(Verbo intransitivo [tiene algunos raros usos transitivos]. Del griego argía = pereza y arjéia = gobierno. Sustantivo: arcarquía)
Saber manejar el propio desgano.
Cuando un amigo nos invita a cenar a su casa la próxima noche, es posible que aceptemos la invitación con entusiasmo. Sin embargo al día siguiente a medida que se acerca la hora, una creciente pereza nos invade y una hora antes de salir encontramos un programa de televisión, una cerveza en la heladera y una ducha caliente que nos alientan a quedarnos en casa. Si cedemos a esa tentación, llamaremos a nuestro amigo y le diremos que estamos enfermos o que se murió un pariente. Si tenemos algo de arcarquía (y un poco de vergüenza), saltaremos por encima de las cómodas garras del sofá y el pijama, enfrentaremos el encuentro con nuestro amigo y no sólo iremos para cumplir con la invitación, sino que además disfrutaremos de la cena y la charla.
El desgano, la pereza, la desidia, el hastío, nos rodean y nos obligan a claudicar no sólo de los compromisos, sino también de las cosas que nos dan placer. Sólo con una firme voluntad podremos arcarquizar todo aquellos que nos paraliza. Pero existe una paradoja: la voluntad, ¿puede, por propia voluntad, dejar de tener pereza? ¿Se trataría de una metavoluntad arcarquizante actuando contra una voluntad desganada? Si abrimos ese juego, estamos a un paso de establecer que la voluntad puede superponerse more geometrico hasta el infinito en un juego interminable de arcarquizadoras y arcarquizadas.
1 comentario:
he vivido una etapa de 'pereza' muy intensa en mi vida, pero no se si era pereza , creo qe mas bien era depresion, aunqe aca la descripcion tiene partes de lo qe encuadran tmb en descripcion de depresion, asi qe pueden asemejarse en algun punto , no se, pienso:S
muy buen blog eh saludos
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