(Adjetivo masculino)
Hombre maduro y afable que seduce a mujeres de su edad con alguna anticuada habilidad práctica.
El garcholindo casi siempre trabaja de manera autónoma. Repara veletas, o arregla muñecas viejas, o sabe cómo arreglar un combinado, o fabrica gomina casera, o conoce el arte de la poesía de rima melosa, o pinta cuadros de ocasos y rústicos paisajes agrestes. Las señoras grandes sienten que el garcholindo es amoroso y admirable, y secretamente fantasean con pasar una romántica noche entre las herramientas de su taller.
Normalmente, el garcholindo es viudo, vive solo y se dedica casi de forma exclusiva a desarrollar la habilidad que lo hace famoso. Por lo general se baña poco, pero anda perfumado y con raídas ropas acpetablemente limpias.
3 comentarios:
Nosotros teníamos uno.
Le decían "Jardín Florido", Bertapelle.
De oficio, piropeador.
¡El mítico JardínFLorido, cierto, símil Einstein con levita y sin plata! Pero el garcholindo tal vez -creo- ratonea más a la prójima, y JF lo hacía él.
Digo, qué se yo.
Dios mío, veo mi futuro!
Publicar un comentario