(Adjetivo. De calar y ratas. También puede utilizarse catarratas)
Dícese de quien presume de una especial capacidad para detectar a personas estafadoras o nocivas.
El calarratas a veces se justifica en una vaga corazonada o en su intuición, a la que califica de "infalible" para esos casos. "El tipo tiene los dientes separados y se ríe con la cabeza hacia atrás, como si estuviera tomándote el pelo. Seguro que te quiere cagar, cuidado". "A mí la intuición no me falla: si Andrés me cae mal, es porque hizo algo malo o porque lo está pensando. No me equivoco nunca". Admirador de la frase "La primera impresión es la que cuenta", el calarratas advierte a los demás de su impresión negativa y no admite ulteriores rectificaciones. Cree que su intuitiva reacción de rechazo es suficiente para concluir que alguien tiene una naturaleza maligna o perversa.
La mayoría de las veces el calarratas es un vulgar prejuicioso: considera malvado a todo aquel que se presente despeinado, con sudor, en actitud nerviosa y con dicción poco clara. La ausencia de "buena presencia" es un indicio suficiente para advertir acerca de la posible consecución de un delito.
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