(Sustantivo. Del griego mikrós = pequeño y phaíno = manifestarse. Adjetivo: micrófano)
Revelación trascendente cuyos efectos duran unos pocos días o minutos.
A lo largo de la historia, las voluntades y deseos de las personas han sido trastrocadas por supuestas apariciones de seres metafísicos. Si a un alcohólico se le presentara un dios (o si alucina con él), es posible que deje la bebida y que dedique el resto de su existencia a ponderar los beneficios de la abstinencia y de las revelaciones. Si un moribundo se cura de su herida después de ser visitado por un ángel, casi seguro que tanto el agonizante como su entorno encuentren un profundo sentido a su renovada existencia. Una persona buena y pacata que se encontrara con el Demonio seguramente entraría en un frenesí homicida a escala sobrehumana.
Pero cuando ocurre una microfanía, el micrófano (quien recibe la revelación) se encuentra con un ser divino y se siente hondamente interpelado a cambiar su estilo de vida, aunque su convicción dura muy poco tiempo. El dios pudo haber revelado con precisión su propósito; quizás le dijo al micrófano que abandone su empleo y se convierta en un eremita y viva en el desierto. Quizás el micrófano tiene la convicción de seguir ese mandato, pero a los pocos días decide que es ridículo, que él no está hecho para eso y finalmente resuelve continuar con su empleo y su vida.
Las microfanías son manifestaciones fallidas de la fuerza divina. No es que los dioses se equivoquen; ocurre que la voluntad humana y las pequeñas comodidades de la vida actúan como un poderoso campo de fuerza que nos llevan a desoir propósitos inescrutables y magnos designios.
Puede llamarse microfanía, también, a una revelación divina cuyo propósito es informarnos acerca de un hecho banal e intrascendente. En este sentido, si Dios se presentara con estruendo para comunicarnos que no hay leche en la heladera, o que salió una oferta de duraznos en el mercado, se trataría de una microfanía.
2 comentarios:
Tuve la tentación de pensar en un dios falible o ausente. Uno que cada tanto se manifiesta mediante una microfanía para indicar que está ahí pero no tanto.
Un dios que el micrófano disculpa mediante la coartada de del libre albedrío.
Me voy a quemar en el infierno por hereje ¿no?
Califica como microfanía de la vida sana la conducta posterior a los resultados de un análisis de sangre, esa que dura una, dos o como mucho tres semanas?
O tiene que intervenir una deidad sí o sí?
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