(Sustantivo. Del latín cum = con y divideo = dividir)
Individuo que sólo surge cuando hay muchos individuos.
¿Conoce usted a Carlitos? Carlitos estuvo en la reunión de ayer, cuando Roberto, Martina, Ariel, José y Joel se juntaron a cenar. También estuvo hace dos semanas, cuando Rebeca, Carolina, Ariel, Roberto y Jorge fueron a la fiesta de Miranda. Usted sí conoce a Carlitos: está presente en casi todas las reuniones. Pero nunca se va de ellas; nunca lo ve en otra circunstancia; no sabe de su vida, ni de sus padeceres, ni de su familia. Carlitos es un codividuo: una especie de entidad que surge de la conjunción de muchas entidades. Él no tiene una existencia independiente. Sale en las fotos grupales, pero no se le conocen fotos en solitario. No tiene domicilio, ni pareja. Su vida se limita a un ecosistema muy preciso: la conjunción de seis o siete amigos, pizzas, cerveza y sábado a la noche. O diez compañeros de trabajo, una fotocopiadora, tres oficinas y días hábiles. O una cancha de fútbol, tres árboles, diez gorriones y un niño que patea solo al arco. El codividuo simplemente se diluye cuando los individuos y el entorno que lo conforman se separan.
¿Le ha pasado alguna vez que, al examinar una foto grupal, encuentre en ella alguna persona que no estaba presente? Siempre, en las instantáneas multitudinarias, sale más gente de la que hay. Esos tránsfugas que roban píxeles en las cámaras son codividuos, tenues entidades que buscan inmortalizar su vacilante existencia mediante la argucia de confundirse entre individuos autónomos.
¿Tiene usted la certeza de no ser un codividuo? ¿En qué funda esa certeza?
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