(Sustantivo femenino. Del griego hiper = superioridad, exceso; fós = luz y aíter = aire puro que respiran los dioses)
Luz que escolta a Dios cuando se aparece frente a las criaturas.
La divinidad se presenta con estruendo y magnificencia. Muchas veces es acompañada por una luz cegadora, más diáfana y poderosa que el sol. Esa luz es el entorno fenoménico del dios, creado por él mismo para que las criaturas no lo miren directamente al rostro ni le sostengan la mirada.
A veces miramos al cielo y entre los intersticios de las nubes se cuelan rayos de sol potentes y majestuosos, y creemos que Dios aparecerá por fin a revelarnos los secretos del universo. Desde luego, no lo hace, y esos rayos de luz no pueden compararse con las auténticas hiperfóteras.
Horas e incluso días después de haber observado una hiperfótera, la criatura siente una calma infinita, una placidez interminable y un regocijo pleno. De hecho, es común que la hiperfótera sea más recordada que el propio dios o sus palabras.
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