(Adjetivo. Del griego phemí = decir y ballo = arrojar)
Dícese de la persona que comienza un enunciado y le pide a otra que lo continúe y lo termine.
El femóbalo empieza a contar una historia pero, por temor a no decir los detalles exactos, se excusa pasándole la palabra a quien supuestamente está mejor autorizado para contarla. "Ayer estuve con Carlitos en Parque Chacabuco y nos encontramos una billetera. Pero que te cuente Carlitos lo que pasó...", dice el femóbalo señalando a Carlitos, quien está presente pero no tenía la mínima intención de relatar ese suceso. A veces, el hecho relatado es tan escabroso que aquel a quien le arrojan el discurso se siente incómodo y no sabe cómo eludir la atenta expectativa que generó el femóbalo en el auditorio: "¡A que no saben lo que le pasó a Raúl...! ¡Raúl, vení, contá, no seas tímido!". Y Raúl cuenta su vergonzosa historia: "Ayer me pegué un martillazo en los testículos". A veces -este caso es de los peores- el femóbalo genera una expectativa incómoda y decide sacarse de encima esa responsabilidad pasándole la posta discursiva a otro de los presentes: "Los balances de la empresa no dieron bien; la verdad es que estamos en rojo y no sé si podemos seguir el año que viene. Vamos a tener que despedir a algunos de ustedes. Pero yo no entiendo mucho de eso, así que Marita les va a explicar quiénes no tienen que venir después de año nuevo"
3 comentarios:
En las fiestas que se avecinan los femóbalos son legión...
Yo tengo una historia genial sobre las fiestas... Pero... ¡cuéntela usted, Dormidano!.
Hay ciertos matrimonios que, al revés de los femóbalos, interrumpen el relato de su pareja, evitando que el que lo inició lo pueda terminar. Sería este un ejemplo de afemobalía?
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