(Adjetivo. Del latín magis = más y collybus = coste, cambio. Sinónimo: colibán)
Quien, cada vez que ejecuta alguna actividad, deja constancia de que está haciendo un enorme sacrificio.
Al macólibo le toca hacer las compras para el almuerzo. A pesar de que nosotros lo hacemos habitualmente, él nos enrostra que no pudo elegir bien la comida, que el supermercado quedaba lejos, que durante el trayecto lo persiguieron perros, que la verdura no era buena y que la cola en la caja era muy larga. Después de esa experiencia, el macólibo se sienta en un sofá con la conciencia de haber hecho algo muy importante y trabajoso. Si le mandamos a hacer otra tarea, probablemente arguya: "Yo hoy ya hice las compras, no podés pedirme más". Aun cuando durante el resto del día haya miles de tareas por hacer, él cree que su actividad implicó un sacrificio inmenso y que merece un descanso por eso.
Por lo general, suelen ser macólibos los hombres que vuelven del trabajo, cuyas mujeres son amas de casa y, por tal razón, creen que no pueden encargarse de casi absolutamente ninguna tarea doméstica. "Mujer, trabajé todo el día y encima me pedís que vigile a los chicos" , dice un macólibo después de haber estado ocho horas en una oficina jugando al solitario, leyendo blogs y tomando café. A pesar de refunfuñar, quizás cuide a los chicos mientras la esposa cuelga la ropa. Pero luego le reprochará esos minutos de esforzada paternidad: "El Agustín casi me saca un ojo; a la María le dio por pegarle al Julián. Y el juliancito me mordió, mirá, mirá cómo tengo el brazo. Ah, Francisco se tropezó, se cayó y se puso a llorar. Yo ya no doy más"
Lo curioso es que, para el macólibo, una actividad sólo le parece sacrificada si la realiza él. No opina lo mismo si la hacen los demás.
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