(Adjetivo. Del latín non mihi = no a mí, no para mí)
Dícese de quien no responde a su propio nombre.
Algunas personas tienen un curioso trastorno: si las llaman, se dan cuenta de que hay alguien que está gritando su nombre, pero no reconocen que ese nombre es el de ellas. Aun si les gritaran con insistencia su nombre, apellido y número de documento, mirarían incómodos a los costados, para ver si alguien se da por aludido. Después de muchas cavilaciones, un compañero que está cerca les dice: "Carina, te están llamando", y en ese instante despiertan de un extraño sopor. Por alguna razón, estas personas viven en tercera persona; se sienten eternos espectadores de lo que pasa y jamás imaginan que el mundo los pudiera interpelar.
El nómeco no sólo se comporta de ese modo con su nombre. Si suena su teléfono, hay que avisarle que ese saturado y estridente compás de cumbia es su teléfono. No sólo no responde ante el frenético ringtone que él mismo eligió para su celular; tampoco parece advertir que está sonando algo y continúa hablando (o escuchando) como si el repentino "Nunca me Faltes" de Antonio Ríos que sale de su bolsillo no hiciera ninguna interferencia.
En otros casos, el nómeco no se da cuenta de que el timbre de la puerta está sonando en su casa, y no en la casa de algún vecino. No es imposible que, cuando lo han decapitado con la guillotina, durante los cinco segundos de sobrevida que, según dicen, tiene la cabeza, crea que el decapitado es otro.
El nómeco es un caso límite del enfulanizado. Es un autoenfulanizado.
1 comentario:
Es lo que le pasó a Homero Thompson: http://www.youtube.com/watch?v=KuqrjS79vBY
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