(Verbo. Del latín aequus = igual y coopto = elegir)
Situación en la que se debe elegir entre falsas opciones.
En la góndola del supermercado se ofrecen dos clases de yerba mate, una de marca A y otra de marca B. Supuestamente, podemos optar entre ambas yerbas. Podemos deliberar acerca de las virtudes y cualidades de una marca sobre otra, pero habremos caído en la trampa del equicopcio si en realidad los envases de ambas marcas tienen el mismo tipo de yerba.
Los supermercados ofrecen otros equicopcios. Supongamos que se exhiben dos productos: un producto A a un precio razonable y otro producto B, de la misma calidad y cantidad, a un precio exorbitante. La elección se verá forzada al producto A, y sólo compraremos el B por descuido. No hay verdaderas alternativas cuando una es patentemente mejor.
La computación nos suministra un ejemplo perfecto: frecuentemente, el sistema operativo nos pide tomar ciertas decisiones: "¿Desea imprimir el trabajo o guardarlo en un archivo?". Elegimos "Imprimir el trabajo". Inmediatamente aprece un cartel que dice: "La impresora no está disponible. ¿Desea imprimir el trabajo o guardarlo en un archivo?" Nótese que en los ejemplos anteriores -las compras en el supermercado- podríamos escoger al azar alguna de las alternativas. En este caso, hay que escoger la (única) opción correcta para que el sistema pueda realizar alguna operación.
Quizás toda nuestra vida es producto de equicopcios y vivimos creyendo que hemos tomado decisiones difíciles y acertadas, cuando en realidad sólo elegimos la única opción disponible.
El equicopcio es el resultado contrario al que ocurre cuando se extramala.
5 comentarios:
"Una elección sin opciones es lo que se conoce como opción de Hobson", o algo así, decía un libro de marketing que estudiaba hace mucho.
«Do you want the puppet on the right or the puppet on the left» (¿Quieres el pelele de la izquierda o el de la derecha?) Fragmento de un diálogo de «Waking Life» (Richard Linklater), en relación con las elecciones políticas.
es como la política algunas veces, por lo menos en alemania...
Es el caso del asno de Buridán, que se dejó morir de hambre, por ser incapaz de elegir entre dos montones de heno exactamente iguales.
Hace mucho un texto de un blog no me copaba tanto. Muy bueno, realmente.
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