(Sust. Del latín per = con insistencia y mendacitas = mentira. Adjetivo: permendaz)
Mentira innecesaria.
Una mentira se profiere, habitualmente, para encubrir alguna acción reprobable (como cuando faltamos al trabajo y mentimos diciendo que teníamos fiebre). En estos casos, la mentira tiene una finalidad egoísta; pero existen otras situaciones en las cuales la mentira sirve para no dañar a otro (las llamadas "mentiras piadosas") o para protegerlo.
Sin embargo, existe una categoría de mentiras que no entran en ninguno de los rubros anteriores. Cuando una mentira es irrelevante, no contribuye a ningún bienestar -propio o ajeno- y no puede justificarse de ninguna otra manera, estamos ante una permendacia.
Los ejemplos de la permendacia requieren de un contexto con cierta complejidad. Intentemos con uno:
Supongamos que Juan le presenta su novia a Pedro. Pedro -sumamente permendaz- le dice a la novia: "Yo te conozco de antes. Vos sos amiga de una conocida mía llamada Carola, y hace un año estuvieron ambas en la fiesta de Carlitos". La novia de Juan insiste en que no tiene una amiga llamada Carola, y jura que no conoce a ningún Carlitos. Pedro, por otra parte, está inventando todo: nunca vio a esa mujer, y tampoco tiene una amiga llamada Carola ni conoce a Carlitos. Si no puede calcularse ningún beneficio por proferir esta mentira, estamos ante una permendacia.
A veces, la permendacia atenta lisa y llanamente contra quien la profiere. Cuando una persona insiste en mentir incluso en el caso en que dicha mentira lo perjudique, estamos ante un caso -quizás patológico- de permendacia. Supongamos que alguien, presentándose a un trabajo muy deseado y luego de exhibir un impresionante curriculum, mintiera ante sus futuros jefes: "mi problema es que soy alcohólico y adicto a las drogas duras". En este caso, estaríamos ante una clara permendacia.
(Este término es la excusa perfecta para autodefinirme. Aquí me explayo sobre el asunto)
No hay comentarios:
Publicar un comentario