(Sustantivo. Del griego sténos = fuerza y froné = mente)
Sensación de que se está haciendo "fuerza" con la mente para que ocurra algo.
Intente doblar una cuchara con la mente. Concéntrese en ella y mírela fijo durante dos o tres minutos. Es probable que con el correr de los segundos comience a contraer los músculos de su cabeza; quizás abra mucho los ojos, diga mentalmente algunas palabras (algo así como "movete", "doblate", "yo puedo" o similares), contraiga el esfínter o parpadeé varias veces. Todo ese esfuerzo probadamente inútil es la estenofrenia. Si la cuchara no se dobla, nos dirán que no nos concentramos lo suficiente, que no pudimos focalizar la "energía mental" o que todavía no ascendimos al nivel del aura violeta de la era de acuario. Sin embargo, la estenofrenia no es más que una proyección intencional desviada: hacemos como si ciertos objetos (una cuchara, por ejemplo) fueran parte de nuestro cuerpo y pretendemos moverlos tal como moveríamos los brazos. Pero la cuchara se mantiene muda, inmóvil e indomable, lejos del poder de nuestras fuerzas psíquicas.
Desde luego, aplicamos muchas veces este ritual y no sólo con intenciones paranormales. Sentimos la misma tensión cuando el delantero lleva la pelota y parece que va a marcar un gol: predecimos la trayectoria de sus pies; nos parece que nuestra tensión mental lo provee de energía para patear al arco sin error. Nos creemos que, por un momento, somos sus movimientos. Un instante después nos vemos defraudados cuando yerra el tiro o demora el momento de patear: ¡Por qué no hizo nuestra voluntad! ¡Por qué no siguió las órdenes que le di a su cuerpo!
También ocurre cuando vemos a un perro que cruza la calle entre muchos automóviles. Aparece la estenofrenia mientras lo miramos esquivar malamente los coches. Pretendemos añadirle nuestra capacidad para mirar a los costados; en silencio le pedimos que retroceda hasta que cambie el semáforo: ¡Parece tan sencillo!, ¡si tan solo el perro pudiera escuchar nuestra advertencia mental y esperar unos segundos a que pase esa camioneta! Cuando el perro es arrollado advertimos una vez más que no tenemos el menor poder mental sobre los sucesos del universo.
Si la cuchara se dobla, el jugador patea en el momento en que le indicamos y el perro retrocede y si, en los tres casos, corroboramos que los sucesos ocurrieron por nuestra voluntad, en rigor no podemos hablar de estenofrenia: para que el término tenga aplicación, el esfuerzo debe ser inútil. Cualquier éxito probado en la "transmisión de voluntad a distancia" a un objeto, persona o ser, ya pasa al historial paranormal y sin duda merece otro nombre.
Estenofrenia es también la fuerza que hace una persona afectada de algún tipo de parálisis cuando intenta mover alguna parte de su cuerpo que no puede responderle.
1 comentario:
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