(Adjetivo. Del latín cum = con y exago = ensayar)
Quien se pone a probar cuando se le pregunta si sabe cómo hacer algo.
El cósago se compromete a dar su ayuda para realizar algo que nos cuesta. Si nos ve preparando pizzas, se ofrece a hacer la masa, porque le decimos (con sinceridad) que no sabemos qué proporción de harina, agua, aceite y levadura necesita. El cósago pone manos a la obra y, como buen yoliarreglo, termina generando un masacote incomible. Si estamos tratando de configurar los programas de la computadora y le preguntamos al cósago cómo se configura la red, él sólo dirá "dejame a mí", nos apartará de la silla y se pondrá a hacer los mismos vanos intentos que ya hicimos nosotros. No sólo eso; también hará que los programas se descalabren por completo y debamos formatear el equipo.
Cuando las cosas empeoran, el cósago se refugia en una responsabilidad compartida. "Estábamos haciendo pizzas, pero nos equivocamos con las proporciones", dice, para incluirnos en su error. "No puedo arreglar la máquina. Vos ya la toqueteaste demasiado", dictamina.
¿Cuál es la diferencia entre un yoliarreglo y un cósago? El yoliarreglo se compromete expresamente a arreglar el desperfecto, y lo termina empeorando. El cósago, en cambio, nunca enuncia un compromiso formal: simplemente intenta a los tumbos tal como ya lo hicimos nosotros, sin aclarar jamás que él apenas conoce de qué se trata eso que manipula con cara de entendido y expresión seria.
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