martes, 27 de noviembre de 2007

Toreador

UNDÉCIMA PALABRA DEL 2º CONCURSO EXONARIO
Autor: Julio David Auster

(sust. m., de toro: superficie de revolución engendrada por una circunferencia que gira alrededor de una recta de su plano, que no la corta; y de -eador, suf. frecuentativo)

Dícese de un instrumento semejante a uno de esos compases en que el brazo móvil está adaptado para abrazar un lápiz, lapicera, etc, pero que en este caso incluye un cilindro hueco, con una longitud de unas 5 pulgadas (12,7 cm).

El toreador sirve para moldear donas (las rosquillas favoritas de Homero Simpson): se coloca el instrumento sobre la placa de panadería, se inyecta la masa por el extremo superior del cilindro del toreador, se abren sus brazos de modo tal que la distancia entre ellos sea de 2 cm y se lo hace girar; a medida que el toreador gira, la masa cruda va saliendo por el borde inferior del cilindro, generando el toro. Luego se hormea y se obtienen donas perfectas geométricamente.

La historia del toreador está vinculado con la ciudad de Toledo, Ohio; allí vivía, hace unos sesenta años, Mycroft Holmes (antepasado de Katie Holmes, esposa de Tom Cruise, nacida también en ese lugar). Mycroft era panadero, profesión muy apreciada en Toledo, al extremo de tener una calle donde se concentraba su actividad: la Calle del Panadero (Baker Street). En el número 221 "B" de esta calle, precisamente, estaba la panadería de Holmes. En esa época, poco después del fin de la II Guerra Mundial, todo lo que fuera matricería costaba carísimo. Los moldes de panadería no eran la excepción y los que se usaban para las donas requerían un recambio continuo, por las altas temperaturas requeridas por la cocción, que terminaban deformando los moldes. Había que encontrar un nuevo tipo de molde, que fuera preciso y, si fuera posible, que sirviera en frío. A Holmes le pareció que esto último era elemental. El uso de un espesante (algo muy simple: un 1% de la masa estaba hecho con polenta) resolvió el problema de la consistencia de la masa fría. Con el maravilloso toreador, la dona se moldeaba en frío, tenía sus dimensiones precisas y los costos se redujeron de tal modo que, en unos pocos años, Holmes pudo mudarse a una lujosa casa en Baskerville Street, en el mejor barrio de Toledo.

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