martes, 12 de octubre de 2010

Ergonófago


(Adjetivo. Del griego ergon = trabajo y fágos = comer. Sustantivo: ergonofagia)


Objeto o sistema que posee un problema mínimo, puntual y acotado que sin embargo se resiste a ser resuelto.

Un objeto no se convierte en ergonófago por pereza o negligencia: a veces algo no se arregla aun cuando se ejecutan con cuidado e insistencia todos los pasos necesarios para que eso se arregle. El término hace referencia a la sistemática terquedad de un mismo objeto o sistema problemático. Si el objeto se resiste sólo una o dos veces, o si varios objetos del mismo tipo se vuelven refractarios a las soluciones aportadas, ya no se aplica.

Tomemos algunos ejemplos de ergonofagia:

El reloj no funciona. Le cambiamos la pila, y sigue sin funcionar. Le cambiamos el  motor, y aun no funciona. Cambiamos las agujas, una vez más el motor, otra vez las pilas, y tampoco. Aun cuando en rigor ya es otro reloj (pues hemos sustituido todos sus componentes funcionales), la solución no se hace presente. 

Algo similar ocurre con ciertas goteras. No importa cuánto trabajo se realice ni qué tan garantido sea el método: la gotera nunca se soluciona. O, si lo hace, es de manera parcial y tentativa: basta una lluvia torrentosa para que la gotera vuelva a aparecer, o elija otro lugar del techo donde manifestarse.

La ergonofagia es muy común en artefactos hogareños que requieren reparaciones de plomeros o gasistas: calefones, estufas, cañerías y grifos que, sistemáticamente, tienen problemas para cuya solución los expertos han dado garantías y explicaciones exhaustivas. Es muy común que, cuando reprochamos a los plomeros o gasistas por el trabajo mal hecho, ellos se muestren asombrados por el persistente desperfecto y digan: "nunca me pasó eso con un calefón", o "jamás vi que un caño siguiera perdiendo aun después de haberlo cambiado", o incluso: "usted debe haber metido mano para que pase esto".

Este curioso fenómeno pone de manifiesto las insólitas limitaciones del conocimiento y la acción humanas: lo que funciona en todos los casos puede no funcionar en este caso concreto, aun cuando no hubiera una razón adicional para ello. Puede ser que los tratamientos antipulgas funcionen con todos los perros del mundo, exceptuando sistemáticamente a nuestro perro.
Ante la ergonofagia se pueden sospechar dos cosas: o bien está interfiriendo algún factor que ni nosotros ni los expertos han tenido en cuenta, o bien el objeto recalcitrante ha sido víctima de un maleficio.

1 comentario:

el violinista animista dijo...

yo no creo en el pensamiento mágico, pero... mi computadora tiene días sádicamente ergonofágicos en los que de algún modo percibe que estoy apurado y malhumorado (combinación que encuentra muy digna de castigo) y parece que se divirtiera en llevarme la contra. esos días, todo lo que hasta el día anterior funcionaba perfectamente, deja de funcionar al unísono. no hay reinstalación, restauración de sistema ni formateo que valga. cuando finalmente acepto la inutilidad de calentarme y me entrego a sus oscuros designios cibernéticos, el problema se resuelve solo. creer o reventar.