jueves, 9 de febrero de 2012

Disprodigio

(Sustantivo y adjetivo. De dis- y prodigio)

1. Persona que abusa de su talento.
2. Persona que posee una habilidad insoportable.

(Como sustantivo, la palabra disprodigio se refiere al talento o a la habilidad abusivas propiamente dichas)

En la acepción (1), un disprodigio tiene un auténtico talento, pero lo demuestra de manera tan insistente en cualquier ocasión que se convierte en una tortura para sus amigos, parientes y compañeros de trabajo. Todos reconocen que Alberto tiene una voz hermosa, pero ya cansa un poco que se ponga a cantar en cuanta reunión haya, no deje hablar y exija aplausos durante horas. José es un maestro de la guitarra, pero, ¿es necesario que la toque incluso en la biblioteca? ¿Es posible que debamos soportar los raps espontáneos y creativos de Carlitos en las kermeses, los cumpleaños y los velorios? Eugenio es un excelente pintor, pero, ¿hace falta que traiga caballetes, acuarelas y pinceles al asado en el campo?

Si con la acepción (1) ya es difícil aguantar al disprodigio, en la acepción (2) las cosas se ponen peores. Según (2), el disprodigio no posee un talento digno de reconocimiento, sino una habilidad especial en rubros en los que es difícil determinar si se trata de algo elogiable o reprochable. Una persona que tiene la capacidad de hacer sangrar su nariz de forma espontánea; otra que puede eructar durante seis minutos; otra que puede tragarse cigarrillos encendidos: todas estas son ejemplos de actividades disprodigiosas en sí mismas. Pero para que el disprodigio sea completo, el "talentoso" debe tener una necesidad de mostrar su gracia en cualquier ocasión que se le presente: Ignacio vomita sangre como parte de su número en los cumpleaños de sus sobrinos; Juana se clava agujas en el estómago en las reuniones con sus amigos y Martín exhibe su habilidad para tragarse planchas de vidrio en la calle, en su trabajo y en las salas de espera del hospital.

En ambas acepciones, los ocasionales y cautivos espectadores sólo desean huir del disprodigio.

1 comentario:

Grupo de Expertos en Todo dijo...

Debo agradecer al destino y a mi desacertada elección de instrumentos que nunca me hayan puesto a tocar para complacar a las visitas: es que un solo de batería solo complace al baterista o a la audiencia que espera el solo siempre y cuando el drumming man sea habilidoso (por lo tanto, mis solos eran más solitarios que el resto). Mi hermano en cambio sufrió el acoso de mis padres que todo el tiempo lo empujaban a convertirse en un disprodigio: el pobre eligió la guitarra.

En cuanto a la segunda acepciòn, recuerdo con desagrado a un amigo que se doblaba el pulgar hacia atrás en un ángulo insoportable para el resto de los mortales, y cada vez que podía mostraba esa extraña elasticidad como un don. Tutatis nos ampare si sigue haciéndolo.