(Sustantivo. Del latín miraculum = milagro e invenio = descubrir, encontrar. Adjetivo: mirinvénico)
Tendencia a encontrar milagros donde sólo hay probabilidad.
Un milagro es un hecho puntual que contraviene a leyes físicas bien establecidas. El milagro es, por ello, una suspensión del curso natural de las cosas y la irrupción de un suceso nomológicamente imposible. Contarían como milagros la resurrección de una persona después de haber estado muerta durante mucho tiempo, la reconstrucción espontánea e inmediata de un edificio destruido o la aparición ex nihilo de un plato de comida frente a los ojos de un hambriento. Los ejemplos aducidos, sin embargo, pueden ser engañosos. Una sociedad que desconoce la electricidad puede creer que las bombillas se encienden por milagro. Alguien que desconociera una novedosa técnica de reconstrucción de edificios podría pensar que el inmueble se levantó de manera espontánea. En este aspecto, sigue vigente una de las leyes de Arthur Clarke: una tecnología perfectamente avanzada no puede distinguirse de la magia. ¿Cómo sabemos si la resurrección de una persona obedece a un designio milagroso, o a la aplicación de una ciencia extraterrestre sumamente avanzada y desconocida?
Debe quedar claro, de todos modos, que los milagros requieren de una suspensión de las leyes de la naturaleza. Si quedan resquicios de probabilidad para que un determinado hecho ocurra, entonces no se trató de un milagro. Sin embargo, hay una enorme tendencia a creer que ciertos hechos altamente improbables (y a veces no tan "altamente") son, lisa y llanamente, milagros. Curarse de una enfermedad, conseguir empleo, comprar una casa a buen precio, presenciar una estrella fugaz, tener un hijo sano o encontrar el gusto de helado que queríamos no son milagros; sin embargo a veces se nos pide que aceptemos cada cosa buena que nos ocurre como si fuese una dádiva divina especial; como si Dios hubiese hecho una excepción con nuestro caso: "¿No es un milagro que hayas vuelto a encontrar en la calle el aro de plata que habías perdido?", nos preguntan las tías solteronas mirinvénicas. Por lo general, quien padece de mirinvenio no está dispuesto a escuchar los argumentos probabilistas, y suele tratarse de personas que tienen escaso o nulo conocimiento de los detalles de la supuesta noticia milagrosa.
Es interesante observar que la mayoría de los hechos que se suelen considerar milagrosos tienen que ver con la salud de las personas: Juan estaba muy enfermo, los médicos diagnosticaron un mes de vida y sin embargo se curó. He ahí un milagro. Sin embargo, si uno escarba en la historia real del suceso, resultó ser que sólo uno de los diez médicos vistos dio un pronóstico negativo; o incluso sólo se dijo que la muerte era una posibilidad a enfrentar que no tenía por qué darse. Desde luego, una vez que la persona está curada, el mirinvénico cuenta la historia de la manera más pintoresca que se le ocurre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario