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Aplicar erróneamente un diminutivo por proyección de una característica ajena.
A veces le hablamos a un bebé y decimos "qué lindas manitos, qué orejitas pequeñitas, qué ojitos chiquitos". Otras veces, por una proyección equivocada, decimos "El bebé me agarró las manitos", y en ese caso nos aplicamos nosotros el diminutivo que debía aplicársele al bebé. Cada vez que cometemos este error estamos prominonizando.
1 comentario:
Como las mocitas de los barcitos y los empleaditos de los negocitos que nos preguntan si queremos alguna otra cosita más y si no, que si nos traen la cuentita, todo eso con una sonrisita.
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