(Sustantivo. Del griego spánios = escaso, raro, excepcional y synforo = acontecimiento)
Dificultad extra de un problema por causas puramente idiosincrásicas.
No somos especiales en nuestras virtudes, pero nuestros defectos son especialmente rebuscados: "Usted tiene divertículos. Normalmente, los divertículos de su tamaño no provocan ninguna consecuencia indeseable. En su caso, en cambio, por razones que no podemos determinar, a usted le provoca mareos, vómitos y psicosis" . Cuando nos comunican la causa de un malestar, resulta que nuestro cuerpo reacciona de maneras raras e inesperadas. Algo en nosotros funciona a contramano de las leyes más pedestres.
La espaniforia no ocurre sólo con hechos de nuestra constitución anatómica: también se hace extensivo a los objetos que nos rodean. Si la heladera tiene un leve desnivel, es probable que, cuando se la descongele, el agua no escurra como corresponde. Normalmente, no hay otro problema adicional. Pero por alguna razón (la conjunción entre el desnivel, el motor de fabricación coreana, el peso de la puerta y las alacenas con un número impar de huevos), en nuestro caso cada vez que descongelamos la heladera se escuchan extrañas explosiones. Cuando se deja el televisor enchufado, por lo general no suelen haber consecuencias. Nuestro televisor, en cambio, si queda apagado pero conectado a la electricidad, provoca que se enciendan las luces de toda la casa.
Hay una diferencia entre la espaniforia y la ergonofagia. Mientras que para el ergonófago la solución de un problema es sencilla, pero imposible, en la espaniforia la solución se vuelve impracticable o difícil por la rareza y complejidad del fenómeno.
1 comentario:
La espaniforia me ataca especialmente cuando se trata de asuntos prácticos como cambiar el cuerito de una canilla o cosas tan simples, que todo el mundo soluciona con una solvencia que ni le cuento. En mi caso, por motivos de mi propia idiosincracia, o sea, mi inutilidad proverbial, todo se vuelve demasiado complicado.
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