(Verbo. De nunca y más. Adjetivo: anuncamado. Sustantivo: anuncamamiento.)
Anunciar en voz alta que nunca más se hará alguna acción banal o cotidiana.
Para que se produzca el anuncamamiento, es necesario que el anuncio implique una restricción excesiva y que, por lo tanto, no se pueda cumplir con lo anunciado. Si alguien dice "nunca más tomo un vaso de agua en mi vida", es posible que se haya anuncamado, pues tarde o temprano quizás alguien le ofrecerá un vaso de agua -en una reunión, en la casa de un pariente o alguna tarde calurosa- y no tendrá más remedio que aceptarlo.
Muchas veces los padres anuncaman a sus hijos: les dicen que si hoy no ordenan su cuarto, nunca más les comprarán golosinas o nunca más les dejarán usar sus juguetes. Los niños aprenden desde muy temprano que sus padres utilizan el anuncamamiento como una amenaza imposible de cumplir; saben que en el reino de las relaciones parentales el "nunca más" no existe, y mucho menos si la amenaza implica algo tan cotidiano como un juguete o una golosina.
Uno puede anuncamarse a sí mismo, o anuncamar a otra persona. En todos los casos, el anuncamamiento es un "irse de boca", es prometer una renuncia que desde el mismo instante en que se emite está condenada al perjurio. De hecho, el anuncamado se distingue del perjuro porque este último rompe su juramente pudiendo haberlo cumplido (y con plena conciencia de ello). Pero el anuncamado hace un anuncio cuyas condiciones son a priori imposibles de satisfacer. Lo curioso es que el anuncamamiento no puede satisfacerse no porque el objeto de la promesa sea muy difícil o inalcanzable, sino porque es demasiado cotidiano como para excluirlo de las prácticas de la vida diaria.
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