miércoles, 7 de abril de 2010

Apodio

(Sustantivo. Del griego apó = fuera, del lado de afuera y hódos = camino) 

1. Objeto que, a pesar de que no se lo puede encontrar, todavía no se lo da por perdido.

2. Tiempo de búsqueda de un objeto en el que, a pesar de no encontrarlo, aun no se lo da por perdido.

Existen tiempos de tolerancia antes de dictaminar que una cosa está definitivamente extraviada. Las llaves se suelen perder en algún lugar de la casa, pero mientras las buscamos tenemos la certeza de que están por ahí, y que nuestra búsqueda es, todavía, acotada, calculable y fructífera. Sin embargo, si pasa una hora de búsqueda frenética; si las llaves ya no están en ninguno de los lugares imaginables y si buscamos nuevamente por los lugares donde ya habíamos buscado (como si hubiésemos caído en un bucle desesperado), entonces se termina el apodio y comienza el desesperante extravío.
Cada cosa tiene un apodio diferente. No es lo mismo perder un juego de llaves en la habitación que perder un lente de contacto en una pileta, o un niño en un supermercado. En todos los casos, sin embargo, hay tiempos en los que la búsqueda es una iniciativa esperanzada y racional. Esos tiempos son el apodio de la búsqueda. Cuando la desesperación, el hastío y la falta de hipótesis comienzan a ganar terreno, allí comienza el verdadero extravío.

La palabra "Apodio" hace referencia a algo que quedó "fuera del camino", más allá de las rutas que solemos transitar y que, por lo tanto, se nos vuelve virtualmente inaccesible. Sin embargo, ese "fuera" no implica una inaccesibilidad absoluta: lo que está fuera de nuestra vista puede ser incorporado sin problemas a sus carriles cotidianos. Y, si no puede, ya deja de ser apodio para convertirse en un extravío.

Cuando se circunvía se corre el riesgo de convertir un apodio en un extravío. A veces, se genera un discuentro y otras veces (las más afortunadas) un dicondalio.

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