lunes, 21 de diciembre de 2009

Pretrete


(Adjetivo. Del latín pre = antes y traho = arrastrar)

Quien antes de presentarnos una cosa emite juicios de valor para condicionar nuestra opinión acerca de esa cosa.

 "Escuchá el chiste que me contaron... Está buenísimo... Es uno de los chistes más graciosos del mundo... No puedo parar de reírme..." nos dice el pretrete. Luego nos cuenta el chiste y resultó que no era tan gracioso. Sin ánimo de discutir, le decimos que en verdad no nos pareció tan bueno, pero él se siente ofendido o sospecha que no lo hemos entendido, o incluso apela a que él no sabe contar chistes. El pretrete pretende arrastrarnos a su opinión (de ahí viene la etimología) sin que medie nuestro juicio, el cual podría ser disidente.

Los pretretes más patéticos son los que emiten juicios positivos acerca de sus propias obras, por lo general estéticas. Un escritor que dijera "Tenés que leer mi novela, está buenísima, no sabés el suspenso que tiene", o un músico que nos anuncia la "sensibilidad increíble" que tiene tal o cual canción y que "nos va a hacer llorar" es no sólo un pretrete, sino también un peligroso ególatra. A veces el pretrete ególatra realiza una falacia de apelación al pueblo: "todos los que leyeron mi novela dijeron que tenía un suspenso bien logrado... Si a vos no te pareció, entonces es problema tuyo". "La mayoría de los que escuchan mis canciones me agradecieron con lágrimas... Si a vos no te emocionan andá a ver a un psicólogo". Con este argumento, el pretrete cree que el dictamen de una supuesta mayoría es válido sin discusiones. El pretrete tiene una ilusoria e ingenua concepción de las experiencias estéticas: reclama para sí una uniformidad de juicio con respecto a su obra, cuando -precisamente- el masivo juicio uniforme es lo que tal vez evidenciaría la poca riqueza y profundidad de su trabajo. Por otra parte, cada vez que un autor pretende crear tal o cual emoción bien definida y determinada, está obrando como un miope: no es posible predecir lo que van a sentir los receptores de la obra, ni cómo va a ser recibida, ni qué reinterpretaciones se harán con ella.

(El chiste que ilustra el post -robado de este sitio- es el mejor del mundo. )
 

2 comentarios:

el violinista cinéfilo dijo...

¿los críticos de cine no son unos pretretes profesionales?

Wolfgang dijo...

No hay nada más pesado que un petrete.