(Verbo. Del griego monos = uno, único y agoréuo = hablar. Adjetivo: monógoro,a)
Insistir en hablar con una sola persona en una reunión.
Mientras el superfante desea acaparar todas las miradas y todas las atenciones, el monógoro busca a un interlocutor y lo persigue de manera incansable. Su conversación está dirigida únicamente a su víctima: hace chistes que sólo ella podría entender y cuenta historias en las que falta mucha información para que los demás se queden afuera. Si alguien intenta entrar en ese cerrado círculo conformado por el monógoro y su víctima, no conseguirá hacerlo: el monógoro ignorará los comentarios de este tercero e iniciará una conversación que a ese tercero nunca podría interesarle y en la cual no tiene posibilidad de intervenir.
Un ejemplo. A es el monógoro que se encuentra con B en una reunión. B está sentado alrededor de una mesa junto con otras diez personas que intercambian palabras. A busca un lugar en ese grupo, pero en vez de compartir su charla con las diez personas, sólo se dirige a B. B intenta escaparse, tratando de reconectar sus palabras con las del resto del grupo. Pero A sacará algún tema quizás polémico que sólo pueden entender A y B. Si C intenta entrar en ese grupo, el monógoro no le dará lugar; continuará monopolizando la atención de B e ignorará la presencia de C.
Palabras relacionadas: nefascordio, osunocer, onfaloquio, subafar.
Definiciones y términos que no figuran en el diccionario ("Exonario" no figura en el diccionario, pero sí figura en Exonario)
viernes, 31 de julio de 2009
jueves, 30 de julio de 2009
Alicuabio
(Sustantivo. Del latín aliquis = alguien y habeo = hay)
Desconcierto que produce darse cuenta de que ha quedado encendido un artefacto en nuestra ausencia.
Fuimos al supermercado y dejamos el televisor encendido en casa; nos acostamos a dormir y dejamos la luz del baño encendida; salimos de vacaciones durante un mes y cuando volvemos descubrimos que hemos dejado la hornalla prendida y la pava puesta para el mate. En estos tres casos, el descubrimiento nos produce una extraña sensación de sorpresa; por un instante -menos de un segundo- suponemos que alguien ha ingresado a casa durante nuestra ausencia. Sin embargo, es mucho más desconcertante darse cuenta de que ese alguien es una parte de nosotros mismos que hace cosas y las olvida. Una parte de uno quería seguir mirando televisión o leyendo revistas en el baño. Una parte de uno mismo no quería irse de vacaciones; sólo deseaba tomar unos mates.
Según la etimología del término, "alicuabio" significa "hay alguien". Durante todo el tiempo en que la luz, el televisor o la hornalla quedaron encendidas, es como si una parte de nosotros mismos estuviese allí. El alguien al que se refiere el término soy yo, pero es un yo extraño y ajeno que se desdobla de mi cuerpo y habita en lugares en los que mi yo de siempre no está.
¿Qué estoy haciendo yo en la habitación del fondo donde dejé la luz encendida? ¿Para qué quiero estar allí sin mi cuerpo?
Desconcierto que produce darse cuenta de que ha quedado encendido un artefacto en nuestra ausencia.
Fuimos al supermercado y dejamos el televisor encendido en casa; nos acostamos a dormir y dejamos la luz del baño encendida; salimos de vacaciones durante un mes y cuando volvemos descubrimos que hemos dejado la hornalla prendida y la pava puesta para el mate. En estos tres casos, el descubrimiento nos produce una extraña sensación de sorpresa; por un instante -menos de un segundo- suponemos que alguien ha ingresado a casa durante nuestra ausencia. Sin embargo, es mucho más desconcertante darse cuenta de que ese alguien es una parte de nosotros mismos que hace cosas y las olvida. Una parte de uno quería seguir mirando televisión o leyendo revistas en el baño. Una parte de uno mismo no quería irse de vacaciones; sólo deseaba tomar unos mates.
Según la etimología del término, "alicuabio" significa "hay alguien". Durante todo el tiempo en que la luz, el televisor o la hornalla quedaron encendidas, es como si una parte de nosotros mismos estuviese allí. El alguien al que se refiere el término soy yo, pero es un yo extraño y ajeno que se desdobla de mi cuerpo y habita en lugares en los que mi yo de siempre no está.
¿Qué estoy haciendo yo en la habitación del fondo donde dejé la luz encendida? ¿Para qué quiero estar allí sin mi cuerpo?
miércoles, 29 de julio de 2009
Queroloquio
(Sustantivo. Del latín quaero = inquirir y loquor = hablar)
Relato interrumpido por las preguntas innecesarias, accesorias o retóricas del propio narrador.
Muchas personas necesitan una continua aprobación de su interlocutor: no hacen un relato de corrido porque intercalan pausas, preguntas o guiños paralingüísticos para que su interlocutor se vea obligado a decir algo.
"Ayer fui al médico porque me empezó a doler... ¿cómo se llama? ¿Metacarpio? (pausa)".
La pausa fuerza al interlocutor a dar alguna respuesta.
A pesar de su tono interrogativo, a veces la pregunta no es una genuina pregunta sino una afirmación que requiere asentimiento: "Te voy a contar la historia de Raúl. La última vez que lo vi se estaba volviendo bastante zurdito... Porque viste que ahora desde que están los Kirchner se vinieron los zurdos a lo loco... (pausa)"
También puede haber preguntas que fuercen una "respuesta de atención". Por ejemplo: "Yo te voy a explicar cómo es esto, ¿me oís? (pausa), bueno, mirá, ¿estás mirando? (pausa); ahora te cuento para que sepas cómo se preparan los ravioles, ¿me escuchás? (pausa); agarrás la harina, la mezclás con el agua, ¿me vas siguiendo? (pausa)". Las molestas preguntas sólo tienen el objetivo de corroborar que el oyente está siguiendo atentamente los pasos de la instrucción; no son realmente preguntas.
El queroloquio es difícil de soportar porque requiere de una activa participación del oyente.
Relato interrumpido por las preguntas innecesarias, accesorias o retóricas del propio narrador.
Muchas personas necesitan una continua aprobación de su interlocutor: no hacen un relato de corrido porque intercalan pausas, preguntas o guiños paralingüísticos para que su interlocutor se vea obligado a decir algo.
"Ayer fui al médico porque me empezó a doler... ¿cómo se llama? ¿Metacarpio? (pausa)".
La pausa fuerza al interlocutor a dar alguna respuesta.
A pesar de su tono interrogativo, a veces la pregunta no es una genuina pregunta sino una afirmación que requiere asentimiento: "Te voy a contar la historia de Raúl. La última vez que lo vi se estaba volviendo bastante zurdito... Porque viste que ahora desde que están los Kirchner se vinieron los zurdos a lo loco... (pausa)"
También puede haber preguntas que fuercen una "respuesta de atención". Por ejemplo: "Yo te voy a explicar cómo es esto, ¿me oís? (pausa), bueno, mirá, ¿estás mirando? (pausa); ahora te cuento para que sepas cómo se preparan los ravioles, ¿me escuchás? (pausa); agarrás la harina, la mezclás con el agua, ¿me vas siguiendo? (pausa)". Las molestas preguntas sólo tienen el objetivo de corroborar que el oyente está siguiendo atentamente los pasos de la instrucción; no son realmente preguntas.
El queroloquio es difícil de soportar porque requiere de una activa participación del oyente.
lunes, 27 de julio de 2009
Circunomio
(Sustantivo. Del latín circum = alrededor y nomen= nombre)
Objeto al que no se lo bautiza con un nombre, sino con una descripción.
Mientras para algunas cosas tenemos nombres "de una sola pieza", para otras sólo hay nombres compuestos de un sustantivo genérico y un adjetivo, o un sustantivo, una preposición y otro sustantivo. Estos nombres compuestos son descripciones; sirven como indicadores para identificar al objeto, pero no son propiamente nombres. Existe una multitud de objetos huérfanos de nombre pero fácilmente reconocibles por una descripción. En Exonario nos propusimos la tarea de dar nombre a algunos de ellos: el remolino de la cabeza ahora es un vorticipio. Todavía hay una enorme cantidad de objetos (y de especies de objetos) que aun no poseen su bautismo propio: "Trípode de pizza", "mapa de carretera", "mesa de cocina", "milanesa con puré", "mouse con ruedita".
Existen teorías según las cuales los nombres son abreviaturas de descripciones, y en ese caso el nombre sólo funciona por una cuestión de economía verbal. Sin embargo, según otras teorías, el nombre es una etiqueta a partir de la cual se pueden dar ciertas descripciones posteriores, pero dicho nombre no queda "casado" con ninguna descripción en particular.
Si tomamos en cuenta el primer grupo de teorías, la tarea de asignar nombres a los circunomios no tiene demasiado sentido (reemplazar "remolino de la cabeza" por "vorticipio" no representa una gran ganancia en nuestra economía verbal: es más fácil acordarse de la expresión "remolino de la cabeza" antes que de "vorticipio") Pero el segundo grupo de teorías es más interesante: un objeto queda definido por su nombre; luego las descripciones pueden variar e incluso podría haber mundos posibles en los que ese mismo objeto no satisficiera ninguna de las descripciones con las que comúnmente los asociamos. El autor paradigmático que trabaja con este tipo de teorías es Saul Kripke.
(Analícese la expresión "ese mismo objeto no satisface ninguna de las descripciones...": ¿sigue siendo "ese mismo objeto" a pesar de no poder ser descripto de ninguna de las maneras con las que lo asociamos? ¿Seguiría siendo un vorticipio algo que no pudiera describirse como "remolino de la cabeza"?)
Objeto al que no se lo bautiza con un nombre, sino con una descripción.
Mientras para algunas cosas tenemos nombres "de una sola pieza", para otras sólo hay nombres compuestos de un sustantivo genérico y un adjetivo, o un sustantivo, una preposición y otro sustantivo. Estos nombres compuestos son descripciones; sirven como indicadores para identificar al objeto, pero no son propiamente nombres. Existe una multitud de objetos huérfanos de nombre pero fácilmente reconocibles por una descripción. En Exonario nos propusimos la tarea de dar nombre a algunos de ellos: el remolino de la cabeza ahora es un vorticipio. Todavía hay una enorme cantidad de objetos (y de especies de objetos) que aun no poseen su bautismo propio: "Trípode de pizza", "mapa de carretera", "mesa de cocina", "milanesa con puré", "mouse con ruedita".
Existen teorías según las cuales los nombres son abreviaturas de descripciones, y en ese caso el nombre sólo funciona por una cuestión de economía verbal. Sin embargo, según otras teorías, el nombre es una etiqueta a partir de la cual se pueden dar ciertas descripciones posteriores, pero dicho nombre no queda "casado" con ninguna descripción en particular.
Si tomamos en cuenta el primer grupo de teorías, la tarea de asignar nombres a los circunomios no tiene demasiado sentido (reemplazar "remolino de la cabeza" por "vorticipio" no representa una gran ganancia en nuestra economía verbal: es más fácil acordarse de la expresión "remolino de la cabeza" antes que de "vorticipio") Pero el segundo grupo de teorías es más interesante: un objeto queda definido por su nombre; luego las descripciones pueden variar e incluso podría haber mundos posibles en los que ese mismo objeto no satisficiera ninguna de las descripciones con las que comúnmente los asociamos. El autor paradigmático que trabaja con este tipo de teorías es Saul Kripke.
(Analícese la expresión "ese mismo objeto no satisface ninguna de las descripciones...": ¿sigue siendo "ese mismo objeto" a pesar de no poder ser descripto de ninguna de las maneras con las que lo asociamos? ¿Seguiría siendo un vorticipio algo que no pudiera describirse como "remolino de la cabeza"?)
viernes, 24 de julio de 2009
Proprato
(Sustantivo. Del griego pro = adelante y pragma = objeto, acción, utilidad)
Objeto al que se lo guarda porque puede "servir para algo".
Cuando se nos rompe un artefacto que contiene piezas, tornillos y accesorios, solemos creer que cada una de esas partes puede tener alguna utilidad futura y por eso las guardamos. Lo mismo ocurre con las tuercas, tornillos, carcasas de reloj, cajas o maderitas que nos encontramos en la calle o cirujeamos de un contenedor.
Los propratos pueden conformar su propio colocio. A veces, podemos guardar propratos dentro de una caja o un frasco. A veces, los propios propratos consisten en cajas y frascos. Al acopiamiento de cajas y frascos se la denomina cenotimia.
Objeto al que se lo guarda porque puede "servir para algo".
Cuando se nos rompe un artefacto que contiene piezas, tornillos y accesorios, solemos creer que cada una de esas partes puede tener alguna utilidad futura y por eso las guardamos. Lo mismo ocurre con las tuercas, tornillos, carcasas de reloj, cajas o maderitas que nos encontramos en la calle o cirujeamos de un contenedor.
Los propratos pueden conformar su propio colocio. A veces, podemos guardar propratos dentro de una caja o un frasco. A veces, los propios propratos consisten en cajas y frascos. Al acopiamiento de cajas y frascos se la denomina cenotimia.
miércoles, 22 de julio de 2009
Estechico / Estachica
(Adjetivo)
Con estas palabras hacemos una excepción en Exonario: estas expresiones tienen uso actual en ciertos lugares de la República Argentina, pero no es fácil entender su significado.
Por lo que pude corroborar, no hay definiciones ni explicaciones de uso de estos términos.
En verdad no tienen significado sino contextos de uso. Se trata no de conceptos sino de pragceptos: palabras cuyo verdadero contenido es puramente pragmático.
"Estechico" y "Estechica" se usan como apelativos para referirse a una persona presente cuando no se conoce el nombre de esa persona, cuando esa persona es joven (o más joven que quien pronuncia esa palabra), cuando existe algún tipo de asimetría -social, económica o educativa, o las tres- entre ambos interlocutores y cuando no se tiene la menor intención de aprenderse el nombre del apelado.
Ejemplos de uso: Una señora entra en la verdulería y es atendida por un muchacho flaco y tímido. La señora comienza su pedido diciendo: "A ver, estechico, poneme tres kilos de papas blancas, pero que sean blancas de verdad, no negras lavadas".
Es posible que la mucama se enferme y en su reemplazo envíe a una amiga o a una parienta. Esa reemplazante jamás será llamada por su nombre ni por su profesión; suele ser común que su ama la llame gritando: "Estachica, estachica, limpiame otra vez los inodoros".
La sola proferencia de este apelativo conlleva un desprecio y una rebaja del interlocutor a quien va dirigida. La expresión "Estechico" sólo puede preceder a una orden inapelable y de ejecución inmediata, trabajosa y humillante. Jamás se trata con este apelativo a un médico, a un abogado, a un funcionario público, a un hombre de cuerpo apolíneo o a una mujer muy bella.
No existe el uso recíproco del "estechico / estachica", pues, como dijimos arriba, es necesario que haya una asimetría entre los dialogantes y que quien profiera el término sea el que se encuentra en la escala más alta de esa posición.
Con estas palabras hacemos una excepción en Exonario: estas expresiones tienen uso actual en ciertos lugares de la República Argentina, pero no es fácil entender su significado.
Por lo que pude corroborar, no hay definiciones ni explicaciones de uso de estos términos.
En verdad no tienen significado sino contextos de uso. Se trata no de conceptos sino de pragceptos: palabras cuyo verdadero contenido es puramente pragmático.
"Estechico" y "Estechica" se usan como apelativos para referirse a una persona presente cuando no se conoce el nombre de esa persona, cuando esa persona es joven (o más joven que quien pronuncia esa palabra), cuando existe algún tipo de asimetría -social, económica o educativa, o las tres- entre ambos interlocutores y cuando no se tiene la menor intención de aprenderse el nombre del apelado.
Ejemplos de uso: Una señora entra en la verdulería y es atendida por un muchacho flaco y tímido. La señora comienza su pedido diciendo: "A ver, estechico, poneme tres kilos de papas blancas, pero que sean blancas de verdad, no negras lavadas".
Es posible que la mucama se enferme y en su reemplazo envíe a una amiga o a una parienta. Esa reemplazante jamás será llamada por su nombre ni por su profesión; suele ser común que su ama la llame gritando: "Estachica, estachica, limpiame otra vez los inodoros".
La sola proferencia de este apelativo conlleva un desprecio y una rebaja del interlocutor a quien va dirigida. La expresión "Estechico" sólo puede preceder a una orden inapelable y de ejecución inmediata, trabajosa y humillante. Jamás se trata con este apelativo a un médico, a un abogado, a un funcionario público, a un hombre de cuerpo apolíneo o a una mujer muy bella.
No existe el uso recíproco del "estechico / estachica", pues, como dijimos arriba, es necesario que haya una asimetría entre los dialogantes y que quien profiera el término sea el que se encuentra en la escala más alta de esa posición.
martes, 21 de julio de 2009
Sulcibio, a
(Adjetivo. Del latín assulto = venir saltando y cibus = comida, alimento)
Dícese del alimento de forma redondeada que posee una tendencia a salir expulsado del plato o de la bandeja cuando se lo intenta pinchar con un tenedor.
El huevo duro, el chorizo y las aceitunas son alimentos sulcibios.
Las uvas -o frutas pequeñas en general-, los cubitos de hielo y los caramelos también pueden serlo, pero no es común que se los intente pinchar con un tenedor.
Dícese del alimento de forma redondeada que posee una tendencia a salir expulsado del plato o de la bandeja cuando se lo intenta pinchar con un tenedor.
El huevo duro, el chorizo y las aceitunas son alimentos sulcibios.
Las uvas -o frutas pequeñas en general-, los cubitos de hielo y los caramelos también pueden serlo, pero no es común que se los intente pinchar con un tenedor.
lunes, 20 de julio de 2009
Parágelo,a
(Adjetivo. Del griego para = conjuntamente y geláo = reír)
Dícese de quien sólo se ríe porque cree que los demás también se reirán.
El parágelo suelta su carcajada en la mitad del chiste, cuando todavía no se dijo el remate gracioso. A veces, cuando realmente se quiere reír, trata de reprimir su deseo si se da cuenta de que quienes lo rodean no se ríen. Su risa es totalmente obsecuente y condicional.
El parágelo es muy afecto a la pauquirisa.
Dícese de quien sólo se ríe porque cree que los demás también se reirán.
El parágelo suelta su carcajada en la mitad del chiste, cuando todavía no se dijo el remate gracioso. A veces, cuando realmente se quiere reír, trata de reprimir su deseo si se da cuenta de que quienes lo rodean no se ríen. Su risa es totalmente obsecuente y condicional.
El parágelo es muy afecto a la pauquirisa.
domingo, 19 de julio de 2009
Navagar
(Palabra y definición enviadas por Elizabeth Auster. Blog: Textualidea)
(De navegar y vagar)
Uso exclusivamente ocioso de Internet.
El usuario que navaga no consulta el mail laboral, no lee el blog corporativo, no visita sitios académicos ni se informa a través de los diarios on line de ninguna noticia que pueda ser útil para su vida cotidiana o sus negocios. Por el contrario, el empleado de recursos humanos acudirá a la mensajería instantánea para planificar salidas, el gerente entrará a sitios de juegos y pornografía, el profesor leerá los blogs de chimentos y el politólogo, el suplemento deportivo.
(De navegar y vagar)
Uso exclusivamente ocioso de Internet.
El usuario que navaga no consulta el mail laboral, no lee el blog corporativo, no visita sitios académicos ni se informa a través de los diarios on line de ninguna noticia que pueda ser útil para su vida cotidiana o sus negocios. Por el contrario, el empleado de recursos humanos acudirá a la mensajería instantánea para planificar salidas, el gerente entrará a sitios de juegos y pornografía, el profesor leerá los blogs de chimentos y el politólogo, el suplemento deportivo.
sábado, 18 de julio de 2009
Visitatlón
(Palabra y definición enviadas por Elizabeth Auster)
(Sustantivo. De visita y el griego athlon = competencia)
Seguidilla de visitas a amigos y parientes que se suceden cuando el individuo recientemente mudado a gran distancia de la ciudad de origen, visita su pago chico.
Durante un visitatlón se dan, uno tras otro, los compromisos sociales, se duerme poco, se come casi exclusivamente en restaurantes, y se regresa al nuevo hogar agotado, descompuesto pero feliz de ver bien a los amigos.
(Sustantivo. De visita y el griego athlon = competencia)
Seguidilla de visitas a amigos y parientes que se suceden cuando el individuo recientemente mudado a gran distancia de la ciudad de origen, visita su pago chico.
Durante un visitatlón se dan, uno tras otro, los compromisos sociales, se duerme poco, se come casi exclusivamente en restaurantes, y se regresa al nuevo hogar agotado, descompuesto pero feliz de ver bien a los amigos.
jueves, 16 de julio de 2009
Penitesis
(Sustantivo. Del griego penia = pobreza y thesis = afirmación)
Argumento tan pobre y contradictorio que desconcierta y desbarata una discusión.
Existen muchas maneras de poner fin a una discusión: cuando se da el reconocimiento de la verdad de una tesis, cuando se llega a una contradicción o cuando se inicia un enojo que termina a los golpes. Sin embargo, a veces uno se queda sin argumentos, pero no porque el oponente haya dado un argumento definitivo e inteligente, sino por la estupidez y pobreza de sus aserciones. En este caso, el argumento insólitamente pobre e inesperado se convierte en logolítico.
Dos personas discuten sobre religión. En un clima de polémica, A dice: "No puedo creer en una religión cuyos dogmas suponen la existencia de un ser superior vengativo". B responde: "Es que eso no es un dogma". Uno creería que el religioso debe apelar al dogma y tratar de justificarlo, pero si desde el principio admite que los dogmas de su fe no son dogmas, la discusión deja de tener sentido y uno no sabe muy bien cómo replicar.
Pongamos otro ejemplo. Dos personas discuten acerca de la calidad de un grupo musical. A dice: "Soda Stereo no tiene una música elaborada y sus letras no tienen sustancia". Si B es fanático de Soda Stereo, resultará insólito que su respuesta sea: "Es que Soda Stereo es un grupo comercial al que sólo le importan las ventas". Uno creería que un fanático no es capaz de decir una cosa así.
La pobreza de estos argumentos está dada por el hecho de que no sostienen la tesis principal que se supone deberían defender. Sin embargo, hay otros argumentos que son pobres y vergonzosos en sí mismos, y funcionan de una manera penitética, pues uno no sabe bien qué discutirle a quien esgrime tal argumento.
Veamos un par de vergonzosos argumentos de este tipo.
A dice que la teoría de la evolución de las especies es una quimera. B argumenta que la evolución es un hecho científico bien corroborado. A, penitético, replica: "Pero usted, ¿vio alguna vez que un mono pariera a un hombre?". Esta réplica muestra con mucha claridad que A desconoce incluso los principios más elementales de la teoría evolutiva y, por lo tanto, funciona como una penitesis.
A está hablando acerca del origen del lenguaje y afirma: "El lenguaje nació por una convención humana". B replica: "No es cierto, el lenguaje nos lo dio Dios". Acto seguido, agrega su argumento penitético: "Esto se llama mesa. ¿Cómo lo sabés? ¿Alguien te dijo que esto es una mesa? Eso prueba que Dios te dice cuáles son los nombres de las cosas"
El grave problema con los argumentos penitéticos es que, para hacer ver lo erróneo de su contenido se debe apelar a una larga discusión sobre supuestos previos, y para esa discusión es necesario aducir una gran cantidad de datos y exponer numerosos recursos didácticos, lo cual muchas veces es impracticable. Como puede verse, quien trata de refutar la teoría de la evolución respondiendo "usted nunca vio a un mono dando a luz a un hombre" necesita mucha educación antes de continuar discutiendo. A los efectos retóricos, nuestra imposibilidad de encontrar una respuesta elegante a la penitesis funciona como victoria del penitético. Cuando uno encuentra argumentos penitéticos en su interlocutor, le conviene dar la discusión por perdida y asentir sin agregar palabras. Gracias a la penitesis, uno descubre que nunca había valido la pena discutir con esa persona.
(Nota: he tenido muchas discusiones religiosas en las que mis oponentes apelaron a argumentos penitéticos; por caso: dos de los ejemplos de arriba provienen de diálogos reales: la del "no dogma" religioso y la del "mono que da a luz al hombre")
Argumento tan pobre y contradictorio que desconcierta y desbarata una discusión.
Existen muchas maneras de poner fin a una discusión: cuando se da el reconocimiento de la verdad de una tesis, cuando se llega a una contradicción o cuando se inicia un enojo que termina a los golpes. Sin embargo, a veces uno se queda sin argumentos, pero no porque el oponente haya dado un argumento definitivo e inteligente, sino por la estupidez y pobreza de sus aserciones. En este caso, el argumento insólitamente pobre e inesperado se convierte en logolítico.
Dos personas discuten sobre religión. En un clima de polémica, A dice: "No puedo creer en una religión cuyos dogmas suponen la existencia de un ser superior vengativo". B responde: "Es que eso no es un dogma". Uno creería que el religioso debe apelar al dogma y tratar de justificarlo, pero si desde el principio admite que los dogmas de su fe no son dogmas, la discusión deja de tener sentido y uno no sabe muy bien cómo replicar.
Pongamos otro ejemplo. Dos personas discuten acerca de la calidad de un grupo musical. A dice: "Soda Stereo no tiene una música elaborada y sus letras no tienen sustancia". Si B es fanático de Soda Stereo, resultará insólito que su respuesta sea: "Es que Soda Stereo es un grupo comercial al que sólo le importan las ventas". Uno creería que un fanático no es capaz de decir una cosa así.
La pobreza de estos argumentos está dada por el hecho de que no sostienen la tesis principal que se supone deberían defender. Sin embargo, hay otros argumentos que son pobres y vergonzosos en sí mismos, y funcionan de una manera penitética, pues uno no sabe bien qué discutirle a quien esgrime tal argumento.
Veamos un par de vergonzosos argumentos de este tipo.
A dice que la teoría de la evolución de las especies es una quimera. B argumenta que la evolución es un hecho científico bien corroborado. A, penitético, replica: "Pero usted, ¿vio alguna vez que un mono pariera a un hombre?". Esta réplica muestra con mucha claridad que A desconoce incluso los principios más elementales de la teoría evolutiva y, por lo tanto, funciona como una penitesis.
A está hablando acerca del origen del lenguaje y afirma: "El lenguaje nació por una convención humana". B replica: "No es cierto, el lenguaje nos lo dio Dios". Acto seguido, agrega su argumento penitético: "Esto se llama mesa. ¿Cómo lo sabés? ¿Alguien te dijo que esto es una mesa? Eso prueba que Dios te dice cuáles son los nombres de las cosas"
El grave problema con los argumentos penitéticos es que, para hacer ver lo erróneo de su contenido se debe apelar a una larga discusión sobre supuestos previos, y para esa discusión es necesario aducir una gran cantidad de datos y exponer numerosos recursos didácticos, lo cual muchas veces es impracticable. Como puede verse, quien trata de refutar la teoría de la evolución respondiendo "usted nunca vio a un mono dando a luz a un hombre" necesita mucha educación antes de continuar discutiendo. A los efectos retóricos, nuestra imposibilidad de encontrar una respuesta elegante a la penitesis funciona como victoria del penitético. Cuando uno encuentra argumentos penitéticos en su interlocutor, le conviene dar la discusión por perdida y asentir sin agregar palabras. Gracias a la penitesis, uno descubre que nunca había valido la pena discutir con esa persona.
(Nota: he tenido muchas discusiones religiosas en las que mis oponentes apelaron a argumentos penitéticos; por caso: dos de los ejemplos de arriba provienen de diálogos reales: la del "no dogma" religioso y la del "mono que da a luz al hombre")
miércoles, 15 de julio de 2009
Dinómaco,a
(Adjetivo. Del griego deinós = asombroso, terrorífico y majé = batalla. Sustantivo: dinomaquia)
Dícese de quien jamás comparte el asombro ajeno.
"¿Podés creer que Juan se encontró mil pesos?" dice una persona. El dinómaco responde: "¡Mil pesos no es guita! Yo hace poco me encontré cinco mil". El dinómaco levanta la apuesta, o finge que el asombro del interlocutor es demasiado estúpido o que dicho asombro revela un desconocimiento fundamental acerca de cosas básicas del mundo. A dice: "José se compró por fin la casa", B, dinómaco responde: "Al final todo llega en la vida, no es para tanto". Una manera eficaz de ejercer la dinomaquia consiste en subsumir el caso particular del interlocutor en un universo muy grande o muy banal, de modo que eso que acaba de decir queda como un logro minúsculo y corriente. Si A dice: "Terminé la carrera de medicina con honores", B, dinómaco, responde: "Bueno, hoy en este país se reciben mil estudiantes con honores". Si A dice: "Ayer tuve una revelación divina; se me apareció la Virgen de Luján". B, dinómaco, dice: "Ah, mirá vos. En mi barrio ya veinte personas tuvieron revelaciones"
Curiosamente, el dinómaco muchas veces pretende que los demás se asombren de sus pequeños logros y de sus miserables golpes de suerte.
Dícese de quien jamás comparte el asombro ajeno.
"¿Podés creer que Juan se encontró mil pesos?" dice una persona. El dinómaco responde: "¡Mil pesos no es guita! Yo hace poco me encontré cinco mil". El dinómaco levanta la apuesta, o finge que el asombro del interlocutor es demasiado estúpido o que dicho asombro revela un desconocimiento fundamental acerca de cosas básicas del mundo. A dice: "José se compró por fin la casa", B, dinómaco responde: "Al final todo llega en la vida, no es para tanto". Una manera eficaz de ejercer la dinomaquia consiste en subsumir el caso particular del interlocutor en un universo muy grande o muy banal, de modo que eso que acaba de decir queda como un logro minúsculo y corriente. Si A dice: "Terminé la carrera de medicina con honores", B, dinómaco, responde: "Bueno, hoy en este país se reciben mil estudiantes con honores". Si A dice: "Ayer tuve una revelación divina; se me apareció la Virgen de Luján". B, dinómaco, dice: "Ah, mirá vos. En mi barrio ya veinte personas tuvieron revelaciones"
Curiosamente, el dinómaco muchas veces pretende que los demás se asombren de sus pequeños logros y de sus miserables golpes de suerte.
martes, 14 de julio de 2009
Chopatrepa
(Adjetivo. De chupa y tripa. Se aplica únicamente a personas del sexo masculino)
Hombre que se declara homosexual a pesar de que el amor y las experiencias eróticas con personas de su mismo sexo le resultan repugnantes.
El chopatrepa imagina que la vida de los homosexuales es glamorosa y llena de relaciones sociales. Por eso tiene una gran simpatía con la comunidad gay y realiza grandes esfuerzos por pertenecer a ella. Sin embargo, sólo le interesa la imagen superficial de mediáticos gays de clase media que pueden darse ciertos lujos como vestirse de forma llamativa pero con estilo; hacerse operaciones con famosos cirujanos plásticos, ser atendido por un peluquero y una manicure, vivir de fiesta en fiesta, tener un auto importado y pasear con una mascota pequeña, peluda, blanca e histérica. No desea ni por asomo tener relaciones con otro gay, y mucho menos podría enamorarse de él.
Conviene destacar que el chopatrepa no necesariamente se ve atraído por mujeres. Su estado es el de una indefinición de gustos sexuales que lo vuelve muy infeliz.
Hombre que se declara homosexual a pesar de que el amor y las experiencias eróticas con personas de su mismo sexo le resultan repugnantes.
El chopatrepa imagina que la vida de los homosexuales es glamorosa y llena de relaciones sociales. Por eso tiene una gran simpatía con la comunidad gay y realiza grandes esfuerzos por pertenecer a ella. Sin embargo, sólo le interesa la imagen superficial de mediáticos gays de clase media que pueden darse ciertos lujos como vestirse de forma llamativa pero con estilo; hacerse operaciones con famosos cirujanos plásticos, ser atendido por un peluquero y una manicure, vivir de fiesta en fiesta, tener un auto importado y pasear con una mascota pequeña, peluda, blanca e histérica. No desea ni por asomo tener relaciones con otro gay, y mucho menos podría enamorarse de él.
Conviene destacar que el chopatrepa no necesariamente se ve atraído por mujeres. Su estado es el de una indefinición de gustos sexuales que lo vuelve muy infeliz.
lunes, 13 de julio de 2009
Yanún
(Adverbio. Del latín iam = ya y nunc = ahora)
Los adverbios "ahora", "ya" y "enseguida" son usados de una manera sumamente ambigua. El cartel de "enseguida vuelvo" de un local comercial nos está anunciando que el vendedor puede tardar en regresar dos minutos, media hora o tres horas. Lo mismo ocurre con los términos "ya" o "ahora": "ya estoy llegando" puede significar "llego en cinco minutos" o "en tres días estoy allí". "Ahora voy a estudiar una carrera" no implica que en este preciso momento se esté ingresando en la facultad; ese "ahora" puede referirse a un tiempo que se extiende por varios meses o incluso años.
Para evitar esta ambigüedad, proponemos el término yanún que significa "ahora inmediatamente", con un desfasaje no mayor a unos pocos minutos.
Diez minutos de demora ya no son yanún.
Yanún y cominsumismo son conceptos antónimos.
Los adverbios "ahora", "ya" y "enseguida" son usados de una manera sumamente ambigua. El cartel de "enseguida vuelvo" de un local comercial nos está anunciando que el vendedor puede tardar en regresar dos minutos, media hora o tres horas. Lo mismo ocurre con los términos "ya" o "ahora": "ya estoy llegando" puede significar "llego en cinco minutos" o "en tres días estoy allí". "Ahora voy a estudiar una carrera" no implica que en este preciso momento se esté ingresando en la facultad; ese "ahora" puede referirse a un tiempo que se extiende por varios meses o incluso años.
Para evitar esta ambigüedad, proponemos el término yanún que significa "ahora inmediatamente", con un desfasaje no mayor a unos pocos minutos.
Diez minutos de demora ya no son yanún.
Yanún y cominsumismo son conceptos antónimos.
domingo, 12 de julio de 2009
Decamerochateo
(Palabra y definición enviadas por Julio David Auster)
(de "deca" diez y "hemeron" días, ambos del griego más "chateo"):
Chateo que dura diez días y que involucra a diez personas que se comprometen, cada una de ellas, a inventar un cuento ingenioso cada día, hasta totalizar cien cuentos.
El chateo nos mantiene unidos aun estando separados; de esa manera alegramos nuestro tiempo y paliamos la soledad. En 1348 la peste negra asoló el continente europeo, cobrando millones de víctimas. Según Giovanni Boccaccio, siete chicas y tres muchachos, todos florentinos, salieron de la ciudad para refugiarse durante diez días en la casa de campo de una de las chicas; allí se entretuvieron contando cuentos. Eso es el Decamerón, obra fundamental de la prosa italiana, que sirvió de modelo para Chaucer y para unos cuantos más.
(de "deca" diez y "hemeron" días, ambos del griego más "chateo"):
Chateo que dura diez días y que involucra a diez personas que se comprometen, cada una de ellas, a inventar un cuento ingenioso cada día, hasta totalizar cien cuentos.
El chateo nos mantiene unidos aun estando separados; de esa manera alegramos nuestro tiempo y paliamos la soledad. En 1348 la peste negra asoló el continente europeo, cobrando millones de víctimas. Según Giovanni Boccaccio, siete chicas y tres muchachos, todos florentinos, salieron de la ciudad para refugiarse durante diez días en la casa de campo de una de las chicas; allí se entretuvieron contando cuentos. Eso es el Decamerón, obra fundamental de la prosa italiana, que sirvió de modelo para Chaucer y para unos cuantos más.
sábado, 11 de julio de 2009
Peluchización
(Palabra y definición enviadas por Pablo Conte, Unservidor)
Proceso psíquico por el cual ciertas personas consideran a otros seres como si fueran muñecos de peluche.
Si bien tiene cierta semejanza con la "humanización" que algunos dueños hacen de sus mascotas, en este caso el trastorno se agrava pues ni siquiera los consideran humanos, sino criaturas nacidas para el abrazo, el pellizcón y la caricia, sin ninguna posibilidad para romper este hechizo.
La peluchización es responsable de ciertas actitudes anómalas por parte de los humanos que la padecen, que van desde la defensa extrema de moscas, hasta el abandono en la ruta de dobermans que se negaron a permanecer cachorros.
viernes, 10 de julio de 2009
Nefelobio, a
(Adjetivo. Del griego nephele = nube y bios = vida)
Dícese del ser que habita en las nubes.
Este término tiene un sentido figurado y un sentido literal.
En el figurado, los poetas modernistas han utilizado el término "nefelibata" (nefele = nube; batós = caminante) para referirse a la persona distraída, que no tiene los pies sobre la tierra. Con ese sentido también utilizamos al término nefelobio.
Pero el sentido literal es más interesante.
Desde tiempo inmemorial sobreviven historias acerca de lluvias de sapos, peces o arañas. Existe una teoría según la cual estos volátiles animales se crían en las nubes, o en lugares intermedios entre las nubes y la tierra llamados vorticarios naturales que consisten en fuerzas neumáticas en equilibrio que pueden retener y mantener en el aire algunos objetos sólidos de tamaño pequeño. Los animales que habitan ese vorticario se alimentan de insectos voladores o de musgos que crecen en el propio vorticario.
A veces un cambio brusco de presión hace desaparecer al vorticario y los nefelobios caen con fuerza hacia la tierra.
No debe confundirse un nefelobio con un etrobio. Mientras un nefelobio es parte de la biosfera terrestre, el etrobio está más allá de ella.
Dícese del ser que habita en las nubes.
Este término tiene un sentido figurado y un sentido literal.
En el figurado, los poetas modernistas han utilizado el término "nefelibata" (nefele = nube; batós = caminante) para referirse a la persona distraída, que no tiene los pies sobre la tierra. Con ese sentido también utilizamos al término nefelobio.
Pero el sentido literal es más interesante.
Desde tiempo inmemorial sobreviven historias acerca de lluvias de sapos, peces o arañas. Existe una teoría según la cual estos volátiles animales se crían en las nubes, o en lugares intermedios entre las nubes y la tierra llamados vorticarios naturales que consisten en fuerzas neumáticas en equilibrio que pueden retener y mantener en el aire algunos objetos sólidos de tamaño pequeño. Los animales que habitan ese vorticario se alimentan de insectos voladores o de musgos que crecen en el propio vorticario.
A veces un cambio brusco de presión hace desaparecer al vorticario y los nefelobios caen con fuerza hacia la tierra.
No debe confundirse un nefelobio con un etrobio. Mientras un nefelobio es parte de la biosfera terrestre, el etrobio está más allá de ella.
miércoles, 8 de julio de 2009
Bonomajo, a
(Adjetivo. Del francés bon homme = buen hombre)
Dícese de la persona a la que se considera buena y noble, pero cuya presencia se trata de evitar por todos los medios.
Hay ciertas personas de las que sólo se puede alabar sus virtudes. "Es un tipo excelente", "No sabés cuánto me ayudó", "Tiene un corazón de oro". Sin embargo, no queremos que ese tipo excelente esté presente en nuestras reuniones, en nuestra vida cotidiana o incluso en nuestro pensamiento. Es apenas un ejemplo irrenunciable en los diálogos con nuestros conocidos. Pero si sabemos que esa noble persona vendrá a visitarnos nos sentimos aburridos, fastidiados o enojados por su inminente presencia.
A veces nos fastidia la gran altura moral desde donde el bonomajo nos mira sin juzgarnos (somos nosotros mismos quienes nos comparamos y nos juzgamos). A veces sólo nos aburre tanta bondad y su nobleza nos inspira una biarexia mostafónea.
Dícese de la persona a la que se considera buena y noble, pero cuya presencia se trata de evitar por todos los medios.
Hay ciertas personas de las que sólo se puede alabar sus virtudes. "Es un tipo excelente", "No sabés cuánto me ayudó", "Tiene un corazón de oro". Sin embargo, no queremos que ese tipo excelente esté presente en nuestras reuniones, en nuestra vida cotidiana o incluso en nuestro pensamiento. Es apenas un ejemplo irrenunciable en los diálogos con nuestros conocidos. Pero si sabemos que esa noble persona vendrá a visitarnos nos sentimos aburridos, fastidiados o enojados por su inminente presencia.
A veces nos fastidia la gran altura moral desde donde el bonomajo nos mira sin juzgarnos (somos nosotros mismos quienes nos comparamos y nos juzgamos). A veces sólo nos aburre tanta bondad y su nobleza nos inspira una biarexia mostafónea.
martes, 7 de julio de 2009
Logólisis
(Sustantivo. Del griego logos = palabra, discurso y -lisis = destrucción)
Utilización de una frase o palabra que indefectiblemente funciona como último argumento en un diálogo.
Dos contendientes pueden estar durante largas horas discutiendo acerca de lo que cada uno hizo, tratando de justificarse y dar argumentaciones para defender su acción o su inacción. Sin embargo, cuando uno de ellos ya no puede esgrimir la más verosímil excusa, todavía le queda un recurso. Puede apelar a una frase reveladora y terminante que deja en la más absoluta desnudez los propósitos y objetivos en disputa. "Lo que pasa es que estoy enamorado de vos", puede decir un hombre a una mujer para justificar la cantidad de estupideces y locuras que ha hecho. Los reproches esgrimidos hasta hace un momento se disuelven, iluminados por una motivación escondida que da una nueva luz al hecho y hace callar la disputa.
Otra clásica frase logolítica es: "Tengo una enfermedad terminal". Por supuesto, la logólisis es un recurso retórico; quien la realiza no tiene por qué decir la verdad.
Conviene aclarar que, al margen de ciertas frases arteras y estereotipadas, en cada discurso existe la posibilidad de apelar a logólisis que no pueden determinarse de antemano: serán dictadas por el contexto. "Lo hice porque me dolía la cabeza" puede ser una fuente de más reproches y más regaños; si lo dice alguien que ha sido operado de un tumor cerebral tal vez funcione como frase logolítica.
No puede decidirse de antemano cuál es la frase logolítica en un diálogo, aunque puede entreverse cuándo un dialogante tiene una intención logolítica.
Utilización de una frase o palabra que indefectiblemente funciona como último argumento en un diálogo.
Dos contendientes pueden estar durante largas horas discutiendo acerca de lo que cada uno hizo, tratando de justificarse y dar argumentaciones para defender su acción o su inacción. Sin embargo, cuando uno de ellos ya no puede esgrimir la más verosímil excusa, todavía le queda un recurso. Puede apelar a una frase reveladora y terminante que deja en la más absoluta desnudez los propósitos y objetivos en disputa. "Lo que pasa es que estoy enamorado de vos", puede decir un hombre a una mujer para justificar la cantidad de estupideces y locuras que ha hecho. Los reproches esgrimidos hasta hace un momento se disuelven, iluminados por una motivación escondida que da una nueva luz al hecho y hace callar la disputa.
Otra clásica frase logolítica es: "Tengo una enfermedad terminal". Por supuesto, la logólisis es un recurso retórico; quien la realiza no tiene por qué decir la verdad.
Conviene aclarar que, al margen de ciertas frases arteras y estereotipadas, en cada discurso existe la posibilidad de apelar a logólisis que no pueden determinarse de antemano: serán dictadas por el contexto. "Lo hice porque me dolía la cabeza" puede ser una fuente de más reproches y más regaños; si lo dice alguien que ha sido operado de un tumor cerebral tal vez funcione como frase logolítica.
No puede decidirse de antemano cuál es la frase logolítica en un diálogo, aunque puede entreverse cuándo un dialogante tiene una intención logolítica.
lunes, 6 de julio de 2009
Atrelípico,a
(Adjetivo. Del latín ater = negro, oscuro y lipio = tener los ojos inflamados)
Dícese de quien tiene permanentemente los ojos entrecerrados y genera una sensación de temor y desconfianza.
El atrelípico tiene una natural expresión adusta y malvada; los niños y las señoras mayores le temen.
Las empresas de seguridad privada tienden a contratar a personas atrelípicas por la sola expresión intimidatoria de su ceño.
En el imaginario popular, los delincuentes sin código y los asesinos seriales son atrelípicos, se visten con ropa barata, están siempre nerviosos y jamás miran a los ojos.
Este término no se aplica a quien, voluntaria y ocasionalmente, frunce el ceño. Sólo se aplica a aquellos cuyos rasgos faciales condicionan de forma permanente la expresión fruncida y temible.
viernes, 3 de julio de 2009
Osunocer
(Verbo. Del latín ob- = por causa de; sub- = por lo bajo y nosco = conocer. Verbo intransitivo de segunda conjugación. Se lo utiliza con la preposición "con": "osunoce conmigo")
Dar por entendido que todos saben de quién o de qué se habla.
Uno llega a una reunión y escucha que se habla de Ariel. Ariel, el que dijo tal cosa; el que un día llamó por teléfono a alguien para invitarlo al cine; el que no pudo venir porque tenía que trabajar. Se cuentan anécdotas sobre Ariel, se lo alaba o vitupera pero jamás se nos dice quién es Ariel. Por alguna tácita razón, todos descuentan que uno ha captado perfectamente de qué Ariel se trata y por qué se lo menciona tanto. En ese caso, los asistentes a la reunión están osunociendo con uno.
Se osunoce frecuentemente con las citas de autoridad: "Como dijo Adalberto Peña Valdés, 'uno está bien si bien se cuida'". Quien hace esta cita, supone que Adalberto Peña Valdés es conocido por todos los que lo escuchan, a menos que se trate de un esnob que sólo cita para mostrarse más erudito que sus interlocutores.
También se osunoce cuando se utiliza una palabra o un nombre de objeto sin dar una explicación de lo que significa esa palabra o de qué es ese objeto. "En los pronombres personales del idioma español podemos encontrar el mejor ejemplo de las diferenciaciones entre nominativo, acusativo y dativo". Si no se explica qué significan "nominativo, acusativo y dativo", se está osunociendo con quienes escuchan la frase.
(No hace falta aclarar quién está en la foto porque todos lo conocen)
Dar por entendido que todos saben de quién o de qué se habla.
Uno llega a una reunión y escucha que se habla de Ariel. Ariel, el que dijo tal cosa; el que un día llamó por teléfono a alguien para invitarlo al cine; el que no pudo venir porque tenía que trabajar. Se cuentan anécdotas sobre Ariel, se lo alaba o vitupera pero jamás se nos dice quién es Ariel. Por alguna tácita razón, todos descuentan que uno ha captado perfectamente de qué Ariel se trata y por qué se lo menciona tanto. En ese caso, los asistentes a la reunión están osunociendo con uno.
Se osunoce frecuentemente con las citas de autoridad: "Como dijo Adalberto Peña Valdés, 'uno está bien si bien se cuida'". Quien hace esta cita, supone que Adalberto Peña Valdés es conocido por todos los que lo escuchan, a menos que se trate de un esnob que sólo cita para mostrarse más erudito que sus interlocutores.
También se osunoce cuando se utiliza una palabra o un nombre de objeto sin dar una explicación de lo que significa esa palabra o de qué es ese objeto. "En los pronombres personales del idioma español podemos encontrar el mejor ejemplo de las diferenciaciones entre nominativo, acusativo y dativo". Si no se explica qué significan "nominativo, acusativo y dativo", se está osunociendo con quienes escuchan la frase.
(No hace falta aclarar quién está en la foto porque todos lo conocen)
miércoles, 1 de julio de 2009
Conchupio
(Sustantivo. De con- y chupar)
Botella de muchos picos o vasija con varios sorbetes cuya función es permitir que muchas personas puedan beber de ellas.
Botella de muchos picos o vasija con varios sorbetes cuya función es permitir que muchas personas puedan beber de ellas.
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