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(Adjetivo. Del latín ater = negro, oscuro y lipio = tener los ojos inflamados)
Dícese de quien tiene permanentemente los ojos entrecerrados y genera una sensación de temor y desconfianza.
El atrelípico tiene una natural expresión adusta y malvada; los niños y las señoras mayores le temen.
Las empresas de seguridad privada tienden a contratar a personas atrelípicas por la sola expresión intimidatoria de su ceño.
En el imaginario popular, los delincuentes sin código y los asesinos seriales son atrelípicos, se visten con ropa barata, están siempre nerviosos y jamás miran a los ojos.
Este término no se aplica a quien, voluntaria y ocasionalmente, frunce el ceño. Sólo se aplica a aquellos cuyos rasgos faciales condicionan de forma permanente la expresión fruncida y temible.
5 comentarios:
Muy turbio, todo esto...
Claro, ellos miran así y los que se fruncen son los otros.
ja! se parece a jimenez, de colón 80...
Soy atrelipica!!!!!!!!
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masimundus semikonecolori
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