(Verbo intransitivo. De des- y enero)
Quitarse la posibilidad de disfrutar del mes de enero.
En el hemisferio sur, enero es sinónimo de calor, playas, piletas de natación, refrescos y, en muchos casos, vacaciones. Por lo general, las actividades pesadas se postergan para meses menos bochornosos. Se privilegia lo recreativo por sobre lo laboral. Pero si alguien, durante el primer mes, se compromete con un trabajo o un estudio a conciencia que no le permite resquicios para disfrutar de los placeres de enero, se dice que es un desenerado, o que esa persona (en un uso transitivo del término) ha desenerado su año.
Para calificar como "desenerada", la persona afectada no debería tener acceso a las piletas, a las cervezas heladas durante la noche, a acostarse tarde sin límite horario ni a escuchar las cigarras mientras estira sus piernas, acostado en la reposera en el jardín de su casa. No haber andado en ojotas durante enero es un claro síntoma de deseneramiento. Si uno debe hacerse una operación durante este mes, y por culpa de ello se pierde todo el verano, también se ha desenerado.
No es casual, tampoco, la semejanza fonética con la palabra "degenerar". Un año desenerado es un año que puede degenerarse: si se vive en enero como si fuera marzo o julio, entonces es posible que se viva julio como si fuera diciembre; que se viva el invierno como verano y que se viva navidad como si fuera el día de la bandera.
Existe una palabra cercana a esta: el estifugio, aunque hay una clara diferencia: Mientras el estifugio es la sensación de que el verano huye rápidamente, el desenerado ni siquiera siente el verano y en rigor tampoco puede sentir que huye sin disfrute.
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