(Adjetivo. De abusador y busarda, término coloquial para panza o estómago)
1. Dícese de quien aprovecha el gran volumen de su vientre para intimidar, empujar o amenazar. El abusardor gordonea.
Se aplica, también, a la prepotencia de una mujer embarazada por obtener un mejor lugar en la cola, o por salir rápidamente de una multitud. La abusardora se convertirá inevitablemente en una peraltriz cuando su hijo nazca.
2. Dícese de quien ofrece a sus comensales una profusa sucesión de comidas.
Cuando el abusardor nota que sus invitados ya no comen, ofrece otra opción culinaria. Si ya nadie come picada, ofrece pizza. Cuando los restos de pizza se enfrían, el abusardor invita unas empanadas. Luego de las empanadas, trae salchicha parrillera con pancitos. Luego, carne. Casi inmediatamente, acerca una gigantesca ensalada de frutas. Un rato después, ofrece café y torta. Si esto último no funciona, insiste un par de veces con varios tipos de scones, polvorones, pasta frolas y tés saborizados. Si alguien se niega rotundamente ante cada ofrecimiento, será acosado con nuevas y cada vez más elaboradas propuestas hasta que ceda. Es común que circulen los comentarios de sorpresa e incluso indignación ante tantos, tan atropellados y tan diversos ofrecimientos: "Yo pensé que Abel era un amarrete. Luego descubrí que era un gran anfitrión. Al final me parece que es un abusardor"
2 comentarios:
Es que el abusardor cree que son todos de su condición.
Yo tenía un compañero del pack de forward cuando jugaba al rugby que era un Abursador hecho y derecho.
135 kg. pesaba el gordo, y encima corría como si tuviera 40 kilos menos. Era propiamente el 60 cayéndote en la espalda con todo y chancho.
De las embarazadas he sufrido en las patas varios casos.
Y de los anfitriones Abursadores he sufrido un banquete. Le cuento: en mi pueblo en Mendoza, que como Ud. habrá deducido se llama La Dormida, hay un banquete por el aniversario de uno de los Clubs del pueblo. Club del cuál soy hincha. Ese almuerzo que es el 1 de mayo, está diseñado por Abusadores. La técnica para no ser la comidilla de las viejas al otro día, es atosigar a la concurrencia con diversos manjares, hasta el punto de encandilarlos por la cantidad y la calidad. Si uno tiene la panza tirante y no le ofrecen más empanadas, el comentario al otro día será: "Estuvo flojo el banquete"
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