(Sustantivo. Del latín frivolus = vano, fútil y vocatio = llamado, invocación)
Utilización de la plegaria para propósitos banales.
Se supone que el creyente puede pedirle a Dios que guarde su alma, que bendiga a sus familiares y amigos y que perdone a las personas que cometen acciones malas. Quizás tenga permitido rogarle por una enfermedad, por un reencuentro largamente esperado o por hallarle un nuevo sentido a la vida. Tal vez le pueda pedir un trabajo (si no lo tiene), una casa (si ya no puede pagar el alquiler) y algo de comida. Es dudoso que se lo pueda invocar para que nos apruebe el examen o para que el perro de la vecina deje de morder a nuestro hijo. Pero suplicarle para que nos alcance la botella que está en la cocina, o para que el botón del pantalón deje de apretarnos; o rezar frenéticamente para que desaparezca una mosca o para que el kiosco todavía no haya cerrado, parecen formas excesivamente ramplonas de comunicarse con Dios. Son frivocaciones, las cuales sin duda, configuran una forma de malgastar las súplicas. Y si estas son insistentes y muy banales, se corre el riesgo de enojar a un dios quisquilloso. Aunque quizás, de tanto insistir, el dios -enojado- podría presentarse y otorgarnos el pedido, de mala gana, con el solo propósito de que ya no lo molestemos: "¡Tomá, pelotudo, te enfrié la cerveza, ahora dejame de joder!". Si esto ocurriera, se habría logrado una pragmafanía.
Claro que se podría elaborar el razonamiento inverso: si Dios (que todo lo ve, lo oye y lo hace) no tiene la voluntad de hacer que desaparezca una manchita de grasa en mi pantalón, ¿cómo puedo pedirle que le dé sentido a mi vida o que libere a la humanidad del cáncer?
2 comentarios:
Considerando que los humanos fuimos creados a Su imagen y semejanza intuyo de debe haber un comportamiento análogo de parte del Creador, una especie de "Frivocordia" (si me permite el término) que hace que por ejemplo encontremos una birome nueva debajo de un asiento de colectivo cuando en realidad lo que pedimos con ayuno y oración es conseguir trabajo.
Genial tu comentario, Principito.
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