(Sustantivo. Del latín sponte = espontáneamente y gnosis = conocimiento)
Conocimiento repentino e incausado de algo complejo.
Si son ciertas algunas teorías funcionalistas, en el instante en que hemos adquirido un conocimiento la química de nuestro cerebro se configura de una manera diferente a la que teníamos cuando no teníamos ese conocimiento. Por ejemplo, Einstein elaboró la teoría de la relatividad sólo porque su química cerebral estaba configurada de una determinada manera, y no por otra razón.
Si por casualidad - por una cuestión aleatoria puramente química y eléctrica- nuestro cerebro se configurase exactamente como el de Einstein, podríamos conocer la teoría de la relatividad sin haberla estudiado: he ahí la espontognosia.
Algunos casos a lo largo de la historia pretenden ser -si no se descubre que se trata de fraudes- ejemplos de espontognosia. Personas que hablan idiomas que jamás estudiaron o que reproducen en cello una suite de Bach, sin jamás haber tocado el cello ni haber escuchado a Bach.
A veces se cree que la espontognosia es el regalo de una musa maldita, el fruto de una revelación, un despertar de genialidad o simplemente una casualidad demasiado improbable.
A muchos niños espontognóticos que repentinamente se han puesto a recitar versos en sánscrito sus padres les han quitado el don con un sancachazo en la nuca.
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