(Adj. Del gr. mostá: deseo y phoné: asesinato)Gesto, palabra, actitud o acción de una persona o de un grupo de personas (o incluso animales) que despiertan en quien los observa / escucha el deseo de asesinarlas.Ejemplo de uso: supongamos que A está escuchando el monólogo de B. B dice en algún momento "Abandoné a mis hijos porque en mi infancia yo también fui abandonado". Si a partir de esa afirmación, A siente incontenibles deseos de matar a B, eso significa que la frase de B fue mostafónea.
Son mostafóneas en primer grado las promesas incumplidas, las mentiras evidentes, las asociaciones arbitrarias, los dichos que apelan a una dudosa psicología de sentido común (como la del ejemplo de arriba) y cualquier otra justificación insostenible.
Existen palabras o frases que son mostafóneas en segundo grado; esto es: despiertan el deseo de matar a quien las enuncia, pero no por el cariz semántico o falaz de la frase, sino por la excesiva repetición o abuso de ella: las muletillas "le dije", "o sea" y equivalentes.
También, saliendo del plano puramente lingüístico, ciertas acciones pueden despertarnos el deseo de asesinar: son mostafóneos los actos de una persona a quien le adivinamos su intención mala o egoísta, pero cuyos actos son disimulados como acciones filantrópicas o bondadosas.
Debe distinguirse el carácter mostafóneo objetivo y el subjetivo. Cuando hay un verdadero motivo para que se despierte el sentimiento mostafóneo, decimos que la acción es mostafónea objetivamente. Sin embargo, puede ocurrir que cualquier acción de la que seamos testigos nos despierte incontenibles deseos de matar a sus protagonistas: este caso es puramente subjetivo y muchas veces patológico. La frontera que separa el carácter objetivo del subjetivo nunca está bien definida.
Hay personas que son íntegramente mostafóneas: no importa lo que hagan, lo que digan o lo que dejen de hacer: siempre despiertan en un tercero el deseo de matarlas.