(Adjetivo y sustantivo. Del griego a = negación; angizzo = tocar y méra = parte)
Dícese de la parte defectuosa de un sistema que no se desea examinar por temor a que ya no funcione.
Cuando un sistema posee prodiasteria, es decir, cuando opera a pesar de evidentes signos de destrucción, a veces es mejor que no se lo intente arreglar. La computadora enciende aunque se quemó el ventilador, la placa de video está suelta en el interior del CPU y la memoria RAM fue orinada por un gato. Usted sabe que, si se le ocurriera mover o limpiar algo, quizás la máquina deje de funcionar para siempre. Tal vez, si intenta limpiar la memoria RAM, de manera involuntaria contamine con orín la placa madre; si cambia el ventilador moverá la placa de video que está suelta y generará un coctel peligroso. Algunos sistemas se mantienen operativos precisamente porque no queremos arreglarlos: nuestra intervención sólo complicaría las cosas. Nuestro propio cuerpo es anangiómero en muchos sentidos: decidimos que la operación de juanetes o el arreglo de los dientes puede generar mayores problemas que este estado de dolor y mala masticación que padecemos.
Los anastolpios son típicos objetos anangiómeros.
La diferencia entre los anastolpios, los objetos con prodiasteria y los anangiómeros es que, en los dos primeros casos, los remiendos y arreglos son deseables y contribuyen a su (precario) funcionamiento. En cambio, en los anangiómeros la reparación pone en peligro la funcionalidad.
3 comentarios:
¿¿¿¿Dìscese????
¡Ups! Ya lo corrijo.
Genial
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