(Adjetivo y sustantivo. De Chirolita: nombre del muñeco del famoso ventriloquista conocido como Mister Chasman)
1. Títere que maneja a su amo.
2. Entidad inerte e inconsciente que toma el control de un sujeto consciente e intencional.
Esta palabra, en sus dos acepciones, puede utilizarse tanto en su sentido literal como en el metafórico, aunque es más común el último. En sentido literal implica otorgarle una intencionalidad real y propia a la entidad inconsciente. Un muñeco sin vida que manejara a una persona, debe tener cierto tipo de objetivos, aun cuando no se tratara de objetivos conscientes. A veces los niños dicen que sus muñecos les dan órdenes. Si ellos las acatan, y si las órdenes son sistemáticas, continuas y sin resquicio para ejercitar la propia voluntad, entonces ya no estamos ante un juguete inocente, sino ante un chirolote.
En su acepción metafórica, el término se usa para adjetivar al subordinado (de una empresa, de un estado, de un reino) que se comporta como jefe de sus propio jefe. Si el gerente le dice a su empleado: "Vení mañana a las siete y limpiame el escritorio", y si el empleado responde: "Mañana no tengo ganas; es más: vení vos a limpiarme el mío", y si el jefe acata de modo sistemático retruques de este tipo, se dice que el empleado es un chirolote. Lo mismo ocurriría si un funcionario de segunda o tercera línea del estado (o de un reino) es capaz de dar órdenes a su presidente (o a su rey), y si el presidente (o el rey) respondiera sin chistar a esas órdenes.
Para que a una persona se la califique de chirolote es necesario que su superior acate las órdenes que le imparte.
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