(Sustantivo. Del latín fallor = equivocarse y cognomino = apellidar)
Apellido que ha sido mal escrito en generaciones anteriores.
Existe una historia con tintes míticos, según la cual los nombres de los inmigrantes fueron asentados por fonética y no de acuerdo a su correcta escritura. Esto, en parte, se debía a que algunos inmigrantes eran analfabetos (y por lo tanto no conocían cómo se escribía su apellido) y, en parte, porque los encargados de asentar nombres y apellidos son, desde siempre, burócratas insensibles e ignorantes. Por eso, algunos descendientes de inmigrantes italianos llevan el apellido "Yancarlo", "Yobanini" o "Yúdichi", y algunos hijos de alemanes se apellidan "Guete", "Dóichland" o "Huarchtáiner".
Estos apellidos originados a partir de la malinterpretación de un escriba son faloñóminos.
A veces las personas fingen un faloñómino que no es tal. Quien se llame "Culirrotti" puede alegar que su apellido fue mal escrito, que no proviene del italiano sino del ruso (de Kulén Riottov) y que antiguamente significaba "Agua clara que sigue su curso hacia el límpido mar". Quien tiene un apellido claramente malsonante debería tener el derecho a inventar una historia de enredos burocráticos, prosapias exóticas y etimologías fantásticas para justificar que el matiz insultante ha sido producto de un desgraciado y fortuito azar semántico.
2 comentarios:
Si se trata de un error a propósito, ¿seguiría siendo un faloñómino? Por ejemplo, mi segundo apellido es Sambrano con S porque mi bisábuelo se cansó de ser siempre el último de la lista, historia que le contó a todos sus hijos para que quedara bien claro que él fue quien decidió cómo escribirlo.
Luis: el apellido fue producto de una decisión arbitraria. Alguien (su abuelo, en este caso) torció el curso de la herencia de apellidos y se creó uno. Eso es claramente un faloñómino, aunque de una naturaleza totalmente original.
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