(Sustantivo. Del latín condo = esconder, fundar y desilio = saltar hacia abajo)
Tendencia de ciertos objetos a caer en lugares virtualmente inaccesibles.
Cuando se nos cae al suelo la tapa de un frasco, una goma de borrar, una pelota o un llavero, es casi imposible evitar que se escabulla debajo del sillón, de la mesada o de la heladera. Gracias a la condesilia, ningún objeto quedará al alcance inmediato de la mano o de un leve estirón del antebrazo: es necesario agacharse, escudriñar rincones, tantear en una oscura profundidad y, a veces, desistir. El objeto ha quedado debajo del horno, bien en el fondo, allí donde ni un palo de escoba puede llegar. Otras veces cae debajo de un mueble que está detrás de otro y, para poder sacarlo hay que correr un pesado sillón, para lo cual previamente se debe correr una mesa, dos jarrones y un modular con cristalería fina. A veces no vale la pena tanto esfuerzo.
Lo curioso es que esos objetos tienen una condesilia tan fuerte que, una vez que los hemos recuperado, si se llegaran a volver a caer, volverían a quedar en otro lugar tan inaccesible como el anterior.
Gracias a la condesilia podemos perder un objeto sabiendo dónde está.
La calsulecia es una forma atenuada de condesilia.
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