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Limpiarse partes del cuerpo que han sido tocadas por algo o alguien repulsivo.
Si un jettatore se cruza con nosotros y nos roza el hombro, iremos corriendo a cepillarnos el hombro para evitar el contagio de la mala suerte. Si descubrimos que una araña o una culebrilla han caminado por nuestro abdomen mientras dormíamos una siesta al sol, iremos corriendo a frotarnos con fruición el abdomen. Si tenemos fobia de los botones o los fósforos, nos lavaremos las manos luego de manipularlos, pero no para limpiarlas sino para hacer desaparecer nuestra sensación de asco. Todos estos son ejemplos de desensobamiento.
A veces, hay un desensobamiento que no ocurre por algo repulsivo, sino con la intención de borrar ciertas pruebas. Un hombre que engaña a su mujer puede desensobarse las partes del cuerpo donde lo besó su amante, para que su mujer no sospeche de perfumes y olores delatores.
Quienes padecen aceitosis tienen el continuo y nunca satisfecho deseo de desensobarse.
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