(Adjetivo. Del latín for = hablar; post = después y discessus = despedida.)
Quien inicia una conversación luego de despedirse.
El frodiscoso nos engaña con su repetido "adiós" a través del teléfono o cuando está de visita en casa, pero un segundo antes de que colguemos o de que le abramos la puerta nos preguntará cómo está la familia, el perro y el gato y acto seguido contará pormenores de sus propios parientes y mascotas. Luego se despide una vez más, de manera efusiva y asfixiante. Sin embargo, no nos deja colgar ni cerrar la puerta: sigue allí, hablando sin parar hasta que en algún momento mira el reloj, dice "qué tarde se hizo" y vuelve a saludar, con apuro. Esto tampoco lo detiene: ya a punto de cortar o de pisar la vereda, encuentra otra nueva e interminable temática para seguir parloteando.
Es común que el frodiscoso, a pesar de los innúmeros saludos de despedida que nos ha propinado, se vaya sin saludarnos, con la excusa de que ya nos saludó muchas veces.
Al frodiscoso se le puede proponer (con ironía) una especial técnica de saludo: que se despida muchas veces al principio de la conversación, para que después no tengamos que padecer la decepción de sus continuos amagues.
El frodiscoso es cronocléptico.
1 comentario:
Tengo una amiga que es un ejemplo típico de Frodiscoso o Frodiscosa en realidad: Puede hablar de ella misma más o menos ocho horas seguidas y luego se va abruptamente, sin haber escuchado nada de lo que quisimos decirle, es más, ni siquiera ha registrado ese detalle monosilábico con el que uno intenta mostrar que está ahí, que no es un poste. Lo mismo hace cuando empuña el teléfono. Y la despedida es idem. Aunque quizás más abrupta. Pero igual tiene un gran corazón. O eso es lo que ella dice.
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