(Sust. Del gr. arxaios = primero, inicial y mnéme = recuerdo)
1. Primer pensamiento del día.
En cualquier momento del día podemos preguntarnos: ¿qué fue lo primero que pensé cuando me desperté? Si podemos responder satisfactoriamente a esta pregunta, habremos localizado el arzomimio del día.
El término, sin embargo, refiere con mayor propiedad a esta segunda acepción:
2. Recuerdo más antiguo de la vida.
La persona que es capaz de recordar un suceso ocurrido cuando tenía tres años, pero es incapaz de recordar algo antes de ese suceso, ha descubierto el arzomimio de su vida.
Existen quienes dicen que pueden recordar sucesos mientras estaban en el vientre materno. En estos raros y dudosos casos, o bien debemos colocar el arzomimio en tan temprana etapa, o bien podemos sospechar que hubo alguna confusión -por ejemplo, confundir el recuerdo de las imágenes de un sueño de la primera infancia con un recuerdo intrauterino.
Existe una teoría metafísica que desbarata el concepto de arzomimio: aquella según la cual hemos tenido vidas pasadas y, con algún tipo de técnica especial, podremos recordar quiénes fuimos y qué hemos hecho antes de nacer. En estos casos, podemos limitar el arzomimio al recuerdo más antiguo de la vida actual, pero en rigor habría que extenderlo a la que debió ser nuestra primera vida (supongamos, cuando nuestro alma encarnó por primera vez en un cuerpo), si es que el concepto de "primera vida" tiene algún sentido dentro de esta teoría. Incluso, podríamos remontarnos más allá y suponer que es posible recordar lo que hacía el alma antes de encarnarse en su primera vida.
La teoría de la reencarnación puede tener derivaciones paradójicas para nuestra memoria. Algunos pensadores han supuesto que nuestras reencarnaciones no son sucesivas, sino aleatorias. Es decir, no morimos en un tiempo y reencarnamos enseguida; mas bien nuestro alma se mantiene al margen de toda temporalidad y puede reencarnar, una vez, en un ilota romano de la época de Augusto; luego reencarnar en un empleado bancario del siglo veinte, luego en un matemático babilonio del siglo ocho antes de cristo y luego convertirse en un piloto de transbordadores cuánticos en el siglo veintitrés, para luego volver a encarnar en el mismo ilota romano de cuatro vidas atrás. Si se acepta esta última hipótesis, la noción de arzomimio debe borrarse de nuestro léxico.
1 comentario:
Mi arzomimio, Mux, se me ha perdido ayer. Se fue.
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