(Sustantivo. De chirriar. Adjetivo: chirrioso)
1. Capacidad de hacer continuos ruidos molestos de manera involuntaria.
Las personas que padecen de chirria no pueden evitar hacer ruido en situaciones para las que, normalmente, no se suelen emitir sonidos perceptibles. El chirrioso suele prolongar una breve acción -abrir una puerta, calzarse los zapatos, sentarse en el sofá- y con ello produce continuas resonancias, estertores, quejidos y murmullos de los objetos involucrados en esa acción. Cuando se ejecuta un acto ruidoso, es conveniente hacerlo rápido, pero el chirrioso no advierte esta regla de cortesía. Además de prolongadas, las acciones del chirrioso son torpes y repetidas. Abre y cierra la rechinante puerta cinco o seis veces, con estruendosa lentitud, porque se ha olvidado algo del otro lado. O hace infinitas prequiversas en la cama, o respira agitado, con bufidos y carraspera, o mastica un sonoro chicle, o sus zapatos taconean con estrépito, o sus pantalones hacen un gracioso e irritante "flip flip" cuando camina.
2. Tono quejoso.
"Chirrioso" en esta acepción y "quejoso" son casi sinónimos, aunque hay una leve diferencia. El quejoso es aquel que, de hecho, se queja continuamente. El chirrioso, en cambio, sólo tiene el tono, aunque puede no estar quejándose. A veces, después del disgusto que implica quejarnos por algo, se nos impregna la "personalidad quejosa" aun más allá de la propia situación de queja. Si en una cena con amigos en un restaurante, el mozo nos trae los ravioles fríos, nos quejaremos y quizás armemos un pequeño escándalo. Una vez que el mozo se retiró con el plato, trataremos de hablar con normalidad y bien dispuestos a seguir la charla con los amigos. Sin embargo, persistirá algo de chirria, de ese tonito entre prepotente y desesperado que utilizamos para gritonearle a los demás cuando nos sentimos con derecho a hacerlo.
Cuando un grupo de personas se reúne para jugar a algo (naipes, videojuegos, juegos de mesa) es posible que alguno de los participantes se vea afectado por chirria. Esos participantes son los que van perdiendo. Aunque no se quejen expresamente, a veces el tono lastimero de su voz delata que no se sienten a gusto con la continua derrota. "Carlitos, hasta ahora no ganaste ni una mano", dicen los amigos en tono de sorna. Carlitos quizás no diga una palabra y se limite a sonreír con amargura. Sin embargo, unos minutos después Carlitos pedirá que le sirvan vino, o que le hagan un café, y ese pedido sonará con chirria: su tono será levemente aflautado como si estuviera a punto de llorar, y si bien no se quejará expresamente, la chirria de su voz delatará el verdadero estado de ánimo.
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