(Sustantivo. Del griego pterón = ala y fthonos = envidia)
Envidia de los animales que pueden volar.
¿Por qué algunos seres tienen alas y otros están condenados a vagar por la superficie, sin posibilidad de contemplar el mundo desde una majestuosa altura? ¿Por qué los designios de la presión evolutiva nos constriñeron a desarrollar pulgares oponibles en lugar de plumas? ¿Por qué es tan inalcanzable una estrella como la copa de un árbol? ¿Por qué una caída desde las alturas nos mata irremisiblemente, sin que podamos aletear a último momento para evitar el crudo golpe en el piso?
Los niños sienten la teroftonia con mucha angustia. A veces mueven los brazos con frenesí, emulando a una paloma, pero sólo logran cansarse (y de ese modo se olvidan y juegan a otra cosa). Es posible que alguna vez un niño haya dado -por azar, y durante unos pocos segundos- con alguna técnica para planear en el aire.
Quizás, si aleteáramos muy seguido, le podríamos comunicar a nuestros genes el deseo de volar y dentro de treinta o cuarenta millones de años haya en la tierra una especie alada que cumpla con nuestros deseos. Desde luego, no hay garantía de que esa especie se parezca en lo más mínimo a nosotros, y eso quizás es una buena noticia.
1 comentario:
Cuando chico, mis sueños más lindos eran aquellos en los que podía volar. Había, efectivamente, desarrollado una técnica.
Después quise fabricar una mochila voladora a nafta. Suerte que me chirlearon cuando les pedí plata para comprar los implementos, je.
Un abrazo, Jorge. Y muchas felicidades para vos y los tuyos.
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