(Verbo. De ruso y tano [apócope del gentilicio napolitano]. Adjetivo: rutanero,a. Sustantivo: rutanismo)
Poner una excusa étnica para justificar un defecto o una polémica virtud.
El rutanero justifica sus incontrolables enojos diciendo "me salió el tano que llevo dentro". Tiene un apellido italiano y un tatarabuelo suyo, presuntamente, ha nacido en Sicilia. Cuando él se enoja y rompe todo a su paso, nadie puede calmarlo: se supone que él lleva en la sangre ese espíritu apasionado, gritón, pleitero y un poco mafioso que caracteriza a los italianos. Muchas veces, quienes rodean al rutanero legitiman esa creencia. "A mi marido no se le puede decir que no. Se calienta como una pipa. Si quiere fideos con tuco de carne, hay que hacerle fideos con tuco de carne. Que querés, es la sangre napolitana que lleva dentro"
Otros rutaneros clásicos son los que presumen de su ascendencia alemana. El alemán se empeña en aclarar que su apellido no es judío (aun cuando él ni siquiera sabe si lo es o no), y que, como todo alemán, tiene una gran habilidad para las actividades manuales. Suele ser despectivo con los descendientes de otros pueblos en lo que atañe a esa habilidad particular: "¡Ja! ¡Arreglé la cerradura! ¡No, a un alemán no le van a ganar unos cachos de bronce! ¡Y ustedes querían llamar al cerrajero judío de la otra cuadra!"
Consecuentemente, alguien de apellido con resonancia judía puede justificar su avaricia gracias al estereotipo del "judío amarrete"; quien presume de su ascendencia suiza podrá vanagloriarse de una supuesta habilidad para arreglar relojes, y un descendiente de rusos dirá que no necesita abrigarse en invierno -a pesar de que se lo ve temblar con su camiseta bajo la helada-, porque en sus genes está su abuela rusa, quien vivía en Siberia. A nivel más local también existe el rutanismo: un hijo de porteños criado en un pueblo del interior puede presumir de su "viveza criolla" y su "chamuyo porteño" ante sus vecinos, aun cuando jamás haya estado en Buenos Aires y sus padres no le hayan transmitido esas virtudes supuestamente porteñas.
El rutanero se apropia de un estereotipo para sentir que sus miserias o sus mínimas habilidades son parte de una gran comunidad racial.
En el fondo, se siente muy solo y resentido ante los logros y las virtudes de los demás.
1 comentario:
Me acuerdo de James Woods en la película Salvador, cuando medio borracho es rodeado por matones y sacando su sevillana dice que desciende de vikingos y les va a costar ganarles una pelea.
Yo sufro de Arutanismo, mis genes de negro brillan por su ausencia a la hora de bailar...
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