lunes, 31 de agosto de 2009

Es muy probable que durante esta semana Exonario no se actualice.

Tengo que rendir un concurso para profesor que puede definir el futuro de mi vida económica y laboral, y para ello no quiero compromenterme demasiado con actividades que demandan atención y tiempo extra.

Tengo guardados en mis manuscritos tal vez cien palabras nuevas. Todos los días surge una, dos o tres, de modo que seguirá habiendo Exonario para rato.

Nos vemos la semana que viene.
Muchas gracias.

sábado, 29 de agosto de 2009

Manumalugesticular

(Palabra y definición enviadas por Ignacio Pérez Constanzó)

(Del latín manu = mano, malus = mal y gesticulari = gesticular) y de éste, el sustantivo Manumalugesticulación: acción de manumalugesticular.

Gesticular con ambas manos planeando algún mal. El gesto implica movimientos suaves que indican anticipadamente el regocijo ante el deleite de un futuro acto maligno.

La manumalugesticulación suele realizarse lentamente. El mal planificado puede ser pequeño, como pensar en cómo hacer trampa jugando a las cartas con un sobrino, o grande, como planificando el dominio de todo el universo. La manumalugesticulación es un recurso muy utilizado por la industria de los dibujos animados, siendo así una característica típica del malo.

Las dos varibles más comunes son: unir y separar las puntas de los dedos o, el más efectivo —según muchos—, frotarse ambas manos, como al quitarse el jabón después de lavarse las manos, pero con mayor lentitud.

Es usual que quien manumalugesticule, lo haga mirando hacia el infinito o hacia ninguna parte, pues su mente vislumbra ya la fruición de su botín, y es posible que no sea consciente de su manumalugesticulación. También es usual que quien manumalugesticule lo haga con una expresión entre risueña y bobalicona, similar a una vercesi. En el imaginario popular, la manumalugesticulación antecede una risa maléfica, pero en la vida real no es indispensable, ni suele darse.

En la vida real, el traidor no suele anticipar sus actos y, si éste manumalugesticula, tal acción se reduce a un acto privado, y jamás público pues lo delataría. En cambio, suele ser utilizada por sus connotaciones ya conocidas, y así puede ser, por ejemplo, un buen recurso teatral.

jueves, 27 de agosto de 2009

Legóptero,a

(Adjetivo. Del griego logos = discurso y -pteros = que observa)

Quien observa puntillosamente el lenguaje oral utilizado.

El legóptero no escucha lo que le dicen sus interlocutores; se detiene en la forma de las expresiones utilizadas y corrige. Su favorita es la concordancia verbal: "No es habría dicho, sino hubiera dicho", pero disfruta mucho cuando descubre un mal uso de la letra s final: "No es entendistes, es entendiste", "Martes, martesssss, con ese final". Se siente satisfecho cuando los demás le dicen que aprenden con él o cuando le piden disculpas por hablar mal y odia a muerte a quienes no aceptan una corrección o a quienes no se equivocan jamás.

Lo curioso es que las expresiones del legóptero no siempre se rigen por esa puntillosidad que sí exige a otros.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Focarizar

(Verbo. Del latín focarius = hogar. Adjetivo: focarista)

1. Valorar las actividades propias de la vida hogareña por encima de cualquier otra actividad.

El focarista siente un inmenso placer en permanecer todo el día en su casa. No hace planes para pasear, ni para encontrarse con amigos en bares, ni para jugar al fútbol, ni para ir de compras. El tiempo libre lo destina a cualquier actividad que pueda hacerse dentro de la casa, ya se trate de actividades lúdicas, de reparación o de aseo.
Derivada de esta acepción podemos encontrar otra:

2. Llevarse trabajo a casa.

Con esta acepción existen dos tipos de focaristas:
a) El que tiene un trabajo para el cual no se requiere su presencia en un lugar determinado y, por lo tanto, elige su propio hogar como ámbito laboral; o bien
b) El que, a pesar de que trabaja cumpliendo un horario en un lugar, debe llevarse parte de la tarea a su casa.

Los docentes focarizan con la tarea que se llevan para corregir, con las planificaciones y los programas. Un docente sería un ejemplo de focarista en la acepción b). En cambio, un traductor free lance que trabaja con una computadora conectada a internet sería un buen ejemplo de la acepción a).

Los focaristas a) habitualmente aman labofar, cosa que odian los del tipo b).

martes, 25 de agosto de 2009

Morfomorfia

(Sustantivo. Del griego morpheos = sueño y morphé = forma)

Actividades que hay que realizar antes de ir a dormir.

Cuando por la noche el sueño nos está venciendo se activan algunas alertas. No se trata, simplemente, de acostarse y punto.
El cansancio y la noche nos obligan a apurar actividades impostergables como sacar la basura, lavar los platos o llevar a pasear al perro. Estas acciones están dentro de las obligaciones previas al descanso. Uno no suele permitirse la relajación entre sábanas si no cumplió con esas actividades que indican la finalización del día.

Además de las obligaciones, existe una gran cantidad de rituales que garantizan (o, al menos, no impiden) un sueño satisfactorio y una moderada tranquilidad durante las horas de dormir.
Los rituales típicos son: bañarse, lavarse los dientes, ponerse un pijamas, cerrar las llaves de gas, controlar que la puerta no quede abierta, tomar un vaso de leche tibia. Además de los rituales estereotípicos, están también los que conforman idionidias de cada persona: pequeñas sugestiones que nos sirven como amuleto para hacerle creer a la mente que ya es la hora de dormir: dejar encendida la luz de la mesa de noche; ponerse tapones en los oídos o antifaces en los ojos, tomar melatonina o té de hierbas, bajar las persianas y dejar la cama bien tersa y mullida.

Exonario es parte de la morfomorfia idionídica de mis noches.

lunes, 24 de agosto de 2009

Liminencia

(Sustantivo. Del latín limen = límite e immineo = pender, estar a punto de caer)

Sensación de que hay algo urgente e importante por hacer.

Hay alguien que me está necesitando ahora, pero no sé quién es ni cómo podría ayudarlo.
Hay un trabajo que debo realizar ya mismo, pero no puedo recordar de qué se trata ni por qué es tan urgente. La liminencia es esa certeza ciega y angustiada de sentir que uno no debe estar donde está, ni debe estar haciendo (o no estar haciendo) lo que está (o no está) haciendo.

viernes, 21 de agosto de 2009

Tafónimo,a

(Adjetivo. Del griego táfos = escondido y ónoma = nombre)

Nombre del que se reniega y se trata de ocultar.

Es costumbre que en Argentina las personas tengan al menos dos nombres. Sin embargo, suele ser común que las personas no se sientan identificadas con su segundo nombre y tienden a no incluirlo cuando se les pregunta cómo se llaman.
Hay nombres que provocan vergüenza porque son demasiado anticuados, ampulosos o fáciles de provocar una rima procaz.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Micranasemia

(Sustantivo. Del griego micros = pequeño; ana = contra, sobre y semáino = señalar)

Mínima diferencia de significado entre dos o más términos.

Estrictamente hablando, los sinónimos no existen. En ciertos contextos podemos intercambiar la palabra "caballo" por la de "potro", pero ambos términos no tienen el exacto mismo significado. Sin embargo, la diferencia puede ser tan sutil e imperceptible que, en la práctica, podamos usar ambos términos de manera intercambiable. A esa diferencia que en la práctica puede no afectar la comunicación la denominamos micranasemia.

Muchas de las palabras de un diccionario (y de un exonario) pueden tener definiciones muy semejantes entre sí y en la práctica tal vez no encontremos un contexto en el cual usaríamos una sin intercambiarla por la otra. "Nosocomio" y "hospital" parecen fácilmente intercambiables. Sin embargo, hay diferencias: en "nosocomio" está presente la raíz "nosos" que significa "enfermedad". En "hospital", en cambio, se hace más hincapié en el "hospes", es decir, el huésped.
Aun cuando se trata de perspectivas diferentes, los contextos de uso parecen ser muy similares y las diferencias de significado entre cada concepto es casi inexistente.

Cuando hay micranasemia es común que los términos se usen como sinónimos.
¿Cuánta diferencia semántica debe haber entre dos términos para que dejen de considerarse como sinónimos? ¿Cómo se mide la diferencia semántica?
¿Hay muchos términos en Exonario que sufran de micranasemia?

martes, 18 de agosto de 2009

Ecomatía

(Sustantivo. Del griego oikos = casa y manthano = aprender)

Habilidad para encontrar la correcta distribución de las instalaciones y utensilios de un lugar.

La definición es árida, pero unos pocos ejemplos podrán dar a entender a qué nos referimos.

Una cocinera que trabaja siempre en la misma cocina, conoce dónde está cada alacena, qué hay dentro de ellas y cómo debe moverse a través de la cocina para preparar una torta. Si esta cocinera no debe hacer tanteos para encontrar la harina, el azúcar y los huevos, es porque tiene una familiaridad con el lugar y por lo tanto tiene ecomatía. Por el contrario, si le toca cocinar en un sitio nuevo, es posible que se detenga, revise, busque, se pregunte dónde está cada cosa e insuma mucho más tiempo.

Cuando frecuentamos un lugar, al poco tiempo adquirimos ecomatía: más allá de cualquier desorden aparente (idiocosmos) somos capaces de identificar dónde está cada cosa; sin embargo, basta con que nos mudemos o alguien modifique levemente algunos objetos para que perdamos esa preciada habilidad.

En cierto modo, la ecomatía es una habilidad automática. La familiaridad con un lugar produce una especie de "memoria corporal": sabemos qué movimientos hay que hacer para alcanzar la harina, o los huevos, o el azúcar, y podemos hacer esos movimientos con el mínimo esfuerzo y casi sin intervención de la conciencia.

En general, en cualquier circunstancia en la que a partir de una heterogeneidad de objetos se puede seleccionar rápidamente uno o varios de ellos con precisión, tenemos ecomatía. Un disc jockey que encuentra el disco que le piden entre varios miles de discos también tiene ecomatía. Sin embargo, si quitamos la asociación con un recinto y sus instalaciones, el término deja de tener su especificidad y se puede equiparar simplemente con la palabra experiencia.

lunes, 17 de agosto de 2009

Termógoro,a

(Adjetivo. Del griego terma = temperatura, calor y agoréuo = hablar, exhibir. Sustantivo: termogoria)

Quien hace gala de su resistencia al frío o al calor.

Existen dos clases de termógoros:
- Los que creen que, gracias a su ascendencia, han heredado genes que les permiten resistir las altas o bajas temperaturas.
- Los que creen que la resistencia al calor y -en especial- al frío es característica de un macho.

En la primera clase encontramos al rutanero: un tatarabuelo supuestamente esquimal o nativo de Siberia le habría transmitido al termógoro los genes para resistir al frío. Por eso, el termógoro anda en camiseta durante las heladas de invierno, despreciando a los termópatas que usan campera y bufanda. A veces este termógoro no apela a su ascendencia sino a su propia experiencia en otros lugares del mundo: quizás vivió dos años en la cálida zona ecuatorial, y cuando llega a Buenos Aires finge que el calor del verano porteño no le afecta.

La segunda clase de termogoria es casi exclusiva de los sujetos masculinos. A pesar de que sienten frío y calor como termópatas, se dicen a sí mismos y a los demás que abrigarse, encender la estufa, bañarse en la pelopincho o prender el ventilador son cosas de maricas. Para probar que no le prestan atención a las temperaturas entran desnudos en una cámara frigorífica, o se ofrecen para hacer el asado al sol en pleno verano.
Consecuentemente, este termógoro piensa que en invierno sólo se enferman quienes usan abrigo, y en verano sólo se deshidratan los que permanecen quietos frente al ventilador.

Conviene aclarar que hay ciertas personas que tienen una especial resistencia a la temperatura; el término "termógoro" hace referencia al hecho de hacer gala de tal resistencia. Algunas veces, esa resistencia puede ser cierta, y otras, como en los ejemplos dados arriba, es espuria.

domingo, 16 de agosto de 2009

Policografía

(Palabra y definición enviadas por Julio David Auster)

(sust. f.; de pólice (forma poco usada de indicar el dedo pulgar) y grafía, escritura):

Habilidad de escribir utlizando nada más que el dedo pulgar de una sola mano, surgida a partir del uso de los teléfonos celulares.

La necesidad de abreviar el tiempo de redacción de los mensajes hace que se usen numerosas abreviaturas no siempre claras para el que no esté habituado; existe además el inconveniente de que si se deben repetir letras que se escriben con una misma tecla, muchas veces se termina reemplazando la letra apenas escrita.

viernes, 14 de agosto de 2009

Termópata

(Adjetivo. Del griego terma = calor, temperatura y pathos = padecimiento, afección)

Quien tiene una excesiva sensibilidad para el frío o el calor.

El termópata en invierno padece el frío con un gran sufrimiento; ningún abrigo ni actividad física le alcanzan para entrar en calor. Durante el verano necesita estar en sitios con ventilador o aire acondicionado, y frecuentemente se descompone o se desmaya si se queda unos segundos al sol o en lugares muy calurosos.
Una persona puede ser termópata con respecto al frío pero no con respecto al calor, o viceversa. Para el termópata, la hipercontratermia es el estado ideal de un ambiente.

También se llama termópata a quien no puede tocar, comer o beber objetos calientes ni demasiado fríos.

jueves, 13 de agosto de 2009

Lucetisolio

(Sustantivo. Del latín locus = lugar; laetitia = alegría y solus = solo)

Sensación de regocijo y misterio que provoca el quedarse solo en un lugar que habitualmente está lleno de gente.

Para quienes trabajan hasta tarde en su oficina, cuando todos ya se han ido, esta sensación es familiar. Los lugares que durante la jornada tienen celosos guardianes (la fotocopiadora, el cuarto de la limpieza, la oficina del jefe, el cajón del escritorio de la secretaria) se convierten en pequeñas cajas de Pandora; revelan su intimidad y nos permiten espiar, manipular, revisar, practicar un anónimo vandalismo o un pequeño hurto sin testigos.
Esta sensación también se tiene cuando se anda en la semipenumbra por los pasillos vacíos del edificio. Hay algo inusual, extraño y poco familiar en esa ausencia absoluta del otro que vigila, que juzga, que cuida. De ahí el regocijo: por unas horas, todo lo que los demás han dejado me pertenece. Pero, a su vez, todo eso está transfigurado; la momentánea soledad y las luces casi ausentes les confieren un aire de calidez y misterio.

También tendremos esta sensación si vamos a nuestra oficina una tarde de domingo para huicar.

El lucetisolio puede sentirse también en un shopping, en una escuela o en cualquier otro recinto que haya sido concebido para contener una muchedumbre y que se encuentre momentáneamente solitario.

martes, 11 de agosto de 2009

Occiundo,a

(Adjetivo. Del latín occidere = caer)

Si el oriundo es, según el diccionario la RAE, aquel que tiene su origen en algún lugar, el occiundo es quien tiene su muerte en algún lugar.

A veces deseamos saber no sólo de dónde viene una persona, sino también dónde murió. Podemos preguntar: ¿De dónde es oriundo y occiundo San Martín?

lunes, 10 de agosto de 2009

Optoparoncio

(Del griego optasía = aparición, visión y pareltontikós = pasado)

Objeto que se ha vuelto inútil porque forma parte de proyectos que se han tenido en el pasado y se han abandonado.

No se trata de ronodetros ni de propratos. Los primeros se conservan sin motivo; los segundos se conservan debido a su utilidad futura. Los optoparoncios, en cambio, ocupan un lugar en nuestras casas debido a una utilidad que pertenece a alguno de los mundos posibles por los que no hemos transitado.

Ejemplo 1: Cuando se nos estaba cayendo el pelo compramos un tratamiento capilar. Por pereza, no realizamos el tratamiento y con el tiempo quedamos completamente calvos. Los frascos del tratamiento capilar siguen ocupando un lugar en el botiquín. No son completamente inútiles -a alguien le podrían servir-, pero ya no nos sirven a nosotros.

Ejemplo 2: Usted en algún momento de su vida quiso ser disc jockey y se compró una mezcladora de sonido o un preamplificador, pero luego decide no trabajar de eso y, por lo tanto, no compra nada más. Esos aparatos quedan en su casa convertidos en optoparoncios, guardados en un placard en su casi intacto envoltorio original.

Ciertos objetos nos suscitan un problema de clasificación semántica: la guitarra que hemos abandonado en el placard, o el atril y los pinceles que dejamos en el galpón del fondo, ¿son optoparoncios? En algún sentido sí: si ya hemos decidido nunca más tocar guitarra o pintar, los instrumentos se convierten en optoparoncios. Pero si los guardamos con la secreta esperanza de algún día retomar por el camino artístico, entonces dejan de serlo. Cualquier objeto al que conservamos en vista de su utilidad futura (real o imaginaria) no puede ser optoparoncio. Por lo tanto, el hecho de que algo sea o no optoparoncio depende de la intencionalidad que una persona proyecta sobre los objetos que la rodean.
Cuando un padre dice a su hijo: "¿Para qué guardás esa guitarra si nunca la tocás? ¡Está ahí para juntar mugre!", le está diciendo: "Harías bien en admitir que tu guitarra se ha convertido en un ominoso optoparoncio, a despecho de lo que quieres hacernos creer a nosotros tus padres y a tí mismo". O, de una forma aun más rebuscada: "Optoparoncio escualiforme es lo que tienes y pronto tomará el destino de los nedrictos que mueren por oxcidio "

La diferencia entre "nedricto" y "optoparoncio" consiste en que los primeros son un tipo de basura, mientras que los segundos sólo son inútiles para su dueño.

jueves, 6 de agosto de 2009

Ronodetro

(Sustantivo. De la expresión latina "hanc rem non detrudit": esa cosa no se tira)

Objeto inútil que se conserva sin motivo.

Mientras los propratos se conservan en vista de una posible utilidad futura de sus piezas, y los souvenires de casamiento se guardan debido a su valor afectivo o estético, los ronodetros simplemente están ahí. No tienen función, no se cree posible asignarles una y ni siquiera se repara en ellos.
A veces están en medio de otros objetos que sí tienen utilidad y se camuflan con ellos. Esa ingeniosa estrategia, sumada a nuestra pereza, hacen que los ronodetros tengan una supervivencia insólitamente prolongada.
Sabemos que un día hay que hacer limpieza y que ese día deberán irse para siempre de nuestras vidas. Pero los ronodetros nunca son los primeros en una lista de aseo porque -a diferencia de los planelocios- suelen tener un lugar estable y definido.

Los ronodetros más frecuentes son los bolígrafos que no andan. Es normal que en los escritorios haya cuatro o cinco bolígrafos, y entre ellos, uno que no funciona. Nuestra primera reacción -al notar que no escribe- es dejarlo a un lado y buscar entre los otros tres o cuatro hasta dar con el que sí funciona. Luego de escribir, juntamos a todos -el que no funciona y los que sí funcionan- y los llevamos nuevamente al lapicero o al cajón del escritorio.
Otros ronodetros son las cucharitas rotas -junto al resto de los cubiertos que están sanos-, las herramientas oxidadas en el cajón -junto con otras herramientas que no estan oxidadas- y los frascos de cosméticos, productos de tocador o medicamentos que se acumulan sin uso en el botiquín, de los cuales ya no estamos seguros de su efecto (tal vez hace un lustro que están en ese lugar) y no reparamos en que están allí, ocupando un espacio importante.
La lista puede continuar de manera indefinida.

Hay veces en los que identificamos a los ronodetros y los sentenciamos a muerte. Son días en los que, además de esa, podemos tomar otras decisiones importantes. Como renunciar al trabajo, declararle amor a la vecina o suicidarnos.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Propriorismo

(Sustantivo. Del latín pro = en favor de y prius = primero. Adjetivo: propriorista)

Actitud de señalar con insistencia prioridades que no son tales.

"Tenés que pintar esta pared", dice el propriorista con tono de grave sentencia y dictamen inapelable. No se da cuenta de que la pared despintada es el último eslabón de una larga cadena de refacciones previas. El propriorista insiste: ¡Hay que pintar! ¡No puede ser que hayan pasado tantos meses y no hayas pintado la pared! ¡No es tan caro!. Siente que está dando un consejo genuino y de fácil cumplimiento, y no se explica cómo al dueño de la pared no se le ocurrió pensar en eso como una prioridad suma.
Muchas veces el propriorista no ve que uno ha invertido grandes esfuerzos en otras prioridades. Si compramos el televisor pero no compramos la mesita, nos dirá: ¡Tenés que comprarte una mesita!. Si compramos la mesita y el televisor, pero no el reproductor de DVD, el propriorista lo señalará con insistencia. ¿Y si tenemos todo pero no el home theater? ¡Pues allí estará el propriorista para señalarnos que nos falta algo, que es urgente y muy necesario tenerlo y que no entiende cómo no lo tuvimos en cuenta!

martes, 4 de agosto de 2009

Condesilia

(Sustantivo. Del latín condo = esconder, fundar y desilio = saltar hacia abajo)

Tendencia de ciertos objetos a caer en lugares virtualmente inaccesibles.

Cuando se nos cae al suelo la tapa de un frasco, una goma de borrar, una pelota o un llavero, es casi imposible evitar que se escabulla debajo del sillón, de la mesada o de la heladera. Gracias a la condesilia, ningún objeto quedará al alcance inmediato de la mano o de un leve estirón del antebrazo: es necesario agacharse, escudriñar rincones, tantear en una oscura profundidad y, a veces, desistir. El objeto ha quedado debajo del horno, bien en el fondo, allí donde ni un palo de escoba puede llegar. Otras veces cae debajo de un mueble que está detrás de otro y, para poder sacarlo hay que correr un pesado sillón, para lo cual previamente se debe correr una mesa, dos jarrones y un modular con cristalería fina. A veces no vale la pena tanto esfuerzo.
Lo curioso es que esos objetos tienen una condesilia tan fuerte que, una vez que los hemos recuperado, si se llegaran a volver a caer, volverían a quedar en otro lugar tan inaccesible como el anterior.

Gracias a la condesilia podemos perder un objeto sabiendo dónde está.

La calsulecia es una forma atenuada de condesilia.

lunes, 3 de agosto de 2009

Nosivuá


(Adjetivo. De las expresiones "no, si va a..." y "no, si voy a")

Dícese de ciertas respuestas que, con ironía, recalcan el carácter obvio de una pregunta.

Existe una gran cantidad de chistes breves cuyo remate comienza con un "nosivuá". Típicamente asociado con la provincia de Córdoba, Argentina, el nosivuá es un juego retórico picaresco que responde con ingenio a una pregunta. Por lo general, la respuesta que sigue al "nosivuá" es un remate absurdo o altamente improbable. Ese remate hace ver lo contradictorio que sería aceptar la negación de lo que se pregunta, por lo que debe inferirse que la evidente respuesta es "sí".

Veamos un ejemplo:
Si un pariente nuestro tuvo una lipotimia, llamamos al médico y llega a nuestra casa un hombre con un delantal blanco, estetoscopio y portafolios con una cruz roja, se puede suscitar el siguiente diálogo nosivuá:

- ¿Es usted el médico?
- Nosivuá ser el sodero.


De acuerdo a la definición que hemos dado, una respuesta nosivuá no necesariamente debe comenzar con la expresión "no, si voy a". Ejemplo de respuesta nosivuá sin expresión típica puede ser:

A- ¿De qué están hechas las bombas de papa?
B- Están hechas de fideos.


La respuesta es irónica y trata de reducir al absurdo la pregunta; por lo cual puede considerarse "nosivuá".

(Cuando busqué el término en internet para corroborar que esta palabra no haya sido definida, me encontré con que el único lugar en el que se la utilizó fue en esta entrada del blog de Esteban Podeti, en un comentario)

Actualización: a pesar de que -para mi sorpresa- este término apenas aparece en internet, los lectores Lale y Unser han dejado dos comentarios muy ilustrativos acerca de la difusión y acuñamiento de este término que luego se convirtió en marca registrada de Córdoba. Por eso, esta palabra queda en una cuarentena semántica y en cuanto aparezca un diccionario de modismos que la incluya, deberá irse de Exonario. El señor Unservidor agrega y corrige aspectos de esta definición. No se pierdan su aclarador comentario.