martes, 31 de marzo de 2009

Seudomodoxa

(Sustantivo. Del griego pseudos = falso; homoios = igual y doxa = creencia)

Creencia errónea según la cual, a pesar de las aparentes divergencias, en el fondo se está de acuerdo en los mismos puntos.

"Hay que lograr la paz mundial", afirma A, convencido. B lo escucha y dice "Opino igual que usted. Hay que matar a todos los árabes. Una vez que hagamos esto, lograremos la paz mundial". Resulta evidente que A y B no opinan lo mismo; sin embargo B -quien utiliza la seudomodoxa- introduce la noción del 'acuerdo en lo sustancial' para que su terrible afirmación tenga visos de ser aceptable. "Con educación y trabajo lograremos, lentamente, y a lo largo de varias generaciones, mejorar la calidad de vida y disminuir la delincuencia", dice A. "Sí, claro, hay que instaurar la pena de muerte, vigilar a los pobres e imponer la ley marcial en las villas; así aumenta la calidad de vida de la gente bien y pueden educar a sus hijos gracias al fruto de su trabajo. Opinamos lo mismo".

El partidario de la seudomodoxa cree que las intenciones humanas son idénticas, pero lo que falla es el resultado de la acción. "En el fondo, Mahatma Gandhi y Hitler pensaban lo mismo", puede decir. O bien: "Los ateos y los cristianos, en realidad, creen en lo mismo". Sospecha que hay una mente universal común, con creencias universales; y si algo aparenta ser muy diferente es porque los hombres son débiles o porque tienen mala suerte. No cree que haya opiniones irreconciliablemente malas ni acciones perversas; supuestamente, todos desean actuar bien pero terminan haciendo las cosas mal por una simple cuestión de hermenéutica, de falta de fortaleza y azar.

lunes, 30 de marzo de 2009

Teleutodoxia

(Sustantivo. Del griego teleuton = final y doxa = creencia. Adjetivo: teleutodoxástico,a)

Creencia según la cual algunos arbitrarios hechos actuales indican el final de los tiempos.

La teleutodoxia es un caso de miopía histórica con tintes apocalípticos. Quien profiere una teleutodoxia cree que ciertos hechos del mundo nunca antes habían ocurrido y, a partir de esa creencia sesgada, supone que se acerca el fin del mundo. "Antes no había tantos robos", dice el teleutodoxástico, sugestionado por una supuesta ola delictiva que difunden por los noticieros. Él compara la situación actual con los años de su infancia, y supone que antes no había robos, ni asesinatos, ni violaciones o que, si los había, eran hechos aislados y "nunca tan cruentos". "El ladrón, antes, tenía códigos. Hoy ya nadie te respeta". El teleutodoxástico agrega otros supuestos hechos para dar fuerza a su hipótesis de que el universo se termina: si hace calor, vaticina que es indicio del calentamiento global y jura que "jamás hizo tanto calor como ahora". Si viene tormenta, está convencido de que esa tormenta es "peor" que las tormentas de antaño. En este punto, él se comporta no solo como un ignorante de la historia local o regional, sino como un ignorante de su propia historia: no recuerda que en su infancia, una vez, hubo que supender las clases por las altas temperaturas, y olvida que su padre murió en una tormenta terrible durante su adolescencia, alcanzado a la vez por un rayo, un huracán y y una gran piedra de granizo.

Conviene aclarar que el teleutodoxástico nunca posee una teoría sistemática acerca del fin del mundo; su convicción apocalíptica es producto de una tibia paranoia. Él cree que toda novedad -científica, artística, social o natural- le indica la cercana presencia del fin del mundo: el nacimiento de un becerro con dos cabezas; la creación de alimentos transgénicos, la disminución de la capa de ozono, los divorcios, las pinturas abstractas hechas por caballos, la inflación, las guerras, la invasión de mosquitos, una sequía, los niños que piden dinero por la calle, los floggers o un aumento en las estadísticas de adultos paranoicos. Su único y endeble argumento es: "Antes esto no pasaba". De la -casi siempre errónea- novedad infiere el carácter extremo de la situación, y de allí la imposibilidad de que el mundo se siga manteniendo en pie.

El teleutodoxástico es un cristiano a quien lo han sugestionado las clases de catecismo de su infancia.

sábado, 28 de marzo de 2009

Gúglico,a

(Término y definición enviados por Julio David Auster)

(adj., mejor que googlico, a; de Google (R))

Aplícase a la memoria increíble que tienen algunas personas que les permite recordar una multitud de datos que a los demás mortales se les escapa.

Una persona con memoria gúglica no solo no necesita consultar ningún tipo de agenda para recordar los números de teléfono de doscientas personas o más, sino que también recuerda muchísimos detalles de la vida de los demás.
Ejemplo:

El escritor novel YZ se encuentra con un amigo, ZW, que es crítico literario (y tiene una memoria gúglica ) y le dice:
-Estoy escribiendo un ensayo sobre la vinculación literaria entre Kafka y Cervantes. Hasta ahora no se le había ocurrido a nadie.
-No creas, la semana pasada encontré en Wikipedia un artículo en checo y otro en alemán que hablaban justamente de eso. Parece que hubo un simposio en Praga donde se trató ese asunto. Todos los diarios checos publicaron una cantidad de artículos sobre el tema.
Vos sabés que en Europa Central sienten adoración por Cervantes.

Otro más:

Un compositor se encuentra con un pianista (el gúglico de turno) y le dice:
-¿Qué te parece este Lied que compuse?
-Es muy lindo, me resulta parecidísimo a uno de los Rückert-Lieder que compuso Gustav Mahler a principios del siglo pasado. Me imagino que se te debe haber cruzado por la mente cuando lo compusiste.

Último ejemplo:

El Sr. XY (poseedor de una memoria gúglica) se encuentra con su hermana, la Srta. XX. Ella está llorando y él le pregunta qué le pasa. Ella le contesta:
-Me peleé con mi novio. Estoy muy desilusionada. Vos sabés que este era el primer novio que yo tuve.
-Bueno, en realidad era el quinto, no el primero. Ya pasaron cinco años, dos meses y tres días desde que te peleaste con el primero.
-Sí, bueno pero el primero en serio era este último...
-Y si me apurás un poco, te voy a decir que hubo otros tres que no se animaron, o sea que ya habrían podido ser ocho.

viernes, 27 de marzo de 2009

Datiperse

(Adj. No cambia de desinencia en el masculino. Del latín dare = dar y permisio = permiso)

Dícese de quien adopta la actitud de quien concede un permiso para algo, aun cuando no le corresponda dar permisos.

El datiperse escucha los proyectos ajenos y juzga si deben realizarse o no. "Me voy a comprar un auto", dice un ingenuo interlocutor. El datiperse se siente en la obligación de sopesar ese enunciado y, en vez de entenderlo como la afirmación de un hecho, cree que su interlocutor le está pidiendo un consejo. "Está bien, comprátelo", suelta, como si tuviese algún poder de impedirlo o como si él fuese el magnánimo donador del dinero para hacer esa transacción. "No, no te lo comprás", dice, si su evaluación es negativa.

Al datiperse no se le pueden dar noticias acerca de nuestros emprendimientos. Jamás dirá "te felicito" o "me alegro". En lugar de eso, se pondrá a examinar los problemas que sobrevendrán si llevamos a cabo lo que nos proponemos; sopesará las posibles motivaciones y los alcances de nuestras acciones -como si nosotros mismos no hubiésemos hecho eso antes de decidir actuar-, y luego soltará su conclusión con el aplomo de quien da un veredicto inapelable. "Está bien, andá a Mar del Plata de vacaciones. Sí, está bien", dice, cuando se entera de que hace meses que uno planea un viaje.

Lo más nefasto del datiperse es que, cuando examina en voz alta las posibilidades y las motivaciones, lo hace de una manera superficial y ofreciendo una caricatura de nuestras actitudes. "Ah, te querés ir a Mar del Plata. Claro, me imagino. Habrás dicho "uy, qué linda la playa", habrás sacado un crédito para alquilar una casita, te habrás comprado la malla.... Está bien, andá, te va a hacer bien el sol y el casino". Fotequérico y catatecto, el datiperse es un personaje soberbio y resentido que se contenta con remedar un forzado espacio de poder en lugar de actuar, escuchar, callarse y dejar actuar.

jueves, 26 de marzo de 2009

Sungalunga

(Adj. No cambia de forma en femenino o masculino. De sunga y del italiano lungo,a= largo.)

Dícese de quien utiliza una prenda ceñida que resalta de manera exagerada alguna prominencia del cuerpo.

El sungalunga posee unos bíceps desproporcionadamente grandes y pretende exhibirlos bajo una delgadísima, apretada y sugerente remera. Pero no se da cuenta de que la remera subraya demasiado algo que ya de por sí se puede ver como exagerado. Una mujer puede ser sungalunga si tiene senos o trasero grandes, y pretende remarcar esa desproporción con alguna prenda que resalte los senos o el trasero.
El término, sin duda, se aplica en primer lugar al hombre que posee un destacado órgano sexual y quiere remarcar su prominencia con una sunga.

El acto del sungalunga es frívolo. Sin embargo, el concepto que lo anima tiene cierta complejidad y se basa en un juego de resaltamientos a partir de lo ocultado: ocultar para resaltar. Es verdad que el sungalunga, por lo general, no se da cuenta del juego que juega y cree que es más sexy gracias a su fingido ocultamiento.

Término relacionado: machorongo.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Dolodoro

(Sust. Del griego dólos = trampa y dóron = regalo)

Objeto dado en donación por un tiempo.

El que hace un regalo o una donación jamás pretenderá que le devuelvan lo donado, a menos que haya expresado su voluntad de prestar en vez de regalar.
Sin embargo, hay un resquicio intermedio entre el regalar y el prestar. Hay ciertos bienes que pueden donarse por un tiempo. Si un vecino que se fue de viaje nos pide que le cuidemos la casa durante una semana, y a cambio nos ofrece que saquemos comida de su freezer para cocinar durante esa semana, nos habrá regalado el contenido de dicho freezer siempre y cuando lo consumamos dentro de ese periodo: su pago es un dolodoro.
En el ejemplo anterior, el dolodoro es producto de la buena voluntad y por lo general se puede negociar. En cambio, las empresas de servicios ofrecen maliciosos y poco convenientes dolodoros: "Si comprás un teléfono móvil, te regalamos seiscientos pesos en llamadas y mil mensajes de textos para hablar con quien quieras durante dos días". En este ejemplo, como se verá, hay un regalo tramposo con una fecha de caducidad demasiado estricta. En rigor no hay regalo y tampoco hay préstamo: se trata de un inequívoco dolodoro.

martes, 24 de marzo de 2009

Prominonizar

(Sust. Del latín pro = en lugar de y minuo = disminuir e -izar = terminación de infinitivo)

Aplicar erróneamente un diminutivo por proyección de una característica ajena.

A veces le hablamos a un bebé y decimos "qué lindas manitos, qué orejitas pequeñitas, qué ojitos chiquitos". Otras veces, por una proyección equivocada, decimos "El bebé me agarró las manitos", y en ese caso nos aplicamos nosotros el diminutivo que debía aplicársele al bebé. Cada vez que cometemos este error estamos prominonizando.

domingo, 22 de marzo de 2009

Gigántulo,a

(Adj. Del latín gigas = gigante y -ulum = terminación de diminutivo)

1. Gigante pequeño.

Un gigántulo tiene estatura y contexturas pequeñas. Su esencia parece contradictoria, aunque no hay paradoja en ser un gigante pequeño.

Durante los años '50 del siglo XX, un gran filósofo llamado Willard Quine estableció que no existen definiciones inquebrantables. "Gigante = persona de tamaño enorme" no es un enunciado necesario y analítico. Si se establecieran ciertos cambios semánticos en el concepto de "gigante", habría lugar para incluir en su definición precisamente aquello que parece contradecirlo.

¿Podría el agua no estar compuesta por H2O? (El agua que consumimos, después de todo, contiene otros elementos -impurezas, nitritos, nitratos, amonio, calcio, magnesio, fosfato- y sin embargo insistimos en llamarla "agua"). ¿Puede un gigante ser pequeño? Basta con descubrir que ciertos enanos, en realidad, son esencialmente gigantes que no crecieron lo suficiente para que tengamos un gigántulo. Paralelamente, quizás algunos gigantes parezcan gigantes, pero tal vez sean enanos con gigantismo. No debe confundirse al gigántulo con el enano, ni al gigante con el enanón.

2. Persona de gran porte y gran altura, pero con apariencia de niño o de enano.

A veces las proporciones corporales y faciales de las personas parecen contener alguna clase de oxímoron.

jueves, 19 de marzo de 2009

Agayuspín / Egueyuspón

(Sustantivo. Idiotismo. Derivado de la malinterpretación de la letra de una canción de Abba, I have a dream, en el verso donde dice "I have a dream, a song to sing". Cuando tenía cuatro años, en 1978, esa canción esaba de moda y asocio mi malinterpretación con el hecho de que mi padre se había ido a trabajar a Zapala, en la provincia de Neuquén. Mi madre, mi hermano y yo fuimos a visitarlo durante las vacaciones de invierno y nos quedamos en un hotel que me parecía majestuoso, muy similar al hotel de la película El Resplandor. En el gigantesco comedor del hotel, a través de la música funcional, Abba repetía una y otra vez agayuspín egueyuspón. Una noche, mientras todos dormíamos en la habitación, me escapé y caminé por el pasillo del hotel hasta llegar al comedor en penumbras. A pesar de la oscuridad, se escuchaba la incongruente música funcional, eternamente encendida, que repetía: agayuspín egueyuspón. Ahora asocio a la canción de Abba con el terror pastoso que me transmitía no sólo la oscuridad, el frío, el viento andino silbando por entre las cortinas, la soledad en un lugar oscuro y solitario, sino también la incongruencia de ese sonido angelical, tibio, diurno e inofensivo. Como si la canción fingiera ser inocente durante el día, pero durante la noche se aliaba con los sigilosos escondrijos de la penumbra helada)

Terror provocado por la conjunción incoherente de ciertos elementos que, tomados uno por uno, no provocan miedo.

Los agayuspines (o egueyuspones) provocan un escalofrío en la espalda precisamente por la incongruencia de que ciertas cosas estén cumpliendo un rol transfigurado y absurdo. En un basural pueden encontrarse muchas cosas. Pero nos provocará un agayuspín hallar un muñeco a pilas que esté funcionando solo, mutilado, moviéndose sólo porque las pilas conservan algo de energía. A veces, una nota ligeramente incoherente o disonante en una canción, o la repentina aparición del propio rostro frente al espejo, con una expresión desconocida, pueden provocar el agayuspín.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Mortanamón

(Sustantivo y adjetivo. De la expresión inglesa "more than a month" = más de un mes)

Dícese del problema o la circunstancia que se extiende y se dilata durante más de un mes.

Usted tiene que arreglar una pérdida en el baño. Llama a un plomero; el plomero avisa que no puede ir a su casa el día que habían acordado. Él propone otro encuentro, pero esta vez a usted no le conviene. Decide llamar a otro plomero. Este último va a su casa y le hace un presupuesto. Usted está de acuerdo con que comience cuanto antes, pero él necesita unos materiales -tal vez algún tipo de caño- que no son fáciles de conseguir. Él dice que, en cuanto consiga los materiales, lo llama. Pasan los días, y no recibe el llamado. Usted trata de comunicarse con él, pero parece que el hombre tiene problemas en su familia y no está en condiciones de atenderlo. A usted, por otra parte, le surgen unos cuantos inconvenientes y ya deja de preocuparse por la pérdida: todo el asunto se ha convertido en un mortanamón.

La pata rota de la mesa; el extraño ruidito que hace el auto cuando arranca; la necesidad de cumplir con el posteo en un blog o la menstruación que no llega cuando debiera, son otros tantos ejemplos de mortanamones.

Cualquier asunto que queda pendiente y traspapelado entre otros asuntos más urgentes, es un mortanamón. Sabemos que tarde o temprano hay que enfrentarlo y darle una solución. Sin embargo, el mortanamón tiene una curiosa proppiedad: podemos olvidarlo fácilmente mientras el problema no esté presente con toda su fuerza. Mientras tanto, el mortanamón está allí a la espera, pendiente no sólo de nuestra voluntad sino también de una improbable y milagrosa conjunción de voluntades magistralmente coordinadas.
Un imperio se derrumba por la agobiante acumulación de mortanamones, más que por invasiones foráneas.

martes, 17 de marzo de 2009

Miticoda

(Sustantivo. Del latín mitis = suave y coda = cola)

Frase final de una emisión que pretende suavizar o justificar un insulto, una ofensa o una crítica denigrante y prejuiciosa.

"Te lo digo con onda", "Te lo digo en el buen sentido" o el más aplomado "Es una crítica constructiva" son remates de emisiones que se utilizan para quitar peso a una frase o a un discurso terrible. "Carlitos, sos un negro de mierda. Pero 'negro de mierda' en el buen sentido te lo digo". "Mirá, Marcela, a mí me da un poco de impresión la ortodoncia que usás. Es una crítica constructiva". "José, sos un imbécil a cuerda. Con onda te lo digo".

A veces la miticoda viene acompañada del imperativo: "No te ofendas, pero...". Curiosamente, el que realiza la miticoda exhibe su deseo de no ofender, aunque en la emisión principal parece haber tenido esa intención sin tapujos. "Me causás repugnancia. Te veo y me dan ganas de matarte. No te soporto y me parecés la persona más fea del universo". Esas proferencias crean efectos irreversibles en las relaciones humanas: no puede seguir habiendo diálogo ni puntos de encuentro después de afirmaciones tan duras. Sin embargo, después de eso puede venir una miticoda que crea la ilusión de que a pesar de los lazos destruidos, todavía se puede conservar un diálogo políticamente correcto e incluso constructivo: "Lo que te digo va con la mejor onda", como si esta frase hueca pudiera menguar la dureza de las afirmaciones anteriores.

Quienes utilizan miticodas suelen creer en fantasías new age acerca de la armonía universal, el feng shui, la salvación milagrosa, la purificación del alma a través de discutibles raptos de sinceridad o la física cuántica.

lunes, 16 de marzo de 2009

Helichula

(Sustantivo. Del griego helios = sol y del latín -ulus: terminación de diminutivo)

Reflejo móvil de luz de los espejos, vidrios y objetos brillantes.

Los espejos retrovisores, los vestidos con lentejuelas y las joyas doradas reflejan la luz del sol en su paso por la calle. A veces el reflejo de un auto genera una luz huérfana que llega a colarse por sorpresa en lugares inesperados: el espejo retrovisor de un auto refleja la luz del sol en la habitación de un quinto piso en un edificio a tres cuadras. El que observa esta luz eufótica, traviesa e imprevista no sabe de dónde surge; sólo percibe su movimiento fugaz y huidizo.

El conjunto de las helichulas de una ciudad forma una anónima danza aleatoria de luces.

viernes, 13 de marzo de 2009

Espontognosia

(Sustantivo. Del latín sponte = espontáneamente y gnosis = conocimiento)

Conocimiento repentino e incausado de algo complejo.

Si son ciertas algunas teorías funcionalistas, en el instante en que hemos adquirido un conocimiento la química de nuestro cerebro se configura de una manera diferente a la que teníamos cuando no teníamos ese conocimiento. Por ejemplo, Einstein elaboró la teoría de la relatividad sólo porque su química cerebral estaba configurada de una determinada manera, y no por otra razón.
Si por casualidad - por una cuestión aleatoria puramente química y eléctrica- nuestro cerebro se configurase exactamente como el de Einstein, podríamos conocer la teoría de la relatividad sin haberla estudiado: he ahí la espontognosia.

Algunos casos a lo largo de la historia pretenden ser -si no se descubre que se trata de fraudes- ejemplos de espontognosia. Personas que hablan idiomas que jamás estudiaron o que reproducen en cello una suite de Bach, sin jamás haber tocado el cello ni haber escuchado a Bach.

A veces se cree que la espontognosia es el regalo de una musa maldita, el fruto de una revelación, un despertar de genialidad o simplemente una casualidad demasiado improbable.

A muchos niños espontognóticos que repentinamente se han puesto a recitar versos en sánscrito sus padres les han quitado el don con un sancachazo en la nuca.

jueves, 12 de marzo de 2009

Suquilar

(Del latín sub = por debajo y del árabe al kirá = alquiler)

En español el verbo "alquilar" puede usarse de una manera ambigua. Puede servir para dos acepciones contrarias:

1- Dar en alquiler (una bien propio).
2- Pagar una renta por un bien ajeno.

En la expresión "estoy alquilando una casa" se patentiza esta ambigüedad.
Por ello, Exonario propone reservar el término "alquilar" para la segunda acepción (pagar una renta por un bien ajeno), y utilizar suquilar para la primera acepción.

La expresión "dar en alquiler" parece solucionar esta ambigüedad, pero no la zanja del todo. Es correcta cuando la casa todavía no fue alquilada. Pero si se le pregunta al dueño de una casa que actualmente está alquilada qué piensa hacer con ella, no tiene sentido decir que la "da", pues ya fue dada. Lo que hace en ese momento es suquilar.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Subafar

(Verbo. Del latín sub = por lo bajo y affor = hablar)

En una reunión, captar la atención de dos o tres hablantes mientras un tercero habla a todos los presentes.

A veces hay un orador que acapara la atención -llamémosle superfante- y apenas permite que los demás asientan o agreguen un bocadillo. Si dos o tres víctimas del superfante deciden hablar entre sí, sin prestar mucha atención a lo que dice el superfante, han comenzado a subafar.
Subafar es una estrategia subversiva para hacer circular varios discursos en lugar de escuchar los desesperados pedidos de atención del superfante.

A veces, el que subafa es el propio superfante en un momento en que otro le quita protagonismo. Si alguien aparece y le quita su lugar de superfante, el acaparador se siente menoscabado e inicia un movimiento subversivo. Se acoda con dos o tres amigotes y hace comentarios en voz baja que culminan en una feroz risotada, o levanta la voz para responderle con bromas al nuevo protagonista de la charla.

martes, 10 de marzo de 2009

Superfante

(Adj. De super- y del latín for = hablar)

Dícese de quien acapara la conversación en las reuniones.

En las fiestas se forman grupos y subgrupos en los cuales los invitados hablan de a dos o de a tres. Sin embargo, suele haber alguien que odia esa intimidad y se siente a gusto interfiriendo en cada conversación para proponer un chiste grupal, un discurso ad hoc o una semblanza jocosa y de mal gusto del anfitrión o de algún ilustre invitado. Es común que quiera romper el hielo con una broma efectista, o que quiera concitar la atención común parándose sobre una silla, golpeando una copa con una cuchara o robándole el micrófono al cantante de la orquesta. Si el superfante nota que algunos se dispersan y comienzan a cuchichear, él no dudará en intervenir para que esa conversación no se consume: hará un chiste o contará una intimidad de alguno de los cuchicheantes.

El superfante puede adolecer de dos problemas: o bien tiene un caprichoso sentimiento de superioridad y quiere que todos hablen de él, o bien sufre de una ligera paranoia y sospecha que la charla de cada grupito cuchicheante es una conspiración contra él.

lunes, 9 de marzo de 2009

Hipercontratermia

(Sustantivo. De hiper, contra y el griego terma = temperatura, calor. Sinónimo: contratermia)

Exceso de calefacción o refrigeración en un ambiente.

La temperatura que las personas sienten como agradable en promedio ronda los 21 grados. Sin embargo, si en la calle está helando es común que en los bares, cafés, bancos, supermercados y escuelas se enciendan estufas que elevan la temperatura ambiente hasta los treinta y cinco grados. Por el contrario, si en la calle hace treinta y cinco grados, los equipos de aire acondicionado trabajan para bajar la temperatura hasta hacer castañetear los dientes.
La hipercontratermia se basa en una consigna errónea. Se supone que en el invierno la gente siempre tiene frío, y en verano siempre se tiene calor. Si bien el que entra a un bar después de una nevada probablemente desee un ambiente cálido -pues es probable que tenga frío-, una vez que se llega a cierto equilibrio homeostático -lo cual ocurre en cinco minutos- cualquier exceso de temperatura será tan odioso como la nevada. Si afuera hace calor, eso no implica que adentro tenga que hacer un frío polar o viceversa. ¿Por qué la temperatura de afuera debe ser el criterio que regule la temperatura de adentro?

miércoles, 4 de marzo de 2009

Jaschoneta

(Sustantivo. Úsase más en plural. Del alemán hasslich = feo y schön = bello)

Patrones de fealdad en un rostro bello.

A veces contemplamos a una mujer de rostro hermoso y cabello perfecto. Sabemos que es bella, pero nuestra impresión se detiene en algún puntilloso detalle negativo. Tal vez cuando mastica sus ojos se vuelven muy saltones; tal vez tiene un pómulo un poco más alto que el otro. Tal vez parpadea mucho, o una extraña -y casi invisible- arruga le cruza la frente cuando habla. Estos patrones ocasionales, casi arbitrarios y que no arruinan el conjunto -pero sí arruinan nuestra impresión de ese conjunto- son las jaschonetas.

En una acepción relacionada (aunque algo diferente, pues no se implica la noción de "belleza"), las jaschonetas son las imperfecciones del rostro que llaman poderosamente la atención. Un grano, una verruga, un lunar, una ligera asimetría o una mancha tienen un efecto malsano: uno no puede dejar de mirarlas.

martes, 3 de marzo de 2009

Diplómera

(Sust. masculino. Del griego diplós = doble y hémera = día)

Día doble.

Para que haya un día doble es necesario que el sol, una vez llegado al poniente, retroceda hasta alcanzar nuevamente el oriente y desde allí vuelva a hacer su recorrido diurno.

Pero un perfecto día doble sería aquel en el cual las horas pasan más lentamente -duran exactamente el doble-, y que cada hora dure dos horas. Un diplómera es un "happy hour" divino: Dios, o los astros, o la gracia de la naturaleza, o un preocupante desfasaje cuántico, podrían hacer que, cada tanto, el tiempo sea más flexible, menos tirano, y que los relojes -también los relojes biológicos- marchen a la mitad del tiempo.

Está bien protestar para que nos den más días de vacaciones. Mejor sería hacer una protesta universal para tener diplómeras, trímeras o incluso infinitémeras.

lunes, 2 de marzo de 2009

Autindopracia

(Sust. Del griego autos = propio, por sí mismo endos = interior y pragma = cosa, asunto, acción. Adjetivo: autindoprato,a)

Capacidad de un objeto de contener en su interior a otros objetos de su misma clase.

Una bolsa en la que se guardan bolsas; una caja en la que se guardan cajas o una mamushka en la que caben muchas mamushkas son autindopratos.
Hay recursividad en la autindopracia: un objeto autindopracio podría contener otros objetos autindopracios. Una bolsa puede contener una bolsa que a su vez contenga bolsas; una mamushka contiene otra mamushka que contiene a su vez a otra más.

Este término se aplica también no sólo a los objetos que se contienen unos dentro de otros, sino a objetos que se aplican a otros objetos de la misma clase, aun cuando no se contengan. Es el caso de un objeto de limpieza que sirve para limpiar a otros objetos de limpieza, o de un camión de remolque que remolca a camiones de remolque, o de un jabón que sirviera para lavar jabones, o de una tristeza infinita que nos embarga cuando pensamos en la tristeza infinita que nos embarga.

Los objetos que no son autindopráticos se denominan heterindopráticos. Un libro no contiene libros; un automóvil no contiene automóviles y una cabeza no contiene cabezas.

El conjunto de todos los objetos autindopráticos, ¿es él mismo autindoprático, o es heterindoprático?
(Véase la paradoja de Russell)

domingo, 1 de marzo de 2009

Ascensorable


(Término y definición enviados por Julio David Auster)

(adjetivo)

Dícese de todo aquello que, en ocasión de una mudanza, puede ser transportado en un ascensor.

El detalle es importante. Un sillón grande y cómodo se transforma en un objeto digno de odio cuando debe ser llevado por escalera (si es caracol, peor) y ni hablar de bibliotecas en una sola pieza, que ponen a prueba el dominio que uno pueda tener de la aplicación del teorema de Pitágoras, para ver qué inclinación darle para permitir su paso.
¡Cuánto más agradable hubiera resultado el suplicio de Sísifo si hubiera sido auxiliado en su fatiga infinita con un ascensor condenado a subir y bajar eternamente!