jueves, 28 de abril de 2011

Isidebio

(Sustantivo masculino. Del latín ipsi  [dativo de ipse] = a sí mismo y debitio = deuda)

Deuda que se contrae con uno mismo.

Hay personas que dividen su dinero de acuerdo a varios tipos de objetivos: está el dinero que se ahorra para comprar el auto, el que se guarda para irse de vacaciones y el que se utiliza para gastos cotidianos. A su vez, este último rubro puede tener más subdivisiones: para alimentos, para artículos de limpieza, para mantener el auto y para medicamentos. ¿Qué pasa si gastamos más de lo que habíamos estipulado en un rubro, por ejemplo, si nos vamos de vacaciones a un lugar carísimo, restándole fondos al ahorro para comprar el automóvil? En ese caso, hemos contraído un isidebio: en algún momento deberemos ser más frugales en los otros rubros para reponer la cifra excedente del dinero gastado. Nadie nos va a reclamar si no lo hacemos: podríamos no comprar el auto, o ahorrar a un ritmo más lento. Pero si hacemos así nos sentimos traicionados por nuestras propias metas. En rigor, estamos traicionando a aquel que fuimos cuando decidimos guardar peso a peso para comprar el auto. Ese que tomó la decisión de ahorrar es otro, distinto del que decidió gastar para vacaciones. En cierto modo, el isidebio es un conflicto entre los proyectos económicos que tuvimos en un pasado inmediato y nuestros intereses presentes.

miércoles, 27 de abril de 2011

Morjocar

(Verbo. Del latín mors = muerte y iocus = broma)

Hablar del acto de morirse como de algo humillante y gracioso. 

Se morjoca, por lo general, refiriéndose personas con las que uno no se lleva bien. Cuando muere un conocido muy querido, tratamos de evitar las referencias al proceso de agonía y al momento la muerte. Sin embargo, si hablamos de una persona a la que despreciamos, podemos utilizar frases como "espichó", "palmó", "salió con los pies para adelante" o "está contando las flores desde abajo". En contextos más retorcidos, se pueden inventar frases casi sin sentido con el solo propósito de hacer de la muerte un acto humillante: "Fumó tanto monóxido de carbono que se quedó tieso"; "Le acomodaron el marulo con un martillazo y lo llevaron al cajón" o "Le explotó la chimba y chufló"

martes, 26 de abril de 2011

Averracante

(Adjetivo. De verraco, cerdo destinado a la reproducción y aberrante)

Dícese del hecho aberrante que provoca alguna involuntaria respuesta de adhesión. 

Si le ofrecen una comida asquerosa y usted a pesar de las arcadas se siente tentado a comerla, está teniendo una experiencia averracante. Si a pesar del horrible asesinato a cuchilladas que tuvo su vecino a usted le gustaría ser asesinado de la misma forma, está teniendo un pensamiento averracante. Cuando alguien se enfrenta con un hecho averracante, una parte de su voluntad y sus deseos se manifiesta en contra de ese hecho, pero otra parte se siente seducida e intrigada.

En muchos casos, lo averracante dependerá de qué se considere aberrante en cada caso. Para algunas personas, es aberrante comer carnes rojas durante semana santa. Por lo tanto, será partícipe de un hecho averracante si, a pesar de manifestarse en contra de ello, decide comer asado, embutidos y menudencias. Por supuesto, este hecho no será averracante para quien no mantenga tal costumbre religiosa.
 

lunes, 25 de abril de 2011

Escautóquino

(Sustantivo. Del griego skiá = sombra; autós = por sí mismo y kínesis = movimiento)

Sombra que se mueve de manera independiente. 

Es natural y esperable que la sombra imite los movimientos del objeto del cual depende. Sin embargo, no siempre ocurre esto: a veces las siluetas se agitan o se desplazan de manera autónoma, anómala y azarosa. En algunos casos, sólo una parte de la sombra se comporta de modo inesperado. En otros casos, la completa sombra se rebela y marca un contorno imposible e incongruente con el movimiento de su objeto.

Los escautóquinos pueden provocar escófenos.

miércoles, 20 de abril de 2011

Esquizonomizar

(Verbo transitivo. Del griego skízein = dividir y ónoma = nombre)

Dividir erróneamente una única palabra en un grupo de palabras.

Cuando se esquizonomiza se cortan las palabras en lugares inadecuados y se les asigna grafías erróneas: Ocurre, por ejemplo, cuando se interpreta que la palabra "espolvorear" se escribe "es por boreal"; que "pervertir" se escribe "per bertín", que "adelgazar" se escribe "a der gazar"; que "significa" se escribe "se ignifica" y que "esquizonomizar" se escribe "él quiso domizar".
Al esquizonomizar, un hablante no sólo divide la palabra en otras, como si en lugar de una palabra hubiera una frase compuesta, sino que incluso inventa las palabras de las que se compone la frase, como puede verse en los ejemplos de arriba: "bertín", "der", "gazar" y "domizar".

martes, 19 de abril de 2011

Exchanjero

(Adjetivo. Del inglés exchange= cambio de un bien por otro equivalente)

Quien piensa en cambiar o deshacerse de algo inmediatamente después de haberlo adquirido.

El exchanjero exhibe orgulloso el auto cero kilómetro que acaba de comprarse. Pero, en lugar de contarnos acerca de la facilidad para trasladarse hacia el trabajo, de los viajes que hará con su familia por todo el país, o de la comodidad de los asientos recinables, prefiere adelantarnos cómo se deshará de su nueva adquisición: "Lo uso dos años, le cambio las cubiertas y lo vendo a veinte mil dólares". El exchanjero no concibe que los bienes de uso son para disfrutarlos. Su automóvil es su primer automóvil: él ya está pensando en el segundo, el tercero, el cuarto.  El juego de dormitorio, las sillas de la cocina y la sombrilla que ha comprado ya tienen un destino futuro en una compraventa o un plan canje. Si alguno de sus hijos escribe un mueble con bolígrafo o algún pariente corpulento le destruye una silla, el exchanjero se lamenta porque sus potenciales compradores le señalarán esos desperfectos y no le harán una buena oferta. En rigor, el exchanjero no se siente dueño de sus propios bienes, ni siquiera su casa, pues vive pensando en el juicio de los próximos dueños. Por eso, no es casual la similitud fonética entre exchanjero y extranjero: de algún modo, el exchanjero vive alienado, como si fuera un extranjero de sus propios bienes.
Cuando el exchanjero pinta su casa, embellece el jardín, pone baldosas en la terraza, arregla el tejado y pasa dos capas de pintura, puede que se sienta satisfecho y exclame: "¡Por fin tengo la casa que siempre soñé! Ahora la puedo vender"

viernes, 15 de abril de 2011

Cronodoro

(Sustantivo y adjetivo. Del griego chrónos = tiempo y dóron = regalo)

Bien que deja el paso del tiempo. 

Los cronodoros no son necesariamente herencias, sino bondades concomitantes a una actividad o un proceso. Si una persona está durante mucho tiempo como empleada de una dependencia estatal, es casi seguro que ascenderá en su puesto (aunque su actividad siga siendo la misma) y cobrará mejor sueldo. Un docente sabe que su curriculum aumenta con solo ocupar su cargo: cuantos más años dure, más años le serán computados en el haber de su legajo y menos vulnerable se hará a que otros colegas le disputen su cargo.

Como adjetivo, el término se refiere despectivamente a las personas que obtienen inesperados cronodoros: "A Alberto lo pusieron como jefe de personal. Su único mérito fue haberse aferrado al puestito de ayudante durante treinta y cinco años. Es un perfecto cronodoro"

jueves, 14 de abril de 2011

Babatáiay

(Sustantivo. De la expresión en inglés "But... but... I... I...: pero... pero... yo... yo...")

Balbuceo de una persona que es sorprendida en una actitud sospechosa. 

El babatáiay es como un ensayo vocal que permite ganar tiempo mientras se inventa una excusa. Sin embargo, ese evidente intento por demorar la respuesta termina destruyendo la posibilidad de que tal respuesta resulte aceptable. En el fondo, el babatáiay le sirve al interlocutor como una corroboración de un intento por mentir; y finalmente el balbuceo se convierte en una vacilación ruinosa cuya articulación llena un inocultable vacío explicativo.
Ejemplo de uso: "Lo encontré encerrado en el baño contando billetes de cien dólares. ¿De dónde salieron?, le pregunté. Y me respondió con un largo babatáiay"

Hay personas que se especializan en inventar excusas con rapidez para no delatarse mediante babatáiays. Independientemente de la verosimilitud de la excusa, el hecho de dar una respuesta rápida produce un efecto de duda en el interrogador, y esto puede dar más tiempo para mejorar la respuesta.

miércoles, 13 de abril de 2011

Afolotecno

(Sustantivo y adjetivo. Del griego a = negación; phaulós = defectuoso y technikós = técnico)

Artefacto que funciona a la perfección sólo cuando lo prueba el representante del servicio técnico.

Es muy común que la computadora, la estufa o el televisor tengan algún desperfecto que no se manifiesta cuando llega el especialista a revisarlos. "Enciende sin problemas. Funciona", dice ante nuestro desconcierto. El técnico hace algunas comprobaciones y limpiezas parciales; cambia piezas menores y casi sin importancia. Especula: "Puede ser la termocupla", "Tal vez el botón de encendido", "Quizás le están faltando algunos drivers". Como en los casos de asintomiatra, basta con que el especialista se retire para que el artefacto vuelva a fallar. Este proceso puede repetirse incontables veces, hasta que decidimos comprar un nuevo aparato, o bien hasta que el técnico se harta de las imaginarias fallas de nuestros artefactos.

lunes, 11 de abril de 2011

Omniriciar

(Verbo. Del latín omni = que abarca todo y reicio = desechar) 

Reemplazar o descartar drásticamente la totalidad de un sistema ante el defecto de una de sus partes.

Quien compra una nueva bicicleta cuando se rompe una cubierta; o abjura de la totalidad de su carrera académica porque no le gusta una determinada asignatura, o abandona a su amada porque le encuentra un defecto inesperado, está omniriciando.
En rigor el término debería aplicarse a aquellas acciones de desechar algo cuya parte defectuosa podría cambiarse. En este sentido riguroso quizás se aplique con más propiedad al ejemplo de la bicicleta, un poco menos a la carrera académica y tal vez menos aun a la amada con defectos. Es patente que una cubierta de bicicleta puede fácilmente reemplazarse por otra; no es tan fácil (o es a veces imposible en la práctica) modificar el contenido de una carrera o lograr que la amada mejore sus defectos. En este último caso, en parte, porque los defectos de carácter están sujetos a consideraciones puramente subjetivas; en parte porque no es bueno que una persona se sienta obligada a cambiar para que su amante la acepte, y en parte porque quien da demasiada importancia a un defecto sin duda ya no está enamorado.

viernes, 8 de abril de 2011

Asintomiatra

(Sustantivo y adjetivo. Del griego a = negación; sýmptoma =  fenómeno que acontece en simultáneo y iatros = médico)

Enfermedad cuyos síntomas desaparecen cuando está presente el médico.

"Tengo un terrible dolor en la espalda. ¡No puedo siquiera tocarme!" dice el paciente frente al médico. Cuando el profesional le toca la espalda y le aprieta fuertemente, el paciente afirma que ya no le duele; que el padecimiento había sido insoportable hasta unos minutos antes de haber ingresado al consultorio, pero que ahora, justo ahora, no está ahí. El médico apenas prescribe una aspirina o unos leves masajes. Pero basta con que el paciente salga de la sala para que el dolor ataque con toda su fuerza. Este proceso puede ocurrir decenas de veces hasta que el doctor debe optar por el desconcierto o (más probablemente) por el enojo o el diagnóstico de histeria.

miércoles, 6 de abril de 2011

Metafiaca

(Sustantivo. De metá = más allá y fiaca = argentinismo por pereza. Adjetivo: metafiacoso)

1. Sensación de cansancio generada por la posibilidad de la realización de futuras actividades que provocan cansancio.

La metafiaca se origina a partir de una hipótesis imaginaria: se puede sentir una honda extenuación de solo pensar en tener que levantar bolsas de cal y cemento para construir la habitación del fondo. Es un agotamiento mental que se anticipa a agotamientos puramente contrafácticos: de sólo pensar en el sueño que tendríamos si estuviéramos tres noches estudiando sin dormir, nos invade un sueño pesado e ineludible. Como si a través de esa anticipación luego, cuando de verdad se consuman los hechos imaginados, quizás no estemos tan agotados gracias al descanso que hicimos tres meses atrás.

2. Capacidad de pensar en los posibles momentos de descanso cuando se anticipa una actividad intensa. 

Si el jefe nos está explicando que al día siguiente debemos trabajar dieciocho horas y nos detalla con obsesión sus directivas, el metafiacoso sólo está atento a la posibilidad de relajarse, tomar café, almorzar, dormitar o distraerse durante esas dieciocho horas. "¿Tendré tiempo de jugar al Solitario en la computadora? ¿Podré sentarme y sacarme los zapatos unos minutos? ¿Me dejarán salir al balcón a respirar y fumarme un cigarrillo?". Su actitud es la de alguien que, de manera disimulada, intenta escaparse o evadirse de algo crucial para ganar pequeños tiempos en los que recrearse en inocentes placeres

martes, 5 de abril de 2011

Gelotocracia

(Sustantivo. Del griego geláo = reír y krátos = poder. Adjetivo: gelotócrata)

Capacidad de imponer la voluntad mediante la risa. 

Quien suelta una risa malévola y cacogelótica puede intimidar a una audiencia y hacerla sentir subyugada y sometida. Aquel de quien se está riendo el gelotócrata tal vez haga todo lo posible por evitar la burla: su único objetivo consistirá en escapar de la interminable y aterradora carcajada.
La voluntad no sólo puede imponerse por la aversión a la risa ajena. A veces es justamente por la razón contraria: queremos complacer a un niño o una mujer, y deseamos cumplirles todos sus caprichos sólo para escucharlos reír una vez más.

lunes, 4 de abril de 2011

Temporaquizar

(Verbo intransitivo. Del latín tempus = tiempo y acus =a guja, aguijón)

 1. Tener muy en cuenta el paso de los minutos. 

A veces no estamos muy pendientes del reloj y el paso del tiempo; otras veces, en cambio, hay que vigilar que cada minuto no se vaya sin que hayamos hecho una sucesión de cosas urgentes. Una hora antes de viajar o de ir al trabajo suelen ser cruciales para resolver acciones de último momento: es en esas situaciones y otras similares en las que calculamos, corremos y apretamos los sucesos para que quepan en pocos segundos.
Dejamos de temporaquizar cuando descronamos. Descronar no sólo es dejar de mirar el reloj: es también dejar de marcar el tiempo. Cuando temporaquizamos, en cambio, sentimos cronorexia y cronodulia.  En rigor, la acepción que estamos definiendo aquí no difiere demasiado de esta última, pero hay un pequeño matiz: la cronodulia consiste en una sujeción continua y obliterante del horario, impuesta a partir de obligaciones externas (por lo general, laborales). Cuando se temporaquiza, en cambio, hay una necesidad ininterrumpida de contar los minutos, y por lo general esto ocurre previamente a una actividad importante. Un cronodúlico puede estar pendiente del horario, pero sólo para que no se le haga tarde para un hecho puntual (acostarse, levantarse o tomar un medicamento). El que temporaquiza, en cambio, observa cada minuto para obligarse a hacer cosas más rápido y con más eficacia antes de que se cumpla cierto plazo.  

2. Sentir que es tarde para algo. 


Etimológicamente, "temporaquizar" puede parafrasearse como "sentir el aguijón del tiempo". Por ello, la sensación de que el tiempo para hacer algo ya se acabó (o está por acabarse) merece ser abarcada por este término. Según esta segunda acepción, se puede temporaquizar aun cuando se tenga tiempo libre: puede que en nuestras vacaciones de marzo sintamos que ya es muy tarde para ir a la playa; puede que a pesar de que compramos bizcochos y facturas para el mate, nos demos cuenta de que ya pasó el momento para la merienda y conviene ir pensando en la cena; puede que nos sintamos viejos para hacer una carrera o tener hijos. Esta sensación suele venir acompañada de una gran modulancia.