(Sustantivo y adjetivo. De la expresión "Nos fundimos")
Dícese de la persona que ha hecho una gran cantidad de malos negocios, y por consiguiente no es un socio recomendable para futuros proyectos.
El nofundo tiene un largo historial de inversiones arriesgadas y poco meditadas. Por lo general, se embarca en negocios para los cuales compromete el capital y la mano de obra de toda su familia y, a veces, de algún desprevenido conocido. De más está decir que el negocio no prospera debido a que el nofundo, cuando comienza a ver una pequeña ganancia, decide reinvertir todo comprando a crédito toneladas de mercadería que luego no puede vender. Entonces, en lugar de culparse él mismo por su desatino, se enoja con sus parientes, con los compradores y con el Capitalismo. Desde luego, antes de resignarse a bajar las persianas por su mala maniobra, encuentra otro posible negocio con el cual vuelve a endeudarse, comprometerse y enojarse.
Cuando sus allegados le objetan alguna decisión apresurada, él los acusa de que "no tienen instinto para los negocios" y utiliza como muletilla la expresión "El que no arriesga no gana". Cuando pierde, se justifica diciendo: "Por lo menos me la jugué; si les hacía caso a ustedes no hacíamos nada"
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