domingo, 17 de febrero de 2008

Zagunfio,a

(Palabra y definición enviadas por el sr. <—X—<)

(Adjetivo. Voz malsonante).

Palabra utilizada para insultar a alguien sin hacer referencia a ninguna característica real o presunta del insultado.

Ejemplo de uso: «—Sr. Roqueforte, ¡usted es un zagunfio!» (Al oír esta palabra el aludido se enfurece.)
La palabra «zagunfio» viene a llenar la necesidad de contar con palabras que cumplan la función pragmática del insulto y a la vez estén desprovistas de cualquier contenido descriptivo. Habitualmente, las palabras que usamos para insultar describen características con connotación negativa que adjudicamos real o figuradamente al insultado; es decir, la fuerza pragmática insultante deriva, a través de la connotación negativa, de un significado conceptual no necesariamente insultante.
Por ejemplo, a alguien que nos saca de quicio podemos decirle «sos un idiota», aunque el receptor de nuestro improperio no padezca en realidad un «trastorno caracterizado por una deficiencia muy profunda de las facultades mentales, congénita o adquirida en las primeras edades de la vida» (definición de la RAE para «idiocia»); simplemente, es alguien que se nos montó en los huevos (que también es una expresión figurada). Por otra parte, cuando un siquiatra ingresa en la historia clínica de un paciente la afirmación de que tal o cual es un idiota o un demente, seguramente no está pretendiendo insultarlo, sino meramente describir su afección.
A veces los hablantes somos conscientes de que existe una tensión entre la fuerza pragmática del insulto y la inadecuación objetiva del contenido descriptivo respecto de la persona aludida. Por ejemplo, cuando decimos «mirá, tu madre es una santa, pero vos sos un hijo de puta» (afirmación que nada tiene que ver con la profesión de la señora aludida, sino con la inquina que sentimos por su progenie).
Además, existe un componente de incorrección política, porque al usar insultantemente un apelativo, estamos implícitamente insultando a quienes cargan con ese apelativo por razones objetivas. Por ejemplo, si en una reunión social le decimos a alguien que es un «mogólico» (palabra que, con significado insultante, era común, al menos hasta hace unos años) corremos el riesgo de hacer sentir mal a algún presente que tenga un familiar con síndrome de Down. Si a alguien le soltamos que es «un negro de mierda», además de hacerle saber nuestra animadversión, estamos deschavando que somos racistas, a la vez que insultamos con nuestro racismo a todas las personas de piel oscura. (Así como las hinchadas de fútbol desnudan su homofobia casi siempre que insultan a la hinchada rival: «Eeehhh, son todos puuuutooos».)
De este segundo aspecto de inadecuación es testigo la expresión «mirá, no te digo que sos un animal porque sería un insulto a los animales».
La palabra «zagunfio» viene a resolver esa carencia de nuestro idioma. Tiene fuerza pragmática insultante, pero nada más; no quiere decir absolutamente nada, aparte del uso implícitamente insultante. De hecho, se podría imaginar toda una gradación de palabras insultantes vacías, según el nivel de enojo que justifique su uso.
Por último, cabe notar que el fenómeno opuesto, palabras amables sin contenido descriptivo, existe, como da cuenta el siguiente diálogo hipotético entre enamorados:
—Hola, cuchi-cuchi, ¿me extrañaste?
—Sí mi michiningui...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Iota, sos un zagunfio!!

Anónimo dijo...

cuchi cuchi cuchi