Recitación rítmica que se realiza por la calle, en voz bien alta, y con cierta cadencia musical, sin llegar a ser una canción.
Los aedas antiguos y los trovadores medievales eran maestros de la prosaviana; su actividad consistía en recorrer los pueblos recitando leyendas de héroes y dioses, a veces improvisadas, con una perfecta sintaxis y ritmo. Las recitaciones no eran propiamente poemas, porque no se exigía rima ni medida.
A veces las prosavianas tenían un efecto hipnótico e incluso sedante, y tenían una funcionalidad menos narrativa que mántrica. Otras veces, según la agudeza del recitador, excerbaban a los oyentes o los incomodaban. Estos efectos no eran provocados por la historia contada, sino por la pericia del trovador para coordinar la sintaxis, el ritmo y la musicalidad.
En la actualidad, hay un resabio de prosaviana en el hipnótico pregón del comprador de botellas y bagatelas que pasa con carro y caballo por algunos barrios.
1 comentario:
Discazo además!
Publicar un comentario