigidez de su cara; sus cejas se curvan naturalmente; la boca se le aprieta y el entrecejo se le arruga como si las preocupaciones lo abrumaran. Todo esto puede ocurrirle aunque se esté riendo y, en rigor, el término se aplica precisamente cuando nos damos cuenta de que su emoción es contraria a la que manifiesta su rostro prima facie.