jueves, 13 de diciembre de 2007

Cronoclepsia

(Sust. Del griego cronos = tiempo y klopé = robo)

Robo del tiempo ajeno.

Los practicantes de la cronoclepsia usan y abusan de la disposición (generalmente forzada) de sus víctimas para mantenerlos en un estado temporario de suspensión de la voluntad.
Este fenómeno puede ejemplificarse con una multitud de casos concretos. Cada vez que una persona o una institución hacen perder el tiempo a otro individuo sin que ese tiempo pueda ser aprovechado fértilmente, estamos ante una actitud cronocléptica.
Las salas de espera y las colas son lugares institucionalizados de la cronoclepsia. Por definición, cualquier burocracia -desde la legal hasta la médica- es cronocléptica.

En una escala privada, la cronoclepsia se manifiesta en:
- Las llamadas telefónicas de personas que, sin preguntar (o sin importarle) qué estaba haciendo el interlocutor antes de atender, descargan una chorrera interminable de palabras que ocupan gran cantidad de minutos. A veces, el victimario de la cronoclepsia, después de hablar durante cuarenta minutos, pregunta: "¿estabas haciendo algo?", esperando que uno le dijera "no, tenía más de media hora para no hacer absolutamente nada excepto escucharte; menos mal que apareció tu llamada salvadora".

- Las visitas de sujetos (generalmente indeseables) que no reparan en nuestros bostezos, en el paso del reloj o en nuestras continuas manifestaciones de "estoy ocupado" o "no tengo ganas de escuchar lo que dices", o simplemente "quiero que te vayas".

- Los encuentros fortuitos por la calle con amigos, parientes o compañeros. A veces, estos encuentros no pasan más allá del saludo. A veces, ambos interlocutores tienen un marcado interés por conversar. Pero otras veces -ocurre especialmente cuando la víctima está apurada- el cronocléptico inicia una conversación que su interlocutor tiene poco interés en escuchar y, sin reparar en signos indicadores de fastidio, desata su chorrera verborrágica sin medir el paso del tiempo; suponiendo que quizás su interlocutor no iba hacia ninguna parte antes de cruzarse con él.

En estos ámbitos privados, el cronocléptico suele ser un monologuista; es decir: acapara la conversación y apenas deja lugar para que su víctima intercale un monosílabo. A veces, la víctima no habla para señalar que no tiene ganas de continuar con esa conversación. Pero este silencio le sirve al cronocléptico para envalentonarse y seguir hablando.

Existen numerosos casos de autocronoclepsia voluntaria. Ocurre cuando una persona, en lugar de hacer algo provechoso o placentero, se dedica a entretenerse con menesteres que no le causan ningún tipo de satisfacción.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Ejemplo doméstico de cronoclepsia:
el usuario de ascensores que por acto reflejo o hijoputez, en lugar de llamar al más próximo a su piso llama a todos los ascensores al mismo tiempo.

«—x—« dijo...

¡ay, don mux! hay palabras del exonario que ponen el dedo en la llaga: uno ya no puede ser el mismo después de que han bautizado sus defectos antes innominados. dos palabras que influyeron en mí fueron «domicida» (de Manón) y su «morifendia». ahora cada vez que esté perdiendo el tiempo por culpa ajena o propia, o que esté en riesgo de hacerles perder el tiempo a otros, me acordaré de esta palabra. ¡gracias!

gabrielaa. dijo...

y yo, que a menudo me siento rodeada de onfalópterxs y/o mostafónexs

Soy yo dijo...

Tengo dos amigos decididamente cronoclépticos, hombre y mujer como para ver que no es cuestión de sexos. Los quiero a ambos. ¿Tiene cura?

Mario dijo...

Hay un sinónimo que utilizó André Morois en su libro "El arte de vivir" y es: "cronofagia" y los que la ejercen son "cronófagos" (devoradores del tiempo ajeno)

Mario dijo...

Perdón debí escribir Maurois... Recién me doy cuenta que no hubo comentarios como por dos años! eso es casi un silenterno!

Gotita dijo...

Muy buena palabra, no sé cómo he podido sobrevivir sin ella... !