jueves, 30 de diciembre de 2010

Ectobio

(Sustantivo. Del griego ecto = por fuera y bios = vida)

Ser que vive por fuera de su propio cuerpo.

Un ectobio no puede definirse por su corporalidad: al ectobio se lo puede asociar con un determinado cuerpo, pero no es ese cuerpo el que porta la vida. El ectobio vive en el entorno; su cuerpo es una función móvil que opera sobre ese entorno, modificándolo para satisfacer las necesidades del propio entorno, no de ese cuerpo. De algún modo, la entidad viviente es todo aquello que rodea externamente al cuerpo, pero excluyendo al cuerpo.
Parece imposible encontrar referencia para este término. Sin embargo, no es improbable que algunos seres extraterrestres sean ectobios. 

martes, 28 de diciembre de 2010

Alogapania

(Del griego a = negación; logízomai = calcular y dapáne = gasto)

Imposibilidad de prever cuánto se gastará en una determinada situación. 

Si nos quedan mil pesos en la billetera y faltan todavía diez días para cobrar el sueldo, puede que razonemos: "Con mil pesos, a razón de cien pesos por día, tengo que llegar holgadamente" . Sin embargo, los gastos se multiplican: medicamentos que no habíamos contabilizado, la cuenta de la luz, un pantalón de gimnasia para nuestro hijo, el regalo de cumpleaños de una sobrina. Dos días después, esos mil pesos se transformaron en trescientos: hemos sufrido alogapania; el cálculo inicial se ha visto desbaratado, y ya sólo nos queda rezar para que la minúscula suma no se vea nuevamente obliterada por algún otro gasto imprevisible.

La alogapania nos asalta también cuando comemos en un restaurante. En este caso, podemos prever con cierta vaguedad cuánto pagaremos, aunque no resulta fácil calcular todas las variables. He aquí las dudas que pueden asaltarnos mientras nuestra familia pide comida en un restaurante:
  • ¿Cuánto cobran por cubierto? 
  • Un niño menor de tres años, ¿paga igual que un adulto? 
  • ¿Cuánto costará la media porción de puré? 
  • El champagne, ¿es cortesía de la casa, o me lo cobran?
  • La salsa de los ravioles, ¿estaba incluida en la promoción, o yo pedí una que se paga aparte?
Estas variables no nos permiten ir llevando una cuenta uniforme y bien clara acerca de cuánto estamos gastando: mientras padecemos esa incertidumbre, estamos sufriendo alogapania.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Aguinaldear

(Verbo intransitivo. De aguinaldo)

Malgastar de manera compulsiva una cantidad de dinero que sólo se recibe una única vez. 

El término "aguinaldear" no necesariamente hace referencia al cobro del aguinaldo o sueldo anual complementario de los asalariados: puede aguinaldear quien cobra una herencia o una venta importante. El que aguinaldea sabe que ese dinero es por única vez y luego se termina. Sin embargo, en lugar de ahorrarlo o usarlo para inversiones importantes y postergadas (arreglar el techo de la casa que tiene goteras, hacerse la dentadura o comprar insulina), prefiere hacer una enorme fiesta, o costosos regalos a sus parientes y amigos, o darse algunos lujos innecesarios y de dudosa satisfacción: comprarse una mascota exótica (a la que luego no podrá mantener), alquilar una limusina por tres meses (y no poder pagar los gastos de chofer y minibar) o arrojar miles de billetes desde la terraza de su casa, para exhibirse ante sus convecinos como un magnate (esquivando las roturas de la terraza que provocan las goteras)

viernes, 24 de diciembre de 2010

Atornugado

(Adjetivo. De estornudo)

Según el Diccionario de la Real Academia, un atosigado es aquel que ha sido fatigado, oprimido y exigido. Según una acepción más afín con su etimología y su uso en Argentina (y que no figura en el diccionario de la RAE), el atosigado es aquel que se atraganta con una tos que nunca llega a desplegarse con toda su energía.
Por analogía con esta segunda definición no explicitada, el atornugado es quien está a punto de emitir un estornudo, pero nunca llega a consumarlo.

También se denomina "atornugado" a quien no termina de consumar sus acciones y sólo se queda en intentos espasmódicos, erráticos y poco definidos (A diferencia del fulgorito, quien parece tener muy claros su propósito y energía al principio de una tarea, pero luego se va desanimando)

jueves, 23 de diciembre de 2010

Teraterótico

(Adjetivo. Del griego teratos = monstruo y eros = amor)

Dícese de quien posee cualidades eróticas monstruosas. 

La mujer que se vanagloria de su tercer seno, su doble vagina o de su capacidad para alcanzar cien orgasmos seguidos (o simultáneos) y el hombre que seduce a sus amantes con el gigantesco tamaño de su miembro o su casi infinita resistencia a la eyaculación son ejemplos de terateróticos.

¿Puede un teraterótico ser, además, un titerótico?

martes, 21 de diciembre de 2010

Oplocio

(Sustantivo. Del latín ob = a causa de  y plaudo = aplaudir)

Objeto que cobra existencia a partir de una explosión. 

Cuando algo explota, se libera violentamente una gran cantidad de energía; el recipiente que la contiene estalla y sus fragmentos son expulsados a cierta distancia. Es normal que, después de una explosión, sólo queden esquirlas chamuscadas a metros o incluso kilómetros del epicentro. Sin embargo, de vez en cuando, y por motivos que no han podido establecerse, después de una explosión aparece un oplocio: se trata de un objeto creado a partir del estallido, que aparece de manera espontánea e inesperada en el epicentro de la explosión y que no tiene signos de haber sufrido las consecuencias de la violenta liberación de energía.
Los oplocios son raros fenómenos escasamente documentados. A veces, es una esfera de metal o de cristal. A veces es un cuerpo de compleja estructura molecular y con la forma de un artefacto creado por el hombre. Se presume que, según el tipo de detonación, se pueden crear oplocios diversos e incluso algún oplocio viviente. Quizás la detonación de una bomba del tipo MOAB genere un oplocio ovalado, opaco, inmenso, negro y helado. Tal vez una bomba de neutrones genere un oplocio de pequeñas cuentas de plástico amarillo. Quizás la detonación de una sandía con un petardo casero produzca un oplocio hecho de diamantes.
Conviene aclarar que en la mayoría de las detonaciones no aparecerá ningún oplocio.

El oplocio es la reducción al absurdo de la explosión: la acción de explotar implica que nada quede después del estallido. Parece un enorme contrasentido que, en algunos casos, aparezcan extraños objetos (que no estaban presentes antes de la explosión), de apariencia inmaculada, fríos e incólumes.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Santivirus

(Sustantivo. De santo y antivirus)

1. Programa que considera como un virus cualquier archivo de computación que codifique expresiones e imágenes obscenas y sacrílegas. 

2. Programa que otorga una bendición a otros programas, por medio de un escaneo.

En la acepción 1, el santivirus ejecuta una acción invasiva y censuradora sobre los datos de un ordenador. En la acepción 2, en cambio, el santivirus es inofensivo; es un programa epifenoménico que "barre" al resto de los programas, otorgándoles una bendición. Se supone que el santivirus en su segunda acepción es un simple programa de escaneo que ha sido bendecido por una autoridad eclesial. Si existiera un "cielo de los datos" adonde viajen los archivos cuando se destruye su soporte, esos archivos sólo podrán ocupar un paraíso binario de élite si han sido previamente purificados por el santivirus. De otro modo, cuando el disco rígido se destruya, los datos o bien simplemente desaparecerán, o bien viajarán a un infierno espantoso lleno de entidades matemáticas monstruosas, como el infinito, la cifra periódica o el número dos.

En otra acepción relacionada con las anteriores (aunque por fuera del lenguaje binario), un santivirus puede ser un virus que ataca al cerebro de las personas, cuyo síntoma es un estado de fe, castidad, devoción divina y santidad. Los afectados de santivirus no se defienden de los golpes que reciben, y prefieren ceder sus bienes (aun los más privados y esenciales) a otras personas. Trabajan sólo en beneficio ajeno y sienten una enorme serenidad y placer en la frugalidad absoluta y en los soliloquios en voz baja, de rodillas y con las manos juntas.

(Este post está inspirado en la frase "Salva tus datos" de mi amigo Sebastián Morfes, y en la pesadilla binaria del robot Bender de la serie Futurama: "¡Qué horrible pesadilla! ¡Unos y ceros por todas partes! Hasta me pareció ver un dos")

viernes, 17 de diciembre de 2010

Nodosporco

(Sustantivo. Del latín non = no; dum = todavía y spurcus = sucio) 

Ropa no declarada oficialmente sucia.

Una manchita negra en una camisa marrón, ¿es suciedad? Si la remera no tiene olor, ni signos visibles de roña, ¿hace falta ponerla a lavar, aunque la hayamos usado una semana seguida? ¿Realmente debe ir al lavarropas un par de medias que usamos durante sólo una hora? Si la camisa tiene el cuello interno rozado (y por lo tanto, nadie puede verlo), ¿es eso suficiente motivo para no usarla?
Aquella ropa que, sin estar impecable, todavía puede seguir usándose (según nuestro discutible criterio), es un nodosporco.
La línea que separa al nodosporco de una prenda efectivamente sucia es débil y subjetiva. Para algunas personas, basta con una pequeña salpicadura de agua para llevar la prenda al lavarropas. Para otras, incluso la presencia de restos sólidos de huevo frito y guiso carrero no da motivos suficientes para quitársela y mucho menos tratar de limpiarla.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Limbisomnio

(Sustantivo. Del latín limbus = limbo, franja, borde y somnus = sueño)

Tiempo en el que aun no se puede conciliar el sueño pero todavía no se declara el insomnio.

¿Cuál es el límite entre el "aun no puedo dormir" y el "ya no podré"? Después una arbitraria cantidad de vueltas en la cama (prequiversas), pensamientos desconectados e imaginaciones casi involuntarias, caemos en la cuenta de que todavía estamos aquí. Hubiéramos querido que el yo desapareciera, pero eso no ha ocurrido. Esperamos un tiempo más, dándole una nueva chance al sueño. Esos tiempos de conciencia desvaneciente pero no del todo desvanecida son los limbisomnios. Si finalmente nos hartamos de la cama calurosa y de poses casi teatrales que adoptamos para encontrar la posición exacta en la que nuestro cuerpo se siente cómodo, el limbisomnio se ha acabado y ha llegado la hora de dictaminar el insomnio.

martes, 14 de diciembre de 2010

Parióclido

(Adjetivo. Del latín parvus = pequeño y clades = calamidad)

Dícese de quien da malas noticias mínimas.

El parióclido comienza su conversación llevándose las manos a la cabeza y preparando el clima para su relato: "No sabés lo que me pasó...". Esperamos el desarrollo de una tragedia, pero de inmediato nos cuenta una historia banal y anodina: "Se me acabó el shampoo... Estoy hecho un desastre".
A veces, las terribles historias son sólo rumores o especulaciones acerca de intrascendentes hechos del futuro inmediato: "Se viene una terrible...", anticipa para generar intriga: "Parece que los palos de golf aumentan un cinco por ciento a partir del año que viene"
Curiosamente, el parióclido no suele preocuparse por generar el clima de suspenso cuando de verdad le ocurre una desgracia.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Poscaver

(Verbo transitivo. Del latín post = posterior y caveo = cuidarse. sustantivo: poscaución. Participio: poscavido)

Prevenir un peligro cuando sus efectos ya han comenzado. 

El poscavido se pone abrigo y bufanda cuando ya ha adquirido neumonía; se vacuna sólo si ya tiene sarampión, arregla el dique cuando su ciudad se inundó por completo, y estudia abogacía una vez que ha conseguido el puesto de fiscal. Las medidas que toma no sólo llegan tarde: además, resultan inoperantes e improcedentes, porque pretenden actuar para prevenir algo cuyos efectos ya se han desencadenado. Las poscauciones funcionan, quizás, como amuletos mágicos: crean la falsa impresión de que se hace lo correcto: sin duda, abrigarse cuando hace frío, vacunarse, arreglar el dique o estudiar abogacía son acciones positivas en sí mismas, pero ninguna de ellas tiene efectos retroactivos.
Muchos políticos actúan con poscaución: descubren los caños y cloacas rotas, la instalación eléctrica defectuosa o la escasa reserva de agua sólo cuando los efectos negativos ya están actuando sobre la población. Entonces siguen dos estrategias posibles: o bien actúan con poscaución, cambiando los caños, reparando la electricidad o buscando fuentes alternativas de agua, o bien se entregan a un quietismo cretino con la excusa de que en las gestiones anteriores no se tomaron los debidos recaudos.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Reaforado

(Adjetivo. De re y aforar)

Dícese quien vuelve rápidamente a sus cabales luego de un episodio de enojo y violencia. 

Sólo se puede estar reaforado si previamente se estuvo desaforado. El reaforado reacciona con golpes, gritos e insultos ante algo. Es posible que reciba puñetazos y patadas. Sin embargo en mitad de la pelea se detiene, levanta los brazos y dice "ya pasó, ya pasó". Con la ropa cortada en jirones y la nariz sangrando, se retira de buen humor como si sólo hubiera sido un espectador de la riña.

martes, 7 de diciembre de 2010

Oribasia

(Sustantivo. Del latín os = boca, basio = besar)

Sensación de haberle dado un beso en la boca a alguien.

El acto de saludar es a veces controvertido: en Argentina, los hombres se estrechan las manos y las mujeres se dan un beso en la mejilla. Si se trata de una presentación formal, es posible que tanto hombres como mujeres estrechen sus manos, y si es muy informal, quizás todos se saluden mediante un beso. Muchas veces es difícil determinar cuál es el saludo apropiado: un apretón de manos entre mujeres puede entenderse como un acto de frialdad y distancia; un beso entre hombres puede interpretarse como un irresponsable exceso de confianza. Después de haber saludado a un grupo de personas, puede uno quedarse con la duda: ¿Me habré comportado bien? ¿Ese era el saludo que se esperaba? ¿Hice bien en darle la mano a la decana, darle un beso a la secretaria, dar la mano al cadete, dar un beso al prosecretario que fue mi compañero de colegio y dar una palmadita en la espalda al empleado de limpieza? ¿No se habrá sentido alguien ofendido por esas diferencias en mi saludo?
Sin embargo, puede pasar algo peor: la oribasia. En este caso nos asalta un temor casi bochornoso: ¿no habremos saludado a alguien dándole un beso en la boca? Incluso, podemos sentir cierto húmedo calor en los labios, como si efectivamente otro labio (húmedo) hubiera hecho contacto con nuestra boca. No sólo puede inquietarnos esa duda: la otra, la peor, es la de no saber a quién se le dio el beso equivocado. ¿Le habré dado un besito sensual al cadete? ¿Me habré agarrado a chupones a la directora?
Nunca hay manera de corroborar si uno ha caído en la oribasia: eso confirmaría (quizás) que el temor era infundado. Si de verdad hubiera pasado algo así, no tardaría en volver el rumor de parte de algún malicioso compañero: "¿Es cierto que te comiste a besos al contador en la reunión de inventario?"

lunes, 6 de diciembre de 2010

Espaniforia

(Sustantivo. Del griego spánios = escaso, raro, excepcional y synforo = acontecimiento)

Dificultad extra de un problema por causas puramente idiosincrásicas.

No somos especiales en nuestras virtudes, pero nuestros defectos son especialmente rebuscados: "Usted tiene divertículos. Normalmente, los divertículos de su tamaño no provocan ninguna consecuencia indeseable. En su caso, en cambio, por razones que no podemos determinar, a usted le provoca mareos, vómitos y psicosis" . Cuando nos comunican la causa de un malestar, resulta que nuestro cuerpo reacciona de maneras raras e inesperadas. Algo en nosotros funciona a contramano de las leyes más pedestres.
La espaniforia no ocurre sólo con hechos de nuestra constitución anatómica: también se hace extensivo a los objetos que nos rodean. Si la heladera tiene un leve desnivel, es probable que, cuando se la descongele, el agua no escurra como corresponde. Normalmente, no hay otro problema adicional. Pero por alguna razón (la conjunción entre el desnivel, el motor de fabricación coreana, el peso de la puerta y las alacenas con un número impar de huevos), en nuestro caso cada vez que descongelamos la heladera se escuchan extrañas explosiones. Cuando se deja el televisor enchufado, por lo general no suelen haber consecuencias. Nuestro televisor, en cambio, si queda apagado pero conectado a la electricidad, provoca que se enciendan las luces de toda la casa.
Hay una diferencia entre la espaniforia y la ergonofagia. Mientras que para el ergonófago la solución de un problema es sencilla, pero imposible, en la espaniforia la solución se vuelve impracticable o difícil por la rareza y complejidad del fenómeno.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Monagonía

(Sustantivo. Del griego monos = único y agón = lucha. Adjetivo: monagónico)

Situación de contienda en la que hay un único participante.

Es claro que, por muy pobre que sea el desempeño, un contendiente único tiene casi todas las chances de adjudicarse la victoria. Si es una solitaria carrera pedestre, el corredor deberá observar una única regla: transitar el camino estipulado, sin tener en cuenta el tiempo que se tarde en recorrerlo ni la cantidad de veces que se detenga. Si se trata de rendir un concurso para adjudicarse un cargo, el postulante deberá ser conciso y convincente en su examen y en su exposición, sin necesidad de esgrimir grandes credenciales ni títulos rimbombantes que pudieran dar una ventaja ante un rival. La monagonía se realiza en un clima de distensión y por lo general tiene la victoria cantada, aunque las cosas no siempre son tan lineales. En la monagonía se compite contra los propios nervios y la propia resistencia. Aun en la carrera más corta el monagónico puede sufrir un calambre. Siempre es posible que, en un partido de fútbol sin rivales, se pierda por goles en contra.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Emparentonamiento

(Verbo transitivo. De pariente. Verbo: emparentonarse)

Reclamo de una persona para que se lo trate como a un pariente. 

Cuando un amigo de la familia pide que lo llamen "tío", se ha emparentonado. Adicionalmente, un emparentonado puede sentirse ofendido si no se lo incluye en las reuniones familiares o si no se lo tiene en cuenta para compartir ciertos eventos íntimos: si nuestra hija se recibe de médica, el emparentonado no querrá perderse la ceremonia ni el ágape, y no se privará de salir en las fotos. 
En casos extremos, al emparentonado se le reserva una habitación en la casa y se le permite participar en las decisiones de la familia.
No siempre esta circunstancia es negativa: cuando los parientes reales se encuentran distanciados, un amigo emparentonado suele ser una compañía agradable y deseada. A veces el emparentonamiento resulta natural y no forzado: es la propia familia el que decide llamar "tía" a la señora que vive en la piecita del fondo y que todos los días prepara el almuerzo sin pedir nada a cambio.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Megustero

(Adjetivo. De "me gusta")

Dícese de quien sólo interviene en la red social Facebook haciendo click en la opción "me gusta"

El megustero no publica ni comenta; únicamente se lo conoce por su adhesión a ciertas notas o comentarios. No tiene reparos en mostrar su reacción favorable aun en las publicaciones en las que se dan malas noticias: se lo conoce por poner "me gusta" bajo comentarios que dicen "desaprobé el examen" o "murió mi perro". No lo hace con mala intención; simplemente trata de expresar su solidaridad con el casi nulo arsenal de opciones que le permite la red social mediante un solo click.
A veces el megustero cliquea "me gusta" aun sin leer el texto escrito, o ver el video enlazado: lo hace sólo para dejar asentado que anduvo por allí.

El megustero tiene una sensación de ligera impotencia cuando visita un sitio en el que no puede dejar su reacción favorable, o cuando esa reacción le demanda la escritura de un comentario. 

Uso: "Últimamente no dejo ningún comentario; me estoy volviendo megustero".

(Nota: el profesor Julio López Garbayo hace un análisis muy lúcido acerca de este término, y enriquece la semántica del mismo dándole una connotación mucho más positiva)

martes, 30 de noviembre de 2010

Inoblia

(Sustantivo. Del latín in = negación y oblivio = olvido)

Sensación de haber olvidado algo en algún lugar.

Después de haber visitado parientes y amigos durante un largo día, llegamos a casa y sentimos que nos falta algo. No podemos precisar qué, pero tenemos la sospecha de que hoy temprano llevábamos alguna cosa, y ahora, de vuelta en casa, esa cosa no está. Hacemos rápidos e imprecisos recuentos (la cartera, la bufanda, el pañuelo, el teléfono, las llaves, las aspirinas, las bolsas de colostomía), pero todo parece estar en su lugar. ¿No hice alguna compra, y luego olvidé eso que compré en la casa de Carlitos? ¿No llevaba yo el amuleto contra la envidia y el mal de ojos antes de salir? Ninguna sospecha se confirma. Sin embargo la sensación persiste unos minutos y perdura luego como una leve preocupación lejanamente consciente.
Quizás la inoblia sea el reflejo de la pérdida irrecuperable del día que pasó. Tal vez no hemos olvidado algún objeto físico: tal vez sólo olvidamos decir ciertas palabras, dar un abrazo, ayudar, insultar o golpear a alguien. A veces sólo deseamos haber olvidado algo para tener una buena excusa para volver.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Ditoscripto

(Sustantivo masculino. Del latín digitus = dedo; scriptio = escritura y vitrum = vidrio. Contracción de digitoscriptionóvitro)

Escritura con el dedo en los vidrios sucios o empañados.

Corazones con iniciales, caritas sonrientes o la inscripción "Lavame Sucio" son típicos ditoscriptos. Tienen una existencia efímera, y la candidez de los mensajes que expresan parecen confirmarlo: nadie escribe amenazas de muerte, obras de teatro, tesis doctorales o invitaciones a eventos en los vidrios empañados.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Cuido

(Sustantivo. De cuidar)

1. Necesidad imperiosa y súbita de cuidar un objeto que no necesita o no merece ser cuidado.

Así como se puede tener un descuido, también puede haber un cuido.
El cuido se presenta de manera obsesiva y repentina: de un momento para otro, nos encontramos preocupados por uno de los cien adornos de la biblioteca, por los cuchillos en el cajón de cubiertos, o por el bolígrafo que llevamos en la cartera: ¿Y si un viento fuerte hiciera caer los adornos? ¿Qué pasaría si a los cuchillos se les saliera el mango? ¿No debería llevar el bolígrafo en otro lugar, para que no me lo roben? Durante largos minutos cavilamos indecisos, pensando en la mejor estrategia para cuidar a ese objeto, como si el hipotético peligro al que podría someterse fuera, en verdad, algo grave y demandante.
De manera inmediata comprobamos que el objeto no sufre ningún riesgo serio o evidente. Sin embargo, esa corroboración no basta para despejar nuestra preocupación: si no había razones para que la preocupación apareciera, tampoco una buena razón la hará desaparecer.
Este término se aplica con mayor propiedad a la necesidad de cuidar algo que es de por sí desechable o despreciable: las servilletas de papel usadas, los restos pulverizados de papas fritas del fondo del paquete o el clip que guardamos en la cartuchera entre medio de lápices, gomas de borrar y bolígrafos. A veces el cuido se extiende en el tiempo hacia un único objeto: si preferimos que nadie use (ni nosotros mismos) la taza azul o el plato floreado sólo por temor a que se rompa o sea robado, estamos sufriendo de cuido.
El cuido es, en el fondo, la conciencia de que aun las cosas más inútiles e insignificantes pueden desaparecer o deteriorarse.

Uso: "Estaba lo más bien recién y ahora me agarró un cuido con la cortina de baño... Por favor, que nadie se bañe en esta casa hasta que se me pase"


2. Obsesión por cuidar un objeto ajeno sin que el dueño pida que lo cuiden.

Quien padece de esta clase de cuido suele poner mayor empeño en vigilar lo ajeno que en atender sus propios asuntos. En esta acepción, el que sufre de cuido no es asaltado de manera repentina: sus cuidos duran días, meses o años: el vecino con cuido custodia que los ladrones no roben la lamparita de entrada en la casa de al lado. No le preocupa si entran por atrás a desvalijar la vivienda: él se autoasume guardián de esa única lamparita, y desde su lugar de microarca la protegerá con un celo despiadado y enloquecido. El empleado con cuido velará por que no se use la fotocopiadora: nadie le asignó ese papel, pero él se siente obligado a preservar su buen funcionamiento, aun a costa de no permitir ese funcionamiento que pretende preservar.
Los niños suelen tener cuidos con juguetes ajenos y en su celo no permiten ni que su propio dueño se acerque.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Cumpleaños

Hoy, veinte de noviembre,  Exonario cumple cuatro años. 
(Casi) una palabra por cada día hábil. 
Mil ciento sesenta términos nuevos con sus respectivas definiciones. 





¡Salud!

viernes, 19 de noviembre de 2010

Miranene

(Sustantivo. De "mirá" y "nene")

Regaño, reproche o admonición que realiza una persona apelando a una falsa asimetría etaria.


Si alguien de nuestra propia edad o menor debe decirnos que estamos haciendo algo mal, es posible que lo tomemos como una ofensa. No queremos que un compañero de la universidad nos indique que somos muy malos conductores de automóvil, o que no combinamos la ropa, o que a nuestra mujer no hay que pegarle. Sin embargo, ese alguien puede asumir una estrategia diferente para decirnos las cosas más terribles de manera impune: puede lanzarnos un miranene; es decir: simular que es alguien muy mayor (como una tía, o un padre) y desde ese falso lugar de sabiduría veterana increparnos como si de verdad fuese un anciano con experiencia: "Mirá, nene, me parece que el pantalón fucsia no pega con la camisa amarilla de lunares violeta". Hay una variante de miranene que utiliza el apelativo 'querida': "Mirá, querida, tu marido es muy bueno pero vos medio que lo tratás como el orto". Esos "Mirá, querida" o "Mirá, nene" son dichos con una voz grave y afectada, como si en vez de nuestro cuñado estuviese hablando un desconocido superyó.

También podemos llamar miranene al reproche que realiza genuinamente una persona mayor a otra joven. Pero en ese caso no destacaríamos el matiz del apelativo, sino la atinencia del reproche.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Letifrema

(Sustantivo. Del griego leté = olvido  y eu = bueno y froné = pensamiento)

Sensación de que la idea olvidada era muy buena.

Por culpa del pistentimio, vamos por la vida teniendo ideas momentáneas que se pierden en el olvido. Por culpa de los letifremas, nos embarga la sospecha de que esa idea perdida habría sido genial; quizás el leit motiv para escribir una novela famosa, o una tesis doctoral, o el guión de una película, o un método para ayudar a depresivos. Desde luego, no hay manera de corroborarlo: sólo nos queda la sensación de haber perdido algo bueno, aunque no haya quedado el menor vestigio de ello en nuestra memoria. Después de un letifrema, se pueden ensayar lamentos y  autocompasiones: después de todo, uno es talentoso, tiene buenas ideas, pero el olvido nos juega una mala pasada. Sin embargo resulta sospechoso que sólo recordemos las ideas malas y estériles: nunca podemos olvidar la copla guaranga que se nos ocurrió en el colectivo, la invención de un títere hecho enteramente con embutidos, o el novedoso método para darse una paliza solo. En cambio, esas ideas que habrían cambiado la mente y el destino de la humanidad permanecerán para siempre en el olvido.
Es posible que las personas a quienes calificamos de mediocres sean, en realidad, grandes genios creativos con muy frágil memoria. Como uno mismo.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Optirregista

(Adjetivo. Del latín optimus = óptimo y redigo = exigir)

Quien considera que algo está bien hecho sólo si se hace de manera óptima y absoluta.

Un optirregista reconoce las virtudes de algo bueno, pero las deja opacadas de manera inmediata cuando las compara con algún estado al que considera óptimo: "Sí, la pizza estaba muy rica; fue una de las mejores que comí en mi vida... Pero no la recomiendo, porque no era como la que hacía mi abuela"

En el orden político, el optirregista no acepta medias tintas: "Está bien, ha disminuido drásticamente la pobreza. Pero sigue habiendo pobres, así que esta política es un desastre" El optirregista pretende desconocer que las acciones masivas suelen tener un efecto estadístico, y que los resultados políticos deben medirse según índices de mejora o empeoramiento a mediano y largo plazo, y no según la visión maniquea del "todo" o "nada" inmediatos. "El presidente dijo que, después de la guerra, iba a reconstruir las casas bombardeadas. Sin embargo, quedaron tres casas totalmente destruidas, y ya termina su mandato... ¿no piensa cumplir con las promesas?". A veces toma como referencia la situación negativa de una persona determinada: "Los gobiernos pasan, y Carlitos, mi vecino, sigue siendo pobre... Al final todos los presidentes son iguales".  No tiene en cuenta que, a pesar de seguir siendo pobre, quizás Carlitos haya cambiado su situación y sus expectativas. Para el optirregista, si la actuación política no revierte hasta la última injusticia individual, entonces hay que descartarla de plano. Por eso, los políticos opositores suelen practicar la estrategia optirregista: sacan a relucir el estado deplorable de un único caso para mostrar que no se ha avanzado lo suficiente. Fingen no tener en cuenta que los avances sólo pueden medirse lentamente, año tras año, y que siempre hay trabajo por hacer.

martes, 16 de noviembre de 2010

Decibópano

(Adjetivo. Del latín diduco = separar ; cibus = comida y patina = plato)

Quien mantiene separados los ingredientes de una comida en el plato.

Cuando una comida consta de una vianda principal y una guarnición, o una cantidad bien diferenciable de ingredientes heterogéneos, el decibópano asigna un lugar del plato a cada alimento: las papas a la derecha, el pollo a la izquierda; el arroz en el sector cicrular inferior del plato, las arvejas al centro, los morrones arriba. Después de establecer los territorios de sus porciones, decide en qué orden va a comerlas, o de qué modo realizará combinaciones entre ellos. En ningún caso se permite llevar un bocado en el que los ingredientes se mezclen de manera azarosa.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Necróptero

(Adjetivo. De nekrós = muerte y -ópter = que mira)

Muerto que tiene los ojos abiertos. 

Solemos bajar los párpados de una persona que muere con los ojos abiertos. Quizás por piedad o, mejor, porque nos asusta esa mirada enajenada. Algunos necrópteros parecen observar al infinito. Otros han muerto con un gesto de concentración muy definido: sus ojos y su ceño fruncido han quedado fijados en la dirección del televisor, o en un punto preciso de la pared, o en la rama seca del árbol que se ve a través de la ventana. El necróptero nos informa qué fue lo último que vio la persona que habitó ese cuerpo.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Losinar

(Del latín laudatio = elogio y sinuosus = sinuoso. También puede aceptarse la forma lausinar. Sustantivo: losinación. Sustantivo agente: losinador

Elogiarse a sí mismo de manera indirecta.

"Yo soy la más fea de toda la familia", dice una modelo hermosísima para elogiar a sus hermanas. Sin embargo, ella sabe de su increíble belleza y es consciente de que con sus palabras marca un estándar familiar bien alto. No faltan los desprevenidos que caen en la trampa y exclaman: "Si ella es la más fea, ¡cómo serán las hermanas!"
El losinador evita hacer referencia directa a sus virtudes. Sin embargo, ciertos comentarios delatan su necesidad de elogiarse: "Ayer seleccionaron a los más aptos para el puesto de gerente, que cobra cinco mil euros, trabaja tres horas por día y tiene seis meses de vacaciones. ¡Qué laburo de mierda! ¿A que no sabés a quién eligieron? A mí, claro." Aunque finja que no le interesa el trabajo, losina dejando deslizar que no cualquiera puede acceder a ese puesto.
"No me gustan los libros que escribo; sin embargo han sido elogiados por los más grandes escritores. Saramago dijo que soy el mejor escritor del siglo. Allá ellos, no sé qué le vieron a mi escritura", dice un escritor en una conferencia. Cada vez que una persona comenta el elogio que otro le hizo, e inmediatamente trata de rebajar ese elogio, está losinando. Aun si dice "sinceramente, creo que no merezco ese elogio", sigue losinando: no sólo desea que lo elogien; también quiere que lo consideren humilde.

martes, 9 de noviembre de 2010

Infeminar(se)

(Verbo transitivo. De fémina. Sustantivo: infeminación)

Ocupar una mujer cargos o lugares que en cierto imaginario social machista, sólo debe ser ocupado por hombres.
 
Uso: "Desde que las mujeres pudieron ser jefas, ahora ocupan todos los puestos jerárquicos e infeminaron todo". "Carlos, desde que empezó con eso de la igualdad entre el hombre y la mujer, infeminó el club de bochas"

Sólo hay usos machistas de este término. La expresión "infeminación" tiene resonancias de "diseminación" e "infección": la infeminación se concibe como una plaga que se difundió y no se supo combatir a tiempo (presumiblemente, por falta de rigor y firmeza por parte de los hombres).

viernes, 5 de noviembre de 2010

Joncatenación

(Sustantivo. De jonca = cajón, haciendo referencia al ataúd y concatenación)

Sucesión de varias muertes seguidas de personas de un mismo ámbito. 

A veces nos enteramos de que murieron tres de los cajeros del supermercado en el último mes. Cada uno murió por causas diferentes, pero la seguidilla fúnebre y la coincidencia de rubro son más que llamativas. Puede pensarse que, quizás, en el ejemplo dado las muertes hayan estado ocasionadas por las malas condiciones de empleo y el estrés. Sin embargo, a veces nos sorprenden casos muy dispares y no conectados, excepto por cierta comunidad de espacios e intereses: será una joncatenación si mueren cuatro o cinco asistentes al taller literario, o clientes de una misma verdulería, o amantes de los bonsai, u ocasionales visitantes de una poco frecuentada página de internet.
Para que la expresión pueda utilizarse sin lugar a dudas, es necesario que la cantidad de muertos supere, al menos, las tres unidades. Dos muertos aun no son una joncatenación; en todo caso configuran una única curiosa tragedia. Tres muertos, en cambio, es una coincidencia que amerita una palabra.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Seudostro

(Adjetivo. Del griego pseudós = falso y  oistrós = aguijón)


Dícese de la persona que se considera a sí misma capaz de advertir, amonestar y concientizar a otros. 

El seudostro cree que tiene una misión trascendente. Aunque su bagaje conceptual es deplorable, y aunque sus convicciones resultan escasas y contradictorias, él supone que sus duras, prejuiciosas y muchas veces infundadas admoniciones provocarán un "despertar", o un "abrir los ojos" en sus irritados oyentes. Es común que un seudostro se vanaglorie de sus (puramente imaginarios) buenos resultados: "Ayer le dije a Carlitos que esa mujer con la que sale no es para él, que algún día lo va a engañar; que se tiene que buscar otra. Al principio se enojó, pero después (antes de pegarme una trompada) me miró como diciendo 'tenés razón'". Otras veces, el seudostro cuenta dudosas anécdotas del pasado, para mostrarnos que "desde muy joven" se dedicó a "decir todas las verdades" a la gente y que "no se calla nada", esperando quizás que sus obligados oyentes le rindan pleitesía. "Hace veinticinco años hablé con el presidente de la república, el finado Raúl Alfonsín y le dije: Raúl, se viene la hiperinflación, se viene la hiperinflación, cuidado con las especulaciones financieras... No me hizo caso, y fijate la que se vino en el ochenta y nueve"
El seudostro realiza una amalgama entre el consejo malicioso y la advertencia: por un lado, dictamina cuál es el único camino que se debe seguir para evitar un mal horrendo; por otro lado, infiere cuál es el mal terrible en el que (de manera inexorable) desembocarán los acontecimientos si se desoye su advertencia. Muchas veces (y esto es lo típico) es ambiguo y poco específico en su relato de los hechos actuales; sin embargo, a pesar de ello, parece tener muy en claro cuáles serán las terribles consecuencias si no se actúa como recomienda. Si se le pregunta cómo está el contexto político, dirá "Está todo, pero todo, todo, mal". Ahora bien, de ese "mal" en abstracto, ese mal total, supone que el mejor camino es "Quitar del camino a un candidato pernicioso", porque de otro modo "el país desembocará en una irreparable crisis interna, con la quiebra de todas las pequeñas y medianas empresas". Aquí puede verse la secuencia del seudostro: un contexto inespecífico ("Está todo mal"), un camino a seguir ("Quitar del medio a un candidato") y una consecuencia espantosa y muy específica si no se cumple con su consejo imperativo ("La quiebra de las pequeñas y medianas empresas")

En el contexto político argentino, la diputada Elisa Carrió es la seudostra más reconocida.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Microarquía

(Sustantivo. Del griego mykrós = pequeño y arché = poder. Adjetivo: microarca)

Poder insignificante que se ejerce con enorme arbitrariedad.

El microarca tiene por un instante (y por casualidad) algo bajo su control. Sin embargo aprovecha ese momento de mínimas posibilidades para desplegar toda la fuerza de su autoridad. Durante su brevísimo e invisible reinado se arroga una porción de los destinos humanos, y por ello no duda en actuar de acuerdo a su fugaz capricho, sin reparar en consecuencias ni razones.
Al microarca se le encarga cuidar los baños de un bar por una noche. Durante esa noche, será no sólo un celoso guardián de la limpieza y el orden; también se arrogará el derecho a decidir quién entra, quién no entra, quién se lava la cara, quién usa papel higiénico y quién puede usar el inodoro. No dudará en insultar y golpear a los que no respetan su ocasional investidura, y tampoco se negará a exigir propinas o tributos por su servicio.
El microarca más peligroso es el que tiene personas a su cargo. Cuando un microarca queda ocupando el puesto de jefe por unas horas (porque el jefe verdadero tuvo que ir a una reunión, por ejemplo), el personal deberá someterse a un régimen aun más despótico, arbitrario y perverso que el que solía reinar con el auténtico patrón.

En la historia argentina, el microarca reciente más conocido es el vicepresidente Julio Cobos, quien ejerce su poder de voto en el Congreso de manera opuesta a las intenciones del poder ejecutivo del que forma parte. Dado que su voto sólo se exige en casos de desempate, las ocasiones en que tiene la posibilidad de ejercer ese poder son muy pocas, pero durante las dos veces en que lo tuvo, lo aprovechó para mostrar cómo se puede ser opositor en los pequeños resquicios de acción efectiva que le deja su rol de vicepresidente.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Magniperio

(sustantivo. Del latín mane = temprano [tomada en sentido figurado]; magnus = grande y pereo = perecer)

Muerte prematura de un gran líder.

Cuando un estadista, un guía espiritual o un gran maestro mueren de manera repentina y en pleno auge de su actividad, provocan una consternación que supera con creces el ámbito de su círculo familiar y profesional. La muerte inesperada deja a sus seguidores desorientados, acongojados y temerosos. En un magniperio se profundiza la sospecha de que no hay un dios que guíe el destino de los hombres, o bien que, de existir ese dios, es indiferente o incluso hostil hacia los objetivos humanos.

jueves, 28 de octubre de 2010

Duelo

En este blog no me dedido a hacer análisis sobre política, y hoy tampoco será así.
Para eso están mis compañeros virtuales, que lo hacen de manera excelente, irreprochable y muy necesaria: Grupo de expertos en todo, Los Huevos y las Ideas, Pensando la Argentina, Almita, Bolazos de los medios, Orlando Barone y muchísimos otros que no puedo nombrar. A todos ellos les agradezco la celeridad, la agudeza y la fuerza con la que escribieron e hicieron que no nos sintiéramos tan solos.

Estamos de duelo.
Hasta el lunes.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Necesitoso

(Adjetivo. De necesidad)

1. Dícese de quien exhibe una necesidad que no tiene ante quienes sí tienen esa necesidad.
2. Dícese de quien se queja por un mal que es insignificante en comparación con el mal de quienes lo escuchan quejarse.

Sólo pueden ser necesitosos quienes tienen cierto poder. El jefe necesitoso se queja ante su secretaria, diciéndole que no le alcanza el sueldo, que le vendrían bien tres o cuatro mil pesos más. La empleada cobra cinco veces menos que el jefe, pero siente cierto remordimiento y puede que acceda a prestarle parte de su aguinaldo. El profesor le dice a su auxiliar: "No puedo dar la clase del martes yo solo; me vendría bien que alguien me dé una mano". El auxiliar -quien da todas las clases del resto de la semana- se siente en la obligación de ayudar a su superior, y seguramente terminará dando también la clase del martes. El hombre saludable necesitoso se queja de un dolor de cabeza frente a alguien que está sufriendo un ataque cardíaco.
El necesitoso actúa de manera inconsciente y no por maldad; no se da cuenta de que sus lamentos resultan obscenos e irritantes ante el más pobre, el menos poderoso o el dolorido. Lo curioso es que muchas veces obtiene lo que se propone. Un magnate necesitoso que se quejara por lo caro que está todo, podría lograr que la gente pobre dijera con cierta genuina congoja: "pobre hombre, la plata no le alcanza para nada"

martes, 26 de octubre de 2010

Nefelimoto

(Sustantivo. Del griego neféle = nube y del latín motus = movimiento)

Fenómeno meteorológico en el que las nubes del cielo se mueven con rapidez y de manera errática e impredecible. 

En un nefelimoto, el cielo parece sobrecargado de formaciones nubosas, y las nubes cambian de forma, se alejan, se separan, se vuelven a unir; ascienden hasta desaparecer o descienden a gran velocidad hasta el suelo para transformarse en una momentánea niebla. El espectáculo es sobrecogedor y terrorífico: si ocurre de noche, se disimula gracias a la oscuridad, aunque si se mira hacia arriba en un lugar despejado se podrán ver matices rojizos y grisáceos que se retuercen y desarman con violencia. En cambio, durante el día, el rápido contraste de luces, colores, sombras y furiosos espasmos celestiales produce una inquietante sensación de apocalipsis.
Una curiosidad: las nubes se mueven hacia muchas direcciones, como si el viento fuese un poliolo que sopla a la vez desde todos los puntos cardinales, incluso desde arriba o desde abajo.

viernes, 22 de octubre de 2010

Anfiatiquia

(Sustantivo. Del griego ánphi = doble; a = no y tychia = suerte, azar)

Conjunción de dos desgracias de sentido contrario.

Tener un incendio en el barco mientras se está hundiendo en medio del mar; ser picado por una víbora y morir por la alergia provocada por el antídoto; escapar de los golpes de una patota y ser recibido con golpes por la policía;  todos estos son ejemplos de anfiatiquia.  En rigor, no hay dos desgracias, sino tres: las dos iniciales, mas la infeliz e irónica coocurrencia de ambas.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Pletopapiria

(Sustantivo. Del griego pletháino = aumentar, incrementarse y papyros = papiro)

Multiplicación innecesaria de la cantidad de papeles. 

La frase conocida como navaja de Ockam dice que los entes no deben multiplicarse, a menos que haya una necesidad para ello. La burocracia ha generado un universo creciente de papeles con el solo objetivo de validar sus ejecuciones, y cada documento valida a otro, y a su vez es validado por otro en una cadena transfinita o circular. Para acreditar la propia identidad se necesita de una libreta (hecha de papeles) para la cual deberá obtenerse una serie de papeles sellados, fotocopias de esos papeles y autenticaciones de las fotocopias, rubricadas y nuevamente fotocopiadas, cuya veracidad conste en otros papeles para que los papeles anteriores no necesiten de más papeles para ser legalizados, en cuyo caso se requerirán duplicados de todos los papeles anteriores más los debidos papeles en los que conste por qué se pide un duplicado, más una reduplicación de papeles sellados y autorizados para asentar (en otros papeles) la causa de la duplicación de los papeles.   

martes, 19 de octubre de 2010

Afragantar(se)

(Verbo transitivo. De fragancia y atragantarse)

1. Ponerse perfume en exceso. 
2. Perfumar algo o perfumarse para tapar un mal olor. 
3. Tener un fuerte olor exquisito a la par con otro fuertemente nauseabundo.

Las personas que suelen alejarse de quienes expiden un hedor espantoso, también se apartan de quien se ha echado una considerable dosis de desodorante o loción. En parte, porque una fuerte fragancia es empalagosa y, en parte también porque tanta necesidad de oler bien parece ocultar algo que huele muy mal, ya sea en sentido literal o figurado.
Por la misma razón, nunca conviene comprar en una carnicería o fiambrería en la que se pueda sentir con fuerza el aroma de un desodorante de ambientes lavanda o un desinfectante de pino, sobre todo si por debajo de esa esencia omnipresente nuestra nariz adivina una indefinida y soterrada pestilencia.

lunes, 18 de octubre de 2010

Diyunomio

(Sustantivo. Del latín dis = separación;  junctio = unión  y nomen = nombre. Adjetivo: dijunómico)

Relación entre objetos que no merece llevar un nombre.

Cada idioma presupone una ontología. Los nombres construyen un objeto, y ese objeto no es más que un conjunto de relaciones reunidas bajo un concepto. Llamamos "mesa" a cierta relación entre las patas y una base; "taza" a otra relación entre un bol y un asa. Solemos poner un único nombre a una serie de relaciones que tiende a tener cierta continuidad en el tiempo y cierta relevancia: ponemos nombre a las relaciones entre cuatro patas y una tabla (y las llamamos "mesa"), pero no a las relaciones entre cuatro patas, una tabla, el piso en el que se apoyan y el florero que tiene encima.

¿Merece tener un nombre la relación que existe entre un libro, la biblioteca, la pared y los adornos de la estantería? ¿Necesitamos bautizar a la escoba-junto-a-la-pared-del-lavadero? ¿O el vapor de una olla hirviendo, la olla, los vidrios empañados y el olor a  humedad caliente que destila? ¿Le daríamos una sola palabra a la conjunción de un dolor de cabeza, una nube, la salida de un ómnibus, mortadela y jardín de infantes? Se trata de relaciones tan fortuitas que probablemente nunca se nos ocurriría pensarlas como si fuesen un único todo.
Todas aquellas situaciones para las cuales no se nos ocurriría poner un nombre, por irrelevante o por inútil, son dijunómicas. Sin embargo, lo que es importante para una cultura puede no serlo para otra: para un occidental, un barco es barco independientemente del lugar donde navegue. Para ciertos idiomas de oriente, el concepto de barco incluye el mar.  Para otros, sólo es barco la parte inferior (la que toma contacto con el agua), mientras que el resto lleva otro nombre.


Los nombres "perongo" y "toglemon" son evidentes diyunomios.
¿Todo término inventado se convierte en diyunomio? ¿Diría usted que todas las palabras de este blog lo son?

viernes, 15 de octubre de 2010

Megaloteratodinolojecatogramaprófera

(Adjetivo y sustantivo. Del griego megálos = enorme; terátos = monstruo; deinós = terrible; lógos = palabra; hecatón = cien; gramma = letra; a = no y proféro = pronunciar. Aproximadamente: "Enorme, terrible y monstruosa palabra de cien letras que no puede pronunciarse") 


1. Palabra que es más larga que su definición.

2. Palabra sumamente rebuscada que se refiere a un hecho u objeto que resulta más fácil de reconocer por una descripción que por su nombre. 

"Ciclopentanoperhidrofenantremo" es un término de la biología para referirse al ciclo del agua. "Esternoncleidomastoideo" es el nombre de un músculo del cuello. "Pentaquismiroexaquisquiliotetraacosioexapentagonal" es, aunque parezca un invento, el nombre de una figura geométrica de ochenta y cuatro lados. Estas tres palabras son ejemplos de megaloteratodinolojecatogramaproferas: casi nadie (excepto los especialistas) conoce lo que significa, pero es fácil entender a qué se están refiriendo cuando se indica mediante una descripción: "Es tal y tal cosa de tal lugar". 

No es casual que la propia palabra caiga dentro de su propia definición: la palabra "Megaloteratodinolojecatogramaprófera" es megaloteratodinolojecatogramaprófera en sus dos acepciones. Es posible que estas palabras interminables desalienten a quienes desean aprenderlas y pronunciarlas, y terminen provocando Hipopotomonstrosesquipedaliofobia, que es precisamente el miedo a las palabras largas.

La palabra "homofotocolobolobofobócrono", ¿es megaloteratodinolojecatogramaprófera en alguna de sus dos acepciones?

miércoles, 13 de octubre de 2010

Lipolexia

(Sustantivo. Del griego leípo = ceder, abandonar y lógos = razonamiento, discurso)

Momento de un discurso en el que se pierde el hilo racional.

A veces, promotores de medicinas new age, anunciadores de la segunda venida de Cristo, piscóticos que creen ser perseguidos por demonios, profetas de apocalipsis anunciados en símbolos inextricables al pie de una pirámide o exégetas de las maléficas intenciones de políticos, pensadores y científicos, revisten su discurso con un halo de racionalidad para presentar sus dudosas hipótesis como si fueran verosímiles y aceptables. Pero en algún momento dan poco sutiles saltos al vacío, sacando conclusiones de la nada y cambiando el tono neutro por uno agresivo y enloquecido. En ese punto en el que la racionalidad se permuta por inextricables maldiciones, admoniciones o presagios, se ha desatado la lipolexia.
En los programas de televisión, ciertos invitados (supuestamente expertos en algo, probablemente de tinte ligeramente humanístico) aprovechan los minutos de aire y la buena predisposición de un conductor, para presentar su ciencia, sus estudios, las teorías que han frecuentado y los diplomas que han obtenido. Si los dejan seguir hablando, puede que comenten con poco detalle qué están haciendo actualmente, cómo llevan a cabo sus experimentos, con qué renombradas revistas internacionales trabajan, qué libros han publicado, cuántas becas han obtenido. Si les dan más minutos de aire, puede que alguno se atreva a confesar que la ciencia no sirve para nada y que lo mejor es el estudio del poder de las piedras y el agua, y tal vez pida un vaso de agua para mostrar que se pueden captar "malas ondas" con sólo sumergir una piedra en ella. Otro podrá confesar que sólo cree en el poder sanador de los espíritus; el de más allá se declara devoto de María y el siguiente no dejará pasar la oportunidad para asegurar que los niños índigo vendrán a salvar el mundo, o que hay un demonio violador que acecha detrás de los roperos, o que el cáncer no es una enfermedad sino un extraterrestre, o que las personas están siendo controladas a distancia por habitantes de Neptuno, o que el queso tiene sentimientos, o que las cañerías son sistemáticamente envenenadas por políticos corruptos que quitan el veneno un segundo antes de que abramos las canillas. Nadie sabe cómo se ha llegado a ese punto de la charla, pero en algún momento el discurso abrió el juego a opiniones absolutamente delirantes, inoportunas, insólitas y penitéticas. Ese momento es el de la lipolexia

martes, 12 de octubre de 2010

Ergonófago


(Adjetivo. Del griego ergon = trabajo y fágos = comer. Sustantivo: ergonofagia)


Objeto o sistema que posee un problema mínimo, puntual y acotado que sin embargo se resiste a ser resuelto.

Un objeto no se convierte en ergonófago por pereza o negligencia: a veces algo no se arregla aun cuando se ejecutan con cuidado e insistencia todos los pasos necesarios para que eso se arregle. El término hace referencia a la sistemática terquedad de un mismo objeto o sistema problemático. Si el objeto se resiste sólo una o dos veces, o si varios objetos del mismo tipo se vuelven refractarios a las soluciones aportadas, ya no se aplica.

Tomemos algunos ejemplos de ergonofagia:

El reloj no funciona. Le cambiamos la pila, y sigue sin funcionar. Le cambiamos el  motor, y aun no funciona. Cambiamos las agujas, una vez más el motor, otra vez las pilas, y tampoco. Aun cuando en rigor ya es otro reloj (pues hemos sustituido todos sus componentes funcionales), la solución no se hace presente. 

Algo similar ocurre con ciertas goteras. No importa cuánto trabajo se realice ni qué tan garantido sea el método: la gotera nunca se soluciona. O, si lo hace, es de manera parcial y tentativa: basta una lluvia torrentosa para que la gotera vuelva a aparecer, o elija otro lugar del techo donde manifestarse.

La ergonofagia es muy común en artefactos hogareños que requieren reparaciones de plomeros o gasistas: calefones, estufas, cañerías y grifos que, sistemáticamente, tienen problemas para cuya solución los expertos han dado garantías y explicaciones exhaustivas. Es muy común que, cuando reprochamos a los plomeros o gasistas por el trabajo mal hecho, ellos se muestren asombrados por el persistente desperfecto y digan: "nunca me pasó eso con un calefón", o "jamás vi que un caño siguiera perdiendo aun después de haberlo cambiado", o incluso: "usted debe haber metido mano para que pase esto".

Este curioso fenómeno pone de manifiesto las insólitas limitaciones del conocimiento y la acción humanas: lo que funciona en todos los casos puede no funcionar en este caso concreto, aun cuando no hubiera una razón adicional para ello. Puede ser que los tratamientos antipulgas funcionen con todos los perros del mundo, exceptuando sistemáticamente a nuestro perro.
Ante la ergonofagia se pueden sospechar dos cosas: o bien está interfiriendo algún factor que ni nosotros ni los expertos han tenido en cuenta, o bien el objeto recalcitrante ha sido víctima de un maleficio.

lunes, 11 de octubre de 2010

Perontismo

(Sustantivo. Utilízase también "peroantismo". De 'pero antes')

Situación en la cual jamás se puede comenzar con una actividad porque es necesario hacer un conjunto indefinido de otras actividades antes de la deseada. 

Si uno desea acomodar los libros de la estantería, tal vez descubra que las patas de la estantería están flojas y que cualquier movimiento puede desestabilizarla. Entonces se propone arreglar las patas, pero no encuentra el martillo, o no hay clavos. Uno sale a comprar clavos, pero la ferretería del barrio no abre los sábados a la tarde. Por eso, se propone caminar hacia el centro, donde tal vez haya algo abierto. Comienza a caminar, pero le duelen mucho los pies: los zapatos le aprietan. Vuelve a su casa a cambiarse los zapatos por unas cómodas zapatillas. Sin embargo, las zapatillas están recién lavadas, colgadas en el tendal, todavía húmedas. Así, la sencilla actividad inicial se convierte en un maremagnum de preparativos sinuosos que se multiplican hasta desalentar.
Casi cualquier actividad tiene un índice de peroantismo. Si armamos nuestro curriculum, debemos poner todos los cursos que hemos hecho. Pero en ese instante descubrimos que el curso de Clown a distancia no nos entregó el certificado y que el Centro de Taquígrafos nunca nos acreditó nuestra publicación en su revista. Entonces el curriculum debe esperar hasta que tengamos los datos. Llamamos al Centro de Taquígrafos, pero han cambiado el teléfono y la academia de Clown cerró por vacaciones. Cocinar, estudiar, leer, dormir e incluso morirse pueden ser actividades infectadas de peroantismo.

Cuando un político dice que no están dadas las condiciones para poner en vigencia un derecho constitucional, está excusándose con un falso agrumento perontista.

viernes, 8 de octubre de 2010

Estroboloquio

(Sustantivo. Del griego stróbos = giro y logos = discurso. Adjetivo: estrobolóquico)

Discurso o cadena de discursos que vuelven continuamente al punto inicial.

Deseamos que una narración sea fluida y que, luego de una breve introducción y un nudo apasionante, llegue el desenlace esperado. Pero el narrador se detiene en mitad del nudo y vuelve a la introducción para resaltar los detalles, o para repasarlos, o porque sencillamente no tiene interés en proseguir. "Tengo un cantero con flores en el jardín de adelante. Esta mañana vi que una parte de la tierra estaba removida, como si alguien hubiera venido por la noche a enterrar algo. Comencé a sospechar que habían dejado un cadáver. Empecé a escarbar con las manos, y descubrí un arcón gigante. Estaba a punto de abrirlo. ¿Les conté de qué color eran las flores? Porque en el cantero tenía pensamientos, prímulas, petunias... En fin, al escarbar encontré un arcón y me disponía a abrirlo. Me di cuenta de que necesitaba una llave o una herramienta. Yo dejo las herramientas entre las flores. Las flores del jardín estaban hermosas, en especial la prímula, radiante con la luz del sol y una pequeña gota de rocío. Encontré una llave inglesa que no iba a servirme. Por eso pensé en el martillo, que estaba entre las flores. Tengo unas rosas, y las rosas eran mucho más rosas esa mañana. No se imaginan lo rosas que eran las rosas, porque de verdad, si hay un nombre bien puesto, es el de las rosas del cantero de mi jardín." La narración, detenida una y otra vez en los insignificantes detalles de las flores, corre el riesgo de perderse entre esos minúsculos meandros, y avanza a cuentagotas.

A veces, las discusiones son estrobolóquicas: uno de los contendientes desea volver una y otra vez al mismo punto inicial, para forzar a su rival a revisar las consecuencias y premisas que derivó, o para mostrar que sus conclusiones no se atienen al punto de partida. "Estábamos discutiendo sobre la influencia de los monopolios mediáticos, no sobre lo malo que es este gobierno", dice una y otra vez un estrobolóquico polemista a su contrincante para que no olvide cuál es el punto de partida de la discusión.

jueves, 7 de octubre de 2010

Empedazar

(Verbo intransitivo. De pedazo)
 
1. Armar algo con remiendos. 

No es equivalente a "remendar": cuando algo se remienda, se le ponen parches. Cuando se empedaza, se arma sólo con remiendos.

2. Dar a alguien algo por partes, en lugar de darlo completo en una sola operación.

Cuando uno compra en cuotas, paga por partes y le entregan un producto completo. Cuando se empedaza, en cambio, se paga por algo completo y se lo va a entregando por partes.

Empedazar, en este sentido, es una forma de estafar: A Carlitos lo empedazaron: compró un auto y le entregaron el chasis la semana pasada y las ruedas esta semana. De todos modos, no llega a ser una estafa consumada y completa, porque, aunque sea por partes y después de mucho tiempo, el producto se entrega en su totalidad.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Idobio

(Sustantivo. Del griego idéa = esencia, entidad abstracta y bios = vida)

Ser que vive en mundos virtuales

Se ha especulado con que una máquina o incluso la propia internet pudiera cobrar vida. Sin embargo, poco se ha dicho de la posibilidad de que dentro de los mundos virtuales se pueda generar algún tipo de entidad viviente. Así como la materia se ha organizado en sistemas biológicos; así como esos sistemas biológicos evolucionaron hasta alcanzar un sistema nervioso que les permitiera representaciones virtuales, y así como esos mismos seres crearon máquinas virtuales independientes, no es imposible imaginar que el próximo paso será el de la creación y proliferación de idobios: entidades vivientes cuyo ecosistema está formados por el montaje virtual de algunos videos de youtube, o cuentas de Facebook, o blogs. Un posible (y totalmente imaginario) proceso evolutivo podría darse a partir de los videojuegos: un personaje de algún conocido juego podría cobrar vida y escapar del cerrado escenario lúdico para instalarse en la plantilla de un periódico virtual muy visitado (si quiere hacerse famoso) o en la foto del fotolog de una persona que murió hace tiempo (si desea llevar una solitaria vida virtual)
Si los idobios se hicieran realidad, no será extraño que alguien diga: "Lara Croft y el príncipe Arthas pasan sus días en un lugar virtual que está a medias entre mi blog y mi correo electrónico".
Quizás un remanente energético provocado por los circuitos interconectados de todas las computadoras que actualmente están en red, pudiera generar de manera espontánea una red virtual viviente.

Cuando aquí se dice "viviente", no se está suponiendo que, por ello, deba ser pensante. En ese caso, es difícil determinar si los comportamientos de ciertos sistemas de simulación no son ya idénticos a los comportamientos de algunos sistemas vivientes. Desde luego, habrá que refinar el término "vivo" para saber qué se está diciendo exactamente cuando se dice que un sistema formado por las operaciones binarias de una máquina digital de estados discretos da lugar a un ser viviente. Un virus computacional es un sistema autorreplicante cuya actividad se agota en esa replicación virtual, y por lo tanto no lo llamamos "viviente". Sin embargo, también es difícil aplicar ese término a los virus reales. Por lo tanto, quizás, si surgiera alguna especie de "célula" virtual, u "órgano" virtual, quizás allí sí podríamos calificarlo de viviente, con las transferencias semánticas que sean necesarias para el caso.

martes, 5 de octubre de 2010

Paranoema

(Sustantivo. Del griego para = junto a y noema = manifestación de algo a la conciencia. El paranoema es el producto de la paranóesis)

Conocimiento, reflexión o pensamiento que se tiene en paralelo con otra actividad de conciencia. 

Hay ciertas actividades de conciencia que suelen darse (al menos desde el punto de vista subjetivo) en sucesión, pero no en paralelo. Sin embargo, los casos de paranoema son claros y abundantes. Si usted es un matemático y está sumamente concentrado en la demostración de un teorema, es de esperar que su conciencia inmediata esté absorta en el trabajo. Pero es posible que, mientras está pensando en una solución para el teorema, se le viene a la mente un descubrimiento de otra naturaleza: acaba de sacar la conclusión de que la camisa amarilla, que usted había dado por perdida, en realidad está debajo de una pila de ropa vieja en el canasto del galpón. Usted estaba pensando en el teorema y en ningún momento trajo a la conciencia las nociones de perdido, camisa, amarilla, galpón, canasto. Inexplicablemente algunos recursos de su conciencia estaban trabajando en paralelo para encontrar una explicación al acertijo de la camisa desaparecida.

Es posible que tengamos múltiples paranoesis: incontables procesos de pensamiento paralelo que se desarrollan a espaldas de nuestra conciencia. Es un misterio, en ese caso, la razón por la cual sólo somos conscientes a través de uno de esos múltiples canales.

viernes, 1 de octubre de 2010

Dugreimo

(Sustantivo. De disxréstos = difícil y geúma = almuerzo, comida)

Plato culinario que sólo puede comerse después de intrincadas maniobras con los cubiertos o con las manos.

A veces el almuerzo consiste en una dócil polenta o un benevolente guiso que se dejan domeñar con un tenedor o una cuchara. Pero cuando hay un trozo de carne con mucho hueso y grasa, ranchos de pollo, langostinos sin pelar y batatas cocidas en el horno con su cáscara, no podremos comer con sólo un tenedor y ligeros cortes de cuchillo: es necesario, a veces, hacer complicados trabajos de separación para encontrar alguna parte comible y aprovechable. El dugreimo nos deja exhaustos; nos pasamos el almuerzo dándole vueltas a un hueso, comiendo miserables lonjitas de carne dura y mezquina extraída después de hábiles y tortuosas artimañas. Después de esta operación quedamos fatigados y con ganas de hacer una prolongada siesta, porque la comida nos ha saciado por cansancio.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Letámara

(Sustantivo femenino. Del latín laetitia = alegría y amaritudo = sabor amargo)

Exaltada alegría con un dejo de preocupación.

El lenguaje de las emociones es escaso y escurridizo. Las sensaciones agridulces definirían, en su amplio espectro, algo que con este término pretende definirse puntualmente. La letámara, sin llegar a ser agria, sí tiene un tinte ligeramente amargo. Es una alegría incontenible que se expresa en risas y cantos, pero que por lo bajo, en la cercana periferia de lo consciente, esconde un temor, un dolor, una inquietud o una pérdida.
Disfrutar de un pleno día de campo con la familia, pero estar preocupado por si entrarán a robar en la casa que ha quedado sola es un ejemplo de letámara. En cambio, si la preocupación opaca el disfrute, ya no estamos hablando de la misma emoción.
Las personas neuróticas nunca pueden tener una felicidad completa; lo máximo a lo que pueden aspirar es a infrecuentes letámaras. El resto del tiempo vivirán obliteradas por sus a veces ridículas preocupaciones. 

Términos relacionados: leticismo, modulancia.