(Adjetivo. Del latín paucus = poco y for = hablar)
Mientras lo inefable es aquello de lo que no se puede hablar, lo poquifable puede definirse como aquello de lo que no hay mucho para decir.
¿A qué cosas se puede calificar de "poquifables"?
Las sensaciones podrían ser llamadas así. Si usted intenta describir una sensación a alguien que nunca la tuvo, se dará cuenta de que cualquier adjetivo será insuficiente, insatisfactorio o vagamente descriptivo. Si trata de explicar cómo es ver el color rojo a alguien que nunca lo vio, podrá utilizar una analogía como: "Es un color contundente, apasionado, que deja una marca profunda en la retina". Pero esa descripción no puede generar en el otro la representación del rojo, a menos que haya visto alguna vez ese color. Haga la prueba con otras sensaciones más complejas: un orgasmo, el dolor de un infarto, las mariposas en el estómago.
Algunos filósofos y científicos han dicho que las sensaciones son inefables: nada podemos decir de ellas. Sin embargo, el filósofo Daniel Dennett objeta que se ha dicho que son inefables, pero nunca se deja de hablar de ellas. Aun así, -objetando a Dennett- es poco lo que podemos describir de las sensaciones. Quizás, porque la mayoría de las cosas inefables son, en realidad, poquifables.
En rigor, Dios, el Más Allá, la Nada y cualquier otra entidad metafísica no es inefable: es poquifable. Pues ya el solo hecho de nombrarla nos informa que algo puede decirse. Al menos el nombre. Y si no podemos nombrarla, también es poquifable: pues al menos sabemos que no puede nombrarse. Lo único que es realmente inefable es lo que nunca se ha dicho y no podría decirse por ningún medio.
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